Soneto a la ciencia
¡Oh ciencia, verdadera hija de la antigüedad,
Que todo lo alteras con tus penetrantes ojos!
¿Por qué te ensañas con el corazón del poeta,
Cual buitre cuyas alas son la gris realidad?
¿Cómo podría él amar o tener por sabia
A quien no le permite que en sus ensoñaciones
Busque las joyas que rutilan en el firmamento,
A donde se remonta en intrépido vuelo?
¿No has sacado tú a Diana de su carro?
¿No has expulsado a la dríada del bosque
Obligándola a refugiarse en planeta más feliz?
¿No has arrancado a la náyade de sus aguas,
al elfo de la verde hierba, y a mí
del sueño estival bajo el tamarindo?