La dedicación y esfuerzo enfocados en seguir desarrollando vacunas más eficaces servirán para controlar no sólo la pandemia del covid-19 sino otras futuras pandemias
Nos acercamos rápidamente hacia el cuarto invierno pandémico y, aunque las olas, las variantes y las subvariantes del coronavirus se siguen sucediendo, el escenario ha cambiado significativamente. Gracias a las vacunaciones masivas, ya no se producen tantas hospitalizaciones y muertes.
Pero hay que reconocer que el panorama no es tan color de rosa como lo pintábamos cuando se comenzó a vacunar. Para empezar, porque el efecto de las vacunas decae con el tiempo. Además, estas no evitan completamente la transmisión (sobre todo con las nuevas variantes), aunque sí la reducen. Y el virus sigue campando a sus anchas y mutando para evadir nuestra inmunidad.
No sería un final precisamente de película Disney el estar eternamente imponiendo medidas cuando la cosa se pone fea, y poniendo dosis y más dosis de recuerdo. Por eso ahora las apuestas se están centrando en vacunas de nueva generación que acaben con el problema de raíz.
Vacunas ya existentes
Desde finales del año 2020 se han administrado vacunas contra covid de dos tipos: las de ARN mensajero (Moderna y Pfizer) y las de adenovirus (AstraZeneca y Janssen).
Fueron las primeras autorizadas por la EMA, pero no son las únicas. En diciembre del 2021 se autorizó la vacuna de la compañía Novavax, cuya composición se basa en la proteína de la espícula del coronavirus. Por tanto, lo que se inocula ya no es material genético ni un adenovirus, sino una proteína, como en la vacuna de la gripe. Es esta una diferencia importante para las personas que no se han vacunado desconfiando de las vacunas con información genética.
Además, para los que gustan de vacunas más tradicionales, desde junio de este año está autorizada por la EMA la vacuna Valneva (Austria GMbH), formada por el virus SARS-CoV-2 inactivado, incapaz de causar la enfermedad. Las vacunas contra la rabia, el cólera y la tosferina son de este tipo. Debido a que en los ensayos clínicos no se ha probado en personas mayores ni en niños, la EMA la ha recomendado para personas entre los 18 y 50 años.
Las vacunas que vendrán
Actualmente siguen en desarrollo más de 250 prototipos de vacunas. Esto no supone ni mucho menos una pérdida de tiempo ni de dinero: contribuirán al desarrollo de otras vacunas para enfermedades de las que aún no disponemos (VIH, malaria, tuberculosis, etc.).
Hay dos vacunas esperando la autorización de la EMA para ser comercializadas y distribuidas: Skycovion y Vidprevtyn, ambas basadas en proteínas. Además, la agencia europea ha iniciado la revisión continua de datos de ensayos clínicos como paso previo a la autorización de otras tres vacunas que ampliarán el arsenal de vacunas disponibles.
Otras vacunas, como la rusa Sputnik-V (similar a la vacuna de Janssen), VeroCell (también de virus inactivado como la ya autorizada Valneva) y la española HIPRA (basada en proteína) aún no están autorizadas. Todas ellas irán destinadas a dosis de refuerzo de personas ya vacunadas, una vez que se ha visto que los niveles de anticuerpo decaen pasados unos meses.
Estas tres vacunas deben enviar pruebas suficientes de seguridad para la solicitud de comercialización, así como una eficacia al menos similar a las que actualmente existen. No olvidemos que, en octubre de 2021, la farmacéutica alemana CureVac retiró de la evaluación su prototipo de vacuna de ARN mensajero (CVnCoV) debido a que su eficacia no llegaba al 50 %.
La dedicación y esfuerzo enfocados en seguir desarrollando vacunas más eficaces servirán para controlar no sólo la pandemia del covid-19 sino otras futuras pandemias. Actualmente hay dos prometedoras estrategias en las que se está trabajando: las vacunas de mucosas y las pancoronavirus.
