Publicar o perecer
Feliz surge la idea que nos lleva
por la senda ingeniosa,
que parece certera,
a la vera, muy cerca,
de ese ansiado teorema.
Pero la esquiva verdad no nos deja,
escondida en su templo,
ni desnuda probarla,
ni tampoco falsarla
con sutil contraejemplo.
Y aunque la mente mil tretas produce,
ofreciendo al diablo el clásico pacto.
Pasa el tiempo, la ambición se reduce,
y otra derrota cedemos de facto:
poseerla en cualquier traje típico
de una hipótesis clara y razonable,
que permita un saludo al respetable
en forma de artículo científico.