La misión Psyche de la NASA será la primera en analizar un asteroide metálico, ya que hasta ahora todas las misiones se han centrado en asteroides rocosos
Hace poco más de una semana que despegó Psyche, la misión de la NASA que estudiará un enorme asteroide metálico cuyos materiales se han valorado en varios trillones de dólares. Pero, ¿para qué sirven los metales del espacio? Pues, a día de hoy, su interés es meramente científico y su explotación comercial inviable.
Así lo han explicado a EFE los investigadores Michael Kueppers, de la Agencia Espacial Europea (ESA), y Javier Licandro, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), quienes recuerdan que las muestras traídas desde el espacio son escasas, pero importantes para estudiar nuestro sistema solar y, en definitiva, nuestro planeta.
La nueva misión de la NASA escudriñará 16 Psyche, un asteroide con forma de patata y una superficie de 165.800 kilómetros cuadrados que orbita alrededor del Sol en la parte exterior del cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter.
Los científicos creen que puede tratarse de los restos (básicamente el núcleo) de un planetesimal, algo así como un intento de planeta que nunca llegó a formarse pero que tiene los componentes básicos de la Tierra y su vecindario.
“Este planetesimal, lo suficientemente grande y masivo como para que el material más pesado se haya acumulado en el centro (núcleo) y el más liviano en el manto y corteza, fue destruido por una o varias colisiones con otros objetos dando lugar a varios asteroides pequeños. Uno de ellos, Psyche, sería un trozo del núcleo metálico de ese objeto primitivo”, apunta Licandro a EFE.
Estudiar el interior de la Tierra es muy difícil porque está a miles de kilómetros de profundidad, “por eso queremos estudiar Psyche, porque si realmente es un núcleo, sería una oportunidad increíble para analizar el interior de los planetas terrestres”, añade Michael Kueppers (ESA).
Cápsulas del tiempo
La misión Psyche será la primera en analizar un asteroide metálico, ya que hasta ahora todas las misiones se han centrado en asteroides rocosos y tres de ellas (Osiris-Rex de la ESA, y Hayabusa y Hayabusa 2 de la Agencia Espacial Japonesa), han obtenido muestras de los asteroides Bennu, Itokawa y Ryugu.
Estos fragmentos, junto a las piedras lunares obtenidas por la NASA, la antigua Unión Soviética y, más recientemente China, son los únicos “trozos” del espacio que se han traído expresamente hasta la Tierra, si bien, la NASA y la ESA trabajan ya en un proyecto común para traer las muestras de Marte recogidas por el rover “Perseverance”.
Las muestras marcianas permitirán acceder a una “cápsula del tiempo” de hace entre 4.000 y 3.500 millones de años, cuando las rocas formaron la superficie de Marte y el planeta era habitable, un periodo que coincide con el momento en que la vida apareció en la Tierra.
En el caso de los asteroides, su estudio es importante porque son los ‘ladrillos’ con los que se ensamblaron los planetas del sistema solar.
Los que no formaron planetas quedaron viajando por el espacio y mantienen “una composición prístina, prácticamente la misma desde hace unos 4.000 millones de años”, comenta Licandro (IAC).
Estudiarlos es esencial no solo para conocer las distintas etapas de la evolución de nuestro sistema planetario, sino también para averiguar si algunos de esos ‘ingredientes’, como el agua o ciertos compuestos orgánicos, fueron los que hicieron posible la formación de la vida en la Tierra.
Minería in situ y agua
En el caso de la Luna, los intereses se amplían y junto al interés científico por saber cómo se formaron la Luna y la Tierra, se empieza a hablar de minería, aunque “no creo que la intención sea traer metales a la Tierra. No tendría sentido económicamente”, advierte Kueppers.
“Lanzar un cohete para traer muestras es muy caro. Esas misiones destinan cientos de millones de euros o dólares para traer unos gramos de material” pero tienen un valor científico, hacer lo mismo para traer otros materiales y explotarlos comercialmente, “creo que no sería válido económicamente”.
Kueppers cree que en un futuro más cercano sí se recurrirá a la minería espacial para “usar ese material en el espacio mismo, como carburante para cohetes y satélites”, por ejemplo. “Sería más para su uso dentro del espacio que para traer a la Tierra, al menos en el plazo medio”.
El agua de la Luna también será importante en el futuro. “Sabemos que hay agua cerca de los polos, como mínimo, que podría utilizarse para estancias de larga duración -como una posible colonia-, para satélites o, tal vez algún día, para misiones más lejanas en el espacio”.
De la misma opinión es Licandro, quien subraya que “a día de hoy, la minería espacial no es viable” pero en el futuro “usaremos los minerales del espacio sí o sí”.
“En el momento que enviemos misiones tripuladas al sistema solar, usar los recursos que encontremos en el sitio o en el camino será absolutamente fundamental”, porque “llevarlo todo desde la Tierra es un disparate”.
Una de las cosas que nos facilitará el espacio, comenta, será el combustible que usan los cohetes, hidrógeno y oxígeno, es decir, agua.
¿Hacia colonias en la Luna?
Por tanto, si encontramos asteroides que contengan agua en su estructura y logramos sacarla, “se podrían alimentar los motores de una nave y, evidentemente, también podría servir para el consumo humano en misiones o colonias” como la que la NASA quiere situar en la Luna (programa Artemis).
Lo que para ninguno de estos dos científicos es viable es pensar en la minería espacial para extraer y explotar comercialmente los metales, incluso aunque sean tan escasos, necesarios y difíciles de obtener como las tierras raras que, a día de hoy, son componentes imprescindibles de la tecnología.
“Es una cuestión de coste-beneficio. Mientras sea más barato sacarlos de la Tierra que traerlos del espacio, la minería espacial no será viable”, zanja el investigador del IAC.+
Fotografía de portada:
NASA