Vacunas de mucosas
Una posible vía para acabar de raíz con la pandemia de covid-19 sería evitar completamente la transmisión del SARS-CoV-2. La primera vía de entrada y multiplicación del SARS-CoV-2 son los tejidos que recubren la boca y la nariz, llamados mucosas. Al encontrarse en una zona tan expuesta, estos tejidos contienen un sistema muy sofisticado de defensa inmunitaria. De hecho, si el virus no pudiera reproducirse en nuestras mucosas, no lo transmitiríamos a otras personas y desaparecería. Este es el objetivo que se han planteado las estrategias de vacunas de mucosas, o “esterilizantes”.
La administración de un medicamento directamente en las mucosas exige más controles, por ello estas vacunas van más lentas en su desarrollo que el resto. En un artículo anterior explicábamos cómo funcionan las vacunas nasales (un tipo de vacunas de mucosas).
Tanto en vacunas de mucosas en general, como en las nasales en particular, ha habido importantes y prometedores avances en los últimos meses.
Las vacunas de mucosas se pueden administrar de varias maneras: mediante chorros o gotas en la nariz, por inhalación a través de la boca con nebulizador (similar a los tratamientos para el asma) o también con tabletas o cápsulas (que se pueden chupar o aplicar sublingualmente, como algunas vacunas contra ácaros y pólenes).
Existen unas 20 vacunas de estos tipos, 4 de ellas ya aprobadas en países de forma individual, aunque sólo una ha superado la fase III de ensayos clínicos.
La primera vacuna de mucosas que se aprobó en un país fue la Razi Cov Pars, producida por Irán, que consiste en dos dosis inyectables y una tercera intranasal y se encuentra en fase III de ensayos clínicos, aunque en Irán está autorizada desde octubre de 2021. La siguiente, en abril de este año, fue la rusa Sputnik Nasal, basada en el mismo vector adenoviral que la inyectable.
Después siguió Covidencia Air, una inhalable desarrollada en China, que en ensayos de fase IV se ha comparado con terceras dosis inyectables y produce mejor protección contra la infección.
La cuarta es iNCOVAC, una intranasal desarrollada por India en colaboración con EEUU, y de la cual la empresa americana Ocugen ya tiene licencia para su producción en EEUU, Europa y Japón una vez sea aprobada por las agencias pertinentes.
A estas cuatro vacunas se podrían unir este mismo año otras tres, dos de las cuales ya están en fase III de ensayos clínicos y una en fase II. Además, existen otras 2 vacunas de mucosas en fase II y 11 en fase I, de las cuales las más avanzadas se están desarrollando en EEUU.
Este tipo de vacunas ha tenido un comienzo más lento, pero muchas de ellas ya están muy cerca de ser evaluadas por las agencias reguladoras. Y, aunque muchos de los resultados aún no se han publicado, parece que van a cumplir las expectativas, funcionando contra ómicron y reduciendo mucho la transmisión. Justo lo que necesitamos en estos momentos en que las subvariantes de ómicron nos traen de cabeza.
Vacunas pancoronavirus
Una panvacuna es una vacuna no solo capaz de mostrar su eficacia frente a las diferentes variantes del SARS-CoV2, sino también de luchar contra las múltiples variantes de otros coronavirus.
Esta clase de vacunas funcionarían como una llave maestra capaz de generar anticuerpos que reconocieran y neutralizaran los cuatro linajes principales de coronavirus e impidieran que el virus entrara en las células de nuestro organismo y se replicara.
En la actualidad se está trabajando en el desarrollo de panvacunas que actúan en diferentes subgéneros, como el subgénero de los sarbecovirus (que incluye todos los virus similares al SARS), los betacoronavirus (similares al MERS) y algunos coronavirus estacionales que causan el resfriado común.
Vemos pues que, mientras en la calle se suceden los periodos de optimismo y pesimismo a medida que las oleadas del virus nos atacan, en los laboratorios nada se ha parado. Se trabaja sin descanso para acercarnos a ese final de película Disney que todos deseamos.
Matilde Cañelles López, Investigadora Científica. Ciencia, Tecnología y Sociedad, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC); María Mercedes Jiménez Sarmiento, Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC) y Nuria Eugenia Campillo, Científico Titular. Medicinal Chemistry, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.