Fecha
Autor
Juan José Ibáñez (Centro de Investigaciones Sobre Desertificación. CSIC-UV)

Los Biocombustibles y la Fábula de la Cigarra y la Hormiga

¿Han oído hablar del cambio climático? ¿No? ¿Y del Desarrollo Sostenible? ¿Tampoco? ¿Y de la "Bobalización" Económica? ¿Se acuerdan de la Fábula de la Cigarra y la Hormiga? De eso sí ¿verdad? Bueno pues es más de lo mismo. No entraré a detallar qué son los biocombustibles, sus diferentes tipos, o sus posibles perspectivas de futuro. Tampoco abundaré en cifras, tecnicismos, y menos aun en referencias bibliográficas. Digamos simplemente que todo el material aquí utilizado ha sido extraído del boletín de noticias y del sistema de weblogs de <STRONG>mi+d</STRONG>, así como del Portal del <A href="http://www.portaldelmedioambiente.com/index.asp" target=_blank>Medio Ambiente</A>, salvo una excepción bien documentada. En ellos podrán encontrar mucha más información de la que pudiera incluir aquí.<BR><BR> <DIV align=center><IMG height=120 alt=Cigarra_y_hormiga hspace=10 src="/gestion2006/img/Noticias/Cigarra_y_hormiga1.jpg" width=373 border=0></DIV>
Hay quienes dicen que los biocombustibles nos servirán para disminuir las emisiones de gases de invernadero y como corolario, ayudar a frenar el calentamiento climático. Otros añaden que también nos ayudarán a diversificar las fuentes de energía, y por tanto nuestra dependencia del exterior en esta materia. A menudo, también se nos comenta que con su auxilio lograremos alcanzar un desarrollo sostenible. Hay quienes afirman que se trata más de un tema energético y económico que de tipo ambiental. Por último, están los que sólo ven nuevos modelos de negocio e intentan convencer al público de una gran oportunidad en materia de innovación y desarrollo tecnológico.

No cabe duda de que la obtención de biocombustibles es un fin legítimo y muy aceptable con vistas a la diversificación de las fuentes energéticas y la lucha contra el calentamiento climático. El problema estriba en conciliar lo que se nos vende, con una realidad ambiental y social que se ofusca en demostrar todo lo contrario: ¡Las cifras no cuadran!, por mucho que se empeñen los que defienden intereses inconfesables (el vil metal, como siempre). Y a los que les crean, tan solo mentarles que están muy equivocados: por favor, no terminemos otra vez exclamando lo del "elogio a la tontuna colectiva". Pero vayamos por partes.
  • Por un lado se dispone de tecnología con vistas a la obtención de biocombustibles. Más aún, en los últimos tiempos están apareciendo una miríada de nuevas alternativas y mejoras tecnológicas dignas de consideración. Sin embargo, existen muchas posibilidades diferentes, por lo que la decisión final de cual o cuales son las idóneas no sólo depende de factores tecnológicos, sino de otros sociales y ambientales.
  • Otra cuestión bien distinta consiste en saber el precio que debe pagarse, así como el porcentaje de la demanda energética que puede cubrir en cada país esta fuente de energía. Recordemos que está subvencionada, por lo que cuestan más al ciudadano de lo que parece.
  • Las multinacionales se han lanzado agresivamente a este nuevo negocio, sin reparar en las consecuencias de sus actos y decisiones. El periódico Expansión nos informaba de los pingües beneficios de Abengoa este año a causa de su apuesta por los biocombustibles. Empero "ABC Periódico Electrónico" da una lista detallada elogiando el gran negocio desatado por las empresas españolas: Iberdrola, Abengoa, Ence, Fersa, Tafisa, Cener, Endesa, Valoriza, Ebro Puleva, Sos y Cie Automotive, entre otras. Su auge atrae también a Richard Branson, Bill Gates, Paul Allen, y otro largo etc.
  • Finalmente, mentar que tras las decisiones del gobierno español se esconde otro trasfondo socioeconómico que no debe escapar a nuestra atención. Bajo el "Plan de Energías Renovables" (PER), subyace también un intento por mantener población en el mundo rural, tras la caída de los fondos destinados a tales menesteres al incorporarse a la UE países que los necesitan más. En la misma noticia del rotativo "ABC Periódico Electrónico", podía leerse: "Algo que debería servir para aumentar su aun escaso porcentaje en el total de energía primaria consumida en España, que en 2005 rondaba el 7% y que debe llegar al 12,9% en 2010, según el PER".

Se equivocan de pleno los que consideren que los biocombustibles pueden llegar a alcanzar altas cuotas de autoabastecimiento energético, al menos bajo los planteamientos agropecuarios y aún agrosilvopastorales (es decir incluyendo la biomasa que pudiera extraerse de la limpieza de nuestros montes). Tampoco es necesario, si atendemos a otras fuentes renovables, como la eólica, solar, pilas de combustible, etc. La cuestión, como en economía, consiste en diversificar las fuentes o inversiones, hasta extraer de cada una lo que es razonable minimizando riesgos.

