Fecha
Autor
David Nogués (Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC)

Montañas en ebullición: ¿destruiremos la morada de los dioses?

Las montañas son uno de los sistemas terrestres más frágiles del planeta, y son además fuentes de recursos para millones de personas. Es quizá por los servicios que nuestras sociedades han obtenido y obtienen de ellas, además de por sus valores estéticos y espirituales, que las montañas han sido consideradas como dioses u hogar de los dioses por muchas culturas. Sin embargo, estos ecosistemas se encuentran hoy en peligro por el cambio climático: en el siglo XXI se prevé un calentamiento de los sistemas montañosos del mundo del doble que en el siglo anterior.
El clima en la Tierra ha cambiado continuamente. En el pasado, durante la eras glaciales, montañas como los Pirineos alternaban periodos fríos donde los hielos cubrían grandes extensiones y momentos más cálidos en el que los glaciares retrocedían. La diferencia de éstos cambios con el actual cambio climático de origen antrópico se encuentra en que la velocidad de cambio actual es muy superior a la del pasado. Es esta velocidad la que pone en riesgo nuestra capacidad, y la del resto de especies, de adaptarnos a los posibles impactos.
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Glaciar de Monte Perdido en 1900 (derecha) y 1980 (izquierda)

Las montañas del mundo durante la segunda mitad del siglo XX registraron un aumento de la temperatura de 0.13 grados centígrados por década (en la segunda mitad de siglo XX, el aumento ha sido de 0.65 grados centígrados). Sin embargo, ahora el cambio proyectado por el equipo del Biodiversity and Global Change Lab (Museo Nacional de Ciencias Naturales) para el 2055 es de 3,2 grados centígrados (+0.4 grados por década) para un escenario de uso más intensivo de recursos fósiles, y de 2.1 grados centígrados (+0.26 C/década) para un escenario con menores emisiones de CO2.

Este aumento de las temperaturas puede poner en peligro los recursos que obtenemos de las montañas. El Karakorum, los Himalayas, los Andes o los Pirineos aportan servicios básicos como el agua para consumo y riego, o la producción eléctrica a miles de millones de personas que viven en India, China, Perú, Bolivia o España. Por lo tanto, además de que las montañas son el hogar de miles de especies vegetales y animales, muchas de ellas endémicas, son ecosistemas trascendentales desde el punto de vista económico y social. Por ejemplo, en áreas semiáridas o áridas, las montañas aportan entre el 50 y el 90% del agua dulce.

¿Pero que problemas o afecciones son esperables ante el aumento de las temperaturas para los ámbitos montañosos? En primer lugar, muchas especies de ámbito alpino no encontrarán los requisitos ambientales que necesitan para sobrevivir. Las plantas, por ejemplo, intentan moverse hacia zonas más altas para seguir encontrado los requisitos climáticos que necesitan. Sin embargo, muchas de ellas no se pueden mover a la velocidad necesaria y otras no podrán ir más arriba porque ya no habrá más montaña que subir. En cuanto a los recursos hídricos, los cambios más importantes pueden estar ligados a un cambio del régimen estacional de los ríos. Un aumento de las temperaturas conllevará una menor cantidad de agua acumulada en forma de nieve y hielo durante el invierno, y por lo tanto un descenso importante de los caudales durante la primavera. Ello, por ejemplo puede tener una repercusión importante en la generación hidroeléctrica. Un estudio reciente estima que los patrones regionales de producción hidroeléctrica para Europa del sur pueden ser más variables, y que reducciones de potencial hidroeléctrico del 25% pueden ser esperables durante el presente siglo.

Otra posible consecuencia con repercusiones económicas y ecológicas es la afección del aumento de temperaturas sobre las pistas de esquí. Para la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en un reciente análisis basado en evaluaciones científicas de detalle del cambio climático en los Alpes, sólo un porcentaje de estaciones de esquí muy reducido, aquellas situadas por encima de los 2000 metros, serán viables. Ello supone una advertencia muy seria para una industria turística que mueve setenta millones de turistas en los Alpes en un solo año. Esta situación es perfectamente extrapolable a la industria del esquí en España. Es por ello que parece razonable reconsiderar el papel de las estaciones de esquí cómo elemento económico dinamizador en los ámbitos montañosos de la Península Ibérica. Ya no son sólo razones de tipo ecológico las que se pueden contraponer a las estaciones de esquí como elementos de desarrollo, sino razones puramente de tipo económico.

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El calentamiento proyectado será mayor en las montañas de climas fríos o templados, mientras que será menor en las montañas de ámbitos tropicales. Así por ejemplo, sistemas montañosos localizados en el noreste de Asia como los de Chokot, Kolyma o los situados en la península de Kamtchatka se pueden calentar por encima de los 6º con un escenario de uso intensivo de recursos fósiles (A1fi) pare el 2050. Similar calentamiento pueden sufrir las montañas situadas en el norte de Canada. Para las cordilleras del Karakorum o el Himalaya se proyecta un calentamiento de unos 4º (A1fi). Para las montañas de nuestro entorno, los valores para el 2050 se sitúan entre los 2º y 3º grados (A1fi). La mayoría de montañas tropicales africanas, por ejemplo, pueden ver aumentada su temperatura entre 2º y 3º (A1fi) para 2050. Sin embargo, eso no supone que los impactos sean menor en las montañas tropicales. Muchos de los impactos en las montañas tropicales, situadas en países en vías de desarrollo o en sub-desarrollo, pueden tener efectos más perniciosos que en montañas de ámbitos económicos desarrollados por la escasa capacidad de adaptación de esos países.

Pero no sólo hemos de pensar en las consecuencias del cambio climático. Las montañas, como otros muchos ecosistemas, están sufriendo cambios acelerados de usos del suelo o de contaminación de sus sistemas hídricos. Por ejemplo, las montañas de nuestro entorno están sufriendo un proceso de revegetación que reduce los niveles de complejidad y diversidad paisajística, lo que a su vez conlleva posibles reducciones del número de especies en las zonas de montaña.

Ante esta situación, diversas son las estrategias a desarrollar para reducir los posibles impactos futuros. Más allá de la obligación de gobiernos y grandes compañías de reducir los niveles de emisión de gases contaminantes, el ámbito científico, apoyado por inversiones públicas y privadas, ha de desarrollar estudios a escalas espaciales y temporales de mayor detalle sobre los cambios climáticos futuros en zonas montañosas. Basándose en ellos, será posible posteriormente evaluar impactos específicos para distintos ámbitos (biológico, hidrológico, etc) y sectores económicos.


BIBLIOGRAFÍA

Nogués Bravo, D., Araujo, M.B., Errea, P. y Martinez Rica, J.P. 2007 Exposure of global mountain systems to climate warming during the 21st Century. Global Environmental Change doi:10.1016/j.gloenvcha.2006.11.007 . (www.elsevier.com/locate/gloenvcha)

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