La perspicacia de un médico permitió transformar lo que era una tecnología industrial en un test médico rutinario
El origen de las ecografías no está en la medicina, sino en la industria naval. En los años 50, el ginecólogo escocés Ian Donald visitó una fábrica de calderas en Glasgow donde se usaban aparatos de ultrasonido para detectar grietas en las piezas metálicas. Donald pensó que si esas ondas podrían revelar defectos invisibles en el acero tal vez podrían también usarse para observar dentro del cuerpo humano.
Con ayuda de ingenieros, Donald adaptó un equipo industrial y empezó a experimentar primero con biopsias de tumores, comparando las imágenes con los cortes reales. En 1958 publicó los primeros resultados que mostraban el potencial de la técnica para distinguir tejidos y, poco después, aplicó en ginecología, abriendo la puerta a las primeras ecografías fetales. Lo que nació como un detector de fallos en barcos acabó revolucionando la forma de ver la vida antes de nacer.
