En los años 60 unos adolescentes realizaron un experimento para estudiar las consecuencias de dejar de dormir
En la navidad de 1963 dos jóvenes de California, Randy Gardner y Bruce McAllister, decidieron embarcarse en un experimento científico de inciertas consecuencias: uno de ellos dejaría de dormir y el otro documentaría lo que le pasaba.
A Randy le tocó quedarse despierto. Para entretenerse se dedicaba a jugar al baloncesto y a realizar actividades matemáticas. Bruce pronto contó con la ayuda de un investigador de la Universidad de Stanford, quién se había enterado del experimento por un periódico local.
El experimento duró once días, con lo que Randy batió el récord anterior de horas sin dormir, que estaba en algo más de diez días. Parece ser que a medida que pasaban los días, Randy se fue sintiendo peor. Llegó a sufrir alucinaciones, además de otros síntomas como cambios de humor, problemas de memoria y falta de concentración.
Aunque metodológicamente fue poco riguroso e improvisado, el experimento es uno de los pocos casos documentados de los efectos en humanos de la falta de sueño voluntaria. Actualmente, ninguna institución científica permite este tipo de experimentos, ya que pueden tener consecuencias negativas para la salud.
Podéis leer más en este fragmento del libro ¿Por qué soñamos? Y otras grandes preguntas sobre dormir y el sueño, de Pablo Barrecheguren, y del que El País publicó un fragmento hace unos días.