Un estudio recoge que los casos más rápidos de reducción de combustibles fósiles se produjeron cuando el petróleo fue sustituido por el carbón, el gas o la energía nuclear
El Acuerdo de París de 2015, al que se llegó en la vigésimo primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, compromete a los países firmantes a actuar para conseguir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura del planeta en 1,5°C. Además, a través de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) se recogen propuestas para alcanzar emisiones netas cero en el año 2050.
Estos compromisos deben revisarse al alza cada cinco años, por lo que en la cumbre que se celebra a finales de este mes –pospuesta un año por la pandemia– queda pendiente esta tarea, así como el objetivo de movilizar un fondo de 100.000 millones de dólares anuales para la lucha climática, entre otros.
Pocos estudios han investigado el precedente histórico de una transición tan repentina y radical de reducción de emisiones, especialmente en lo referente al declive de las tecnologías intensivas en carbono, que deben ir acompañadas de la adopción generalizada de otras más ecológicas.
Ante este escenario, un equipo internacional de científicos ha publicado un trabajo en la revista One Earth en el que aseguran que limitar a 1,5°C el calentamiento global requerirá que el consumo de energía del carbón y del gas disminuya a un ritmo que no tiene precedentes en ningún país grande. Esto es lo que recoge el análisis que han hecho de los episodios de disminución de los combustibles fósiles en 105 países entre 1960 y 2018.
Además, los autores aseguran que los casos históricos más rápidos de declive de los combustibles fósiles se produjeron cuando el petróleo fue sustituido por el carbón, el gas o la energía nuclear, como respuesta a las amenazas a la seguridad energética de los años 70 y 80.
“Hemos comprobado que algunos combustibles fósiles se redujeron rápidamente en Europa Occidental y Japón, especialmente el petróleo en estas dos décadas. Por tanto, lo que tenemos que hacer es aplicar nuestra experiencia cuando nos movilizamos por las amenazas a la seguridad energética y el rápido desarrollo tecnológico. Desgraciadamente, lo que nos hemos encontrado en este estudio es que incluso estos rápidos descensos históricos no serían suficientes para la reducción de combustibles en algunas regiones: como el carbón en Asia o el gas natural en Oriente Medio, África y la antigua Unión Soviética”, dice a SINC Jessica Jewell (@jessicadjewell), profesora de transición energética en la Universidad de Chalmers (Suecia), de la Universidad de Bergen (Noruega) y coautora del estudio.
Esta es la primera investigación que analiza sistemáticamente los casos históricos de disminución del uso de combustibles fósiles por países, durante los últimos 60 años y en todo el mundo.
Proteger el clima con otras fuentes de energía
Para saber si algún período de declive histórico de combustibles fósiles es similar a los escenarios necesarios para alcanzar el objetivo de París, Jewell y su equipo identificaron 147 episodios, dentro de una muestra de 105 países entre 1960 y 2018, en los que el uso de carbón, petróleo o gas natural disminuyó más rápido que el 5 % durante una década.
"También estudiamos las recientes promesas políticas de eliminar por completo la energía del carbón, que unos 30 países recogieron en la Powering Past Coal Alliance. Descubrimos que estas proposiciones no tienen como objetivo un descenso del carbón más rápido que el que se ha producido históricamente. En otras palabras, prevén en gran medida que todo siga igual", añade Jewell.
Según sus conclusiones, la disminución de combustibles fósiles se ha limitado a países pequeños, como Dinamarca. Pero estos casos son menos relevantes para los escenarios climáticos, donde deberían darse en regiones de tamaño continental.
“Asia es actualmente la región más poblada y también la de más rápido crecimiento. Desgraciadamente, su economía se basa en combustibles fósiles (al igual que el pasado crecimiento de Europa y Norteamérica). Estos países siguen luchando por alcanzar el nivel de vida de Occidente y para ello necesitan mucha energía. Hasta hace poco, el carbón era una de las fuentes de electricidad más accesibles y baratas, por lo que se han construido grandes centrales eléctricas de este mineral. Para proteger el clima sería necesario invertir drásticamente esta tendencia y encontrar otras fuentes de energía para apoyar el aumento del nivel de vida”, subraya la investigadora.
La descarbonización del sector energético es una estrategia especialmente importante para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. “Identificamos muchos escenarios que aún alcanzan el objetivo de 1,5 °C, pero estos están asociados a profundos desafíos. Para resumirlo brevemente: el principal es replicar a escala continental en Asia lo que ocurrió en Europa Occidental en los años 70, en respuesta a la crisis del petróleo. Que esto sea posible depende de muchos factores, sobre todo de que dicha descarbonización provoque la misma movilización política y social”, advierte Jewell.
Para la científica es poco probable que una sola fuente de bajas emisiones de carbono proporcione una solución “milagrosa” para la eliminación de los combustibles fósiles. Sin embargo, serán necesarias todas las fuentes de energía con bajas emisiones a nuestra disposición: la eólica, la solar, la bioenergía y la nuclear, así como la captura y el almacenamiento de carbono. “Además, la velocidad de la eliminación no solo se ve limitada por la disponibilidad de fuentes sustitutivas de bajas emisiones de carbono, sino también, por ejemplo, por la resistencia de fuertes grupos de interés asociados a la producción de carbón. Por tanto, necesitamos estrategias eficaces de transición justa para reducir esa resistencia”, continúa.
Las reducciones históricas no apelaban al clima, si no a la escasez
En la década de 1970, los países occidentales eliminaron el petróleo de la electricidad porque estaban preocupados por si los exportadores serían proveedores fiables tras los embargos petrolíferos. “Hoy tenemos que eliminar los combustibles fósiles, no por la preocupación por los proveedores o la escasez, sino por la preocupación por su impacto climático”, señala
El rápido declive de los fósiles ha requerido históricamente avances en las tecnologías competidoras, una fuerte motivación para cambiar los sistemas energéticos (por ejemplo, para evitar las amenazas a la seguridad energética) e instituciones gubernamentales eficaces para aplicar los cambios necesarios.
"Nos ha sorprendido menos, aunque sigue impresionándonos, la rapidez con la que debe disminuir el uso del carbón en el futuro para alcanzar los objetivos climáticos", añade, señalando que, de todos los combustibles fósiles, el carbón es el que tendría que reducirse más rápidamente.
Los autores hallaron que casi todos los escenarios para la reducción del carbón en Asia, en línea con los objetivos del Acuerdo de París, no tenían precedentes o eran escasos. Asimismo, más de la mitad de los que se plantean para el declive del carbón en los países de la OCDE, al igual que para el recorte del uso del gas en las economías en proceso de reforma, Oriente Medio o África, tampoco tendrían precedentes o serían inéditos.
"Esto señala tanto el enorme desafío que supone ver un declive tan rápido de los combustibles fósiles, como la necesidad de aprender de las lecciones históricas cuando se lograron a escala nacional", concluye Jewell.
Referencia bibliográfica:
Vinichenko et al. “Historical precedents and feasibility of rapid coal and gas decline required for the 1.5°C target”. One Earth, 2021.