Cuando se habla con un científico o un tecnólogo que trabaje sobre el tema, es lógico que nos informe a cerca de la viabilidad del proceso y el futuro prometedor que nos deparará. Y seguramente lo diga con toda la franqueza del mundo. Si se le pregunta a un empresario, hablará de las bondades y enormes expectativas que ofrece su negocio a los accionistas. Los políticos, por su parte dan una de cal y otra de arena. En consecuencia, la intoxicación que recibe el ciudadano, según la fuente consultada, comienza a ser de las que marcan épocas: nauseabundamente tendenciosa.

Aunque tarde, la ONU, la OCDE y la UE, tras un entusiasta y acrítico apoyo inicial, han comenzado a recular y reconocer, tanto que la eficiencia energética y económica no está tan clara, como que comienza a generarse más pobreza en el tercer mundo, de donde se importa gran parte de las materias primas para la elaboración de los biocombustibles, o de sus productos más o menos transformados. En una sociedad en donde el precio del grano para biocombustibles comienza a superar al del consumo humano hay algo que no anda bien. Veamos brevemente las noticias que llegan por la Web desde Latinoamérica:

  • La subida de los granos básicos para la alimentación ha comenzado a despertar airadas protestas de los campesinos de muchos países.
  • En ciertos lugares se está expulsando a estos últimos de las tierras, con vistas a expandir el negocio agroenergético.
  • Zonas de interés natural, como la propia Amazonia, se siguen deforestando (pérdida de biodiversidad), pero ahora con vistas al "agronegocio"
  • Numerosas multinacionales están comprando vastas extensiones de tierra (o alquilándolas por plazos superiores a diez años), subiendo el precio de las mismas (Léanse diversas noticias en el rotativo argentino "La Nación"). Más aún, para mostrar su torpeza, un colega de cierto país me comentaba jocosamente que les estaban vendiendo "Natraqualfs" a precios que nadie que tuviera conocimiento de suelos compraría, pero como no van bien asesorados (...) cuando se den cuenta de su adquisición (...). No entraremos aquí a hablar de edafología.
  • Los precios de los alimentos básicos en los países del tercer mundo suben desorbitadamente subsumiendo en el hambre a millones de personas que ya vivían en el umbral de la pobreza.

Por otro lado, la prensa española comenta "la producción de biodiésel supone una alternativa de uso para el suelo, ya que evita los fenómenos de erosión y desertificación a los que pueden quedar expuestas las tierras agrícolas que, por razones de mercado, están siendo abandonadas". Se trata de una declaración desafortunada, por no decir "falsa de solemnidad". La retirada de tierras tiene efectos ambiguos. En unos casos es cierto que promueve la erosión, pero en otros muchos ocurre lo contrario. Por tanto, su nueva puesta en cultivo puede generar más problemas ambientales que resolverlos. Más aún, si los cultivos agroenergéticos deben ser rentables a la fuerza, habrá que hacer uso del riego y generosas dosis de fertilizantes. A estas alturas casi todo el mundo sabe que no es agua lo que precisamente sobra en este país, y que los regadíos consumen entre el 70 y el 80% de nuestros recursos hídricos. Del mismo modo, el uso de agroquímicos generará una mayor contaminación difusa de suelos y aguas. Pero aquí no termina todo. Una buena producción requiere hacer uso de buenos suelos, no de tierras marginales como algunos quieren vender al ciudadano. Pues bien, resulta que cada vez tenemos menos suelos de calidad, debido a la "cultura del ladrillazo" y las "pelotitas de golf" que la acompañan, lo que implica un gasto adicional de agua para riego y consumo humano. ¿Se acuerdan de la fábula de la cigarra y la hormiga? Con toda seguridad, no se implantarán los cultivos de biopetroleo en zonas con suelos y relieve que dieran lugar a paupérrimas cosechas, a no ser que las subvenciones (...)

Estoy plenamente convencido de que el cultivo de biopetróleo apenas nos ayudará a paliar la factura energética. De continuar con la estrategia actual, terminaremos por deteriorar el ambiente a la par que necesitaremos importar todo tipo de alimentos, ya que nuestros terrazgos estarían destinados a alimentar a los automóviles. Pero existen otras alternativas. Me refiero concretamente al reciclado de los residuos orgánicos y a la generación de biorreactores que no invadan nuestro agro.

