Demuestran que calcular la dosis exacta de actividad física según la edad, el peso y la altura puede mejorar la salud percibida en personas cuyo día a día está limitado por el dolor. La herramienta creada permite a profesionales y pacientes personalizar el ejercicio de forma práctica y precisa
El estudio, liderado por el enfermero Dr. Domingo de Pedro Jiménez junto con profesorado de las universidades de Sevilla, Córdoba y Madrid, analizó cómo se relacionan la edad, el dolor y la actividad física con la percepción de salud. Los investigadores observaron que, en personas que sufren dolor que limita sus actividades diarias, la salud percibida tiende a disminuir a medida que avanza la edad.
Sin embargo, el análisis mostró también un resultado clave: incrementar el ejercicio (medido en gasto energético) mejora de forma significativa la percepción de salud, incluso en edades avanzadas. La edad influye en este proceso hasta los 76 años, punto en el que el efecto se estabiliza. A partir de estos datos, los autores desarrollaron una fórmula que permite calcular cuánta energía debe gastar cada persona para alcanzar un determinado nivel de salud percibida, haciendo posible una prescripción precisa del ejercicio.
Relevancia del hallazgo
Este trabajo supone un avance importante para el manejo del dolor crónico y la promoción de estilos de vida activos. Dejar atrás las recomendaciones generales como “haga más ejercicio” y pasar a indicaciones personalizadas y cuantificables puede mejorar la eficacia de las intervenciones de salud.
Los resultados ayudan a los profesionales sanitarios a determinar dosis exactas de actividad física adaptadas a la condición y características de cada paciente, lo que puede aumentar la adherencia, reducir el dolor y mejorar la calidad de vida diaria. Además, ofrece a la ciudadanía una comprensión clara: moverse más, de manera dosificada y adaptada, reduce el impacto del dolor en la vida cotidiana.
La investigación se realizó con datos de 4.123 personas que participaron en la Encuesta Nacional de Salud de España de 2017, todas ellas con limitaciones para realizar actividades diarias debido al dolor. Para medir la actividad física, se utilizó el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ), que estima el gasto energético semanal. También se recogieron variables como edad, sexo, tiempo de sedentarismo y nivel de salud percibida.
El valor de este trabajo radica en que se basa en datos poblacionales amplios y representativos, lo que da solidez a sus conclusiones. Además, se centra en personas que ya experimentan limitaciones reales por dolor, un grupo especialmente relevante para el sistema sanitario.
Para facilitar la aplicación práctica de los resultados, el equipo desarrolló una calculadora online que traduce las fórmulas estadísticas en una herramienta sencilla y accesible. Introduciendo datos básicos como edad, peso y altura, cualquier profesional (o incluso el propio paciente) puede obtener una recomendación personalizada de actividad física orientada a mejorar la salud percibida.
La investigación refuerza el mensaje que ya conocíamos: la actividad física adaptada es un recurso potente y accesible para reducir el impacto del dolor y mejorar la vida diaria.
Referencia bibliográfica:
Domingo de Pedro-Jiménez, Rocío de Diego-Cordero, Juan Vega-Escaño, Guillermo Molina-Recio, Marta Hernández Martín, Manuel Romero-Saldaña. Dosage of Physical Activity to Avoid Impairment of Activities Due to Pain: Analysis of Population-based Conditional Processes. Pain Management Nursing, Volume 24, Issue 5, 2023, Pages 535–541. https://doi.org/10.1016/j.pmn.2023.04.013