He aquí algunas conclus-IONES, de cara a la realidad, y algunas consideraciones, también IONES, sobre el tiempo que no cuenta y el YO-NONES del perro
Las cosas parecen muertas
aunque en verdad no lo están.
La vida corre por ellas
de soledad en soledad.
Existen el pasado y el futuro,
creo.
Pero no existe un presente mensurable.
Sólo existe el instante que es el tiempo sin tiempo,
el fulminante momento
de lo real en el acto de los fusilamientos,
el hoy al cero:
Yo, perro
saltando y corriendo.
Existen los enjambres colectivos de sucesos:
Yo mismo, creo,
aunque yo no soy un yo, soy sólo el signo
de un sistema de conjuntos
variables y bien dispuestos a lo probable y lo abierto
que pueden manejarse,
funcionalmente seguirse y calcularse
hasta llegar a unas cifras, símbolos, resultados
que al fin tropezarán con ciertas realidades
misteriosas o impensables.
Creo
como creen los perros.
Mas ¿cómo morder el hecho que tratamos
de salvar con pensamiento y santo esfuerzo?
Tras tantas micro-batallas,
yo no aseguro ya nada.
¡Me siento en el furor del átomo, tan poco,
tan loco!
Pero digo lo probable.
Matemático-estadístico, pensando en lo que al fin
solucionará como estable lo que doy por improbable,
yo creo, yo, reo,
que corro, salto y ladro, quiero y no muerdo,
y solamente solo, sentado en mi culo, pienso.