Un estudio internacional ha analizado 72 genomas procedentes de Europa, Siberia y América del Norte que abarcan la historia entre perros y lobos durante 100.000 años
Todos los perros, desde los formidables pastores alemanes a los pequeños chihuahuas, descienden de los lobos: en algún momento durante la Edad de Hielo, hace unos 15.000 años, empezaron a acompañarnos, convirtiéndose en los 'fieles amigos' que son hoy. Múltiples estudios corroboran esta hipótesis. Sin embargo, lo que la ciencia aún no ha podido desentrañar es dónde exactamente ese primer lobo se acercó a las personas, o si fueron varios lobos en varios lugares los que comenzaron la relación de simbiosis que dura hasta hoy. Un nuevo estudio publicado en la revista ' Nature' y con participación española arroja nueva luz a la cuestión: en realidad, nuestros perros descienden de dos poblaciones de lobos diferentes.
Al menos los primeros perros del Medio Oriente, África y el Sur de Europa, cuyos genes revelan este antiguo rastro de sus ancestros.
Para llegar a esta conclusión, se formó un equipo internacional procedente de 38 instituciones en 16 países diferentes que analizaron 72 genomas procedentes de Europa, Siberia y América del Norte, incluida la cabeza completa y perfectamente conservada de un lobo de Yakutia (Siberia) que vivió hace 32.000 años y los restos de un cachorro de lobo de la misma zona de 18.000 años de antigüedad. En total, estos fósiles abarcan un periodo de 100.000 años de historia que relatan el periplo de cómo los lobos se convirtieron en perros.
«Esta es la primera vez que los científicos han rastreado directamente la selección natural en un animal tan grande durante una escala de tiempo de 100.000 años (que abarcan unas 30.000 generaciones de lobos y perros), viendo la evolución en tiempo real, en vez de reconstruirlo a partir del ADN actual», explica Pontus Skoglund, autor principal y líder de grupo del laboratorio Ancient Genomics en el Instituto Francis Crick, institución que encabeza la investigación. No es la primera vez que se plantea esta hipótesis, pero sí se trata de la colección de genes más amplia hasta la fecha. Y esta no fue la única sorpresa: «Encontramos varios casos en los que las mutaciones se extendieron a toda la especie de lobo, lo cual fue posible porque la especie estaba muy conectada a grandes distancias. Esta conectividad es quizás una de las razones por las que los lobos lograron sobrevivir a la Edad de Hielo mientras que muchos otros grandes carnívoros desaparecieron», indica Skoglund.
Analizando genomas
En concreto, al analizar todos estos genomas, el equipo descubrió que tanto los perros primitivos como los modernos son genéticamente más similares a los lobos prehistóricos de Asia que a los de Europa, lo que sugiere que la domesticación pudiera haber tenido lugar en algún lugar del este. Sin embargo, también encontraron pruebas que sugieren que fueron dos poblaciones separadas de lobo los que aportaron ADN a los perros. Es decir, los primeros perros del noreste de Europa, Siberia y América parecen tener un único origen compartido de la fuente oriental, pero los primeros perros de Medio Oriente, África y el sur de Europa parecen tener alguna ascendencia de otra fuente relacionada con los lobos en el Medio Oriente, además de la fuente oriental.
Hay varias teorías que podrían explicar esta doble descendencia: una es que los lobos fueron domesticados más de una vez y que, más tarde, las diferentes poblaciones se mezclaron entre sí. La otra posibilidad es que la domesticación ocurrió solo una vez, pero estos perros se mezclaron después con lobos salvajes. Sin embargo, con la tecnología actual, no es posible decantarse por una u otra.
«A través de este proyecto, hemos aumentado considerablemente la cantidad de genomas de lobos prehistóricos secuenciados, lo que nos permite crear una imagen detallada de la ascendencia de los lobos, incluso alrededor de la época de los orígenes del perro», explica Anders Bergström, coautor e investigador postdoctoral en el laboratorio Ancient Genomics en el Instituto Francis Crick. «Al tratar de colocar la pieza del perro en este puzzle, descubrimos que los perros proceden de, al menos, dos poblaciones de lobos separadas: una fuente oriental que contribuyó a todos los perros y una fuente más occidental separada, que aportó solo a algunos».
La importancia de lobos y perros andaluces
El siguiente paso del equipo será buscar el lobo más cercanamente emparentado con los perros, para poder determinar dónde es más probable que haya tenido lugar la domesticación. Para ello, incluirán nuevos genomas de otras zonas que no han sido incorporadas en este estudio, especialmente las meridionales. La Estación Biológica de Doñana, que para esta investigación ha colaborado con muestras e interpretando los datos, continuará su labor aportando datos de lobos del Pleistoceno antiguo y de perros del Paleolítico y de la Edad del Cobre procedentes de Andalucía y de otros lugares del sur de España y Europa.
«Estas muestras son particularmente importantes ya que los fósiles de lobos más antiguos se han hallado en las regiones meridionales de Europa», afirma Jennifer Leonard, investigadora en el centro dependiente del CSIC. «El problema es que es bastante difícil obtener ADN antiguo de estos huesos debido a que el clima de Andalucía favorece la degradación del material genético».
Otras conclusiones
Además de las conclusiones antes citadas, los investigadores observaron más hallazgos. Por ejemplo, observaron que, durante un período unos 10.000 años, una variante genética pasó de ser muy rara a estar presente en todos los lobos y perros de la actualidad. En concreto, esta mutación afecta al gen IFT88, relacionado con en el desarrollo del cráneo y la mandíbula. Los autores señalan que posiblemente la propagación de esta variante esté relacionada con un cambio en la dieta de los lobos, producido por un cambio en los tipos de presas disponibles durante la Edad del Hielo y que proporcionaron una ventaja evolutiva a los lobos con una determinada forma de la cabeza. Sin embargo, el gen también podría ser responsable de otras funciones 'ocultas' y aún desconocidas en los lobos. «Series de tiempo similares de todo el genoma de la Edad de Hielo, en humanos u otros animales, podrían proporcionar nueva información sobre cómo ocurre la evolución», señala Skoglund.