A Heráclito de Ëfeso
¿Será verdad que un fuego primitivo
llevamos dentro?
¿Qué esto que por los aires,
luz sideral latiendo, contemplamos,
anima nuestro cuerpo como parte
de un rutilar inmenso que nos tiembla
bajo de nuestra piel?
Eso que llaman luz, esa armonía,
eso que tan ajeno nos parece,
campo en que respiramos,
¿será esta misma llama irreductible
de nuestra intimidad?
¿No seremos acaso lo que somos
o nos parece ser sino las chispas
de esas frondas oscuras, palpitantes,
en cuyo anhelo todo se resume