Por un lado, el incremento en la producción de residuos deviene en pandemia. Por lo tanto, desarrollar nuevas tecnologías y mejorar las existentes, puede servirnos para matar "dos pájaros de un tiro". ¿Qué mejor forma de eliminar residuos que hacer buenos negocios con ellos? Ya se están comenzando a tomar iniciativas con vistas a extraer biocombustibles de los desechos de las industrias cítricas, olivareras, etc. Bienvenidos sean. Cuanto más residuos se reciclen tanto mejor.

Del mismo modo, parece que comienzan a diseñarse biorreactores, que como los basados en la producción primaria de las algas, podrían generar mucho biocombustible, tanto por la naturaleza de su biomasa, como por la velocidad con que esta puede llegar a crear. Sin embargo, sorprende que estas noticias, cuando no provienen de canales oficiales o de empresas, reciban en nuestro país todo tipo de descalificaciones por parte de "otros implicados" (empresarios, investigadores, etc.).

Insistimos en que el futuro de los biocombustibles pasa por el reciclado de los residuos orgánicos (que existen en abundancia, por desgracia) y de fuentes novedosas. La siembra no es más que una solución pasajera. Alcanzar una cuota del 10% de biocombustibles fósiles para el 2020, tal como demanda la UE no debe obligarnos a reconvertir la agricultura de millones de hectáreas, si tenemos en cuenta la necesidad de riego y fertilizantes, Recordemos que en este país tan solo disponemos de poco más de tres millones de hectáreas de regadío. Si pensamos que una buena parte de los biocombustibles deberá provenir del exterior de nuestras fronteras, debemos pensar en no generar más desigualdades y pobreza en el tercer mundo, mutilando también su soberanía alimentaria. Esta es también la opinión de la ONU, la OCDE, CORDIS (es decir la UE), etc. En una nota de prensa reflejada por el boletín de noticias mi+d puede leerse: "Un informe de la ONU sopesa los pros y los contras de los biocombustibles" basados en la agricultura. La OCDE ha sido aun más rotunda, advirtiendo de las hambrunas pueden crecer alarmantemente en los países pobres mientras que la subida de los precios del pan, carne, huevos, etc. en los países desarrollados elevara ostensiblemente el IPC.

Posiblemente ustedes no recuerden la crisis energética de finales de los 70, así como de los alegatos que, hace unos "30 años", se hicieron a favor de los "biocombustibles". Entonces se hablaba de agricultura energética o agroenergética (por favor echen mano de hemeroteca). Veamos un ejemplo que dejará las cosas en su sitio. Por aquel entones, apenas se conocía nada acerca del calentamiento climático, empero ante una abrupta subida del crudo provocada por cuestiones geopolíticas, ya se comenzó a reconocer la necesidad de apelar al uso de los biocombustibles, lo que refuerza mi tesis de que el problema que preocupa a la economía global no es el cambio climático, sino la provisión energética. Por aquellas fechas se argumentaba que, habida cuenta de que el petróleo se iba a acabar, más valía comenzar a trabajar en nuevos modelos de abastecimiento energético. Sin embargo, el precio del crudo retrocedió y el plan agroenergético de hace treinta años terminó en agua de borrajas. ¿Se acuerdan de la fábula de la cigarra y la hormiga? No resulta casualidad que Brasil desde los años 80, por seguir incidiendo en tal alternativa, sea hoy el mayor fabricante de bioetanol (45% de la producción mundial).

El otro día, buscando unos datos en uno mis trabajos de hace años, me topé con el primer artículo que publiqué, cuando estaba haciendo el servicio militar en Salamanca. Lo firmaba con mi sargento de IMEC, y versaba sobre la viabilidad de que las dehesas españolas fueran rentables (hoy hablaríamos de sustentabilidad, palabra que de tanto usarse inadecuadamente carece ya de todo significado). Permítanme que reproduzca unos párrafos que escribí en 1979 y publiqué en 1980 y 1981. Tenía unos veinticuatro añitos y comenzaba en esto de la ciencia (novato total):

"Como consecuencia de la crisis energética estamos asistiendo una profunda búsqueda de posibilidades para sustituir el petróleo y sus derivados por nuevas fuentes energéticas. Más concretamente algunos países, entre ellos España, están considerando la utilización de recursos renovables naturales que tengan su origen en los ciclos biológicos.

Según los datos del Plan Nacional de Investigaciones Agroenergéticas, la energía total fijada por la biomasa vegetal en un año (1,9 x 1018 Kcal.), es diez veces mayor que la demanda energética anual en el planeta (8,3 x 1016 Kcal.). Se trata sencillamente de no esperar el paso de los años y la transformación en fósiles de esas estructuras vegetales. La agroenergética permite abrir nuevos caminos y (...) Los estudios realizados hasta ahora permiten ser optimistas, dado que no sólo se han obtenido combustibles, sino también compuestos orgánicos más sencillos que pueden servir como materias primas para su aprovechamiento en la industria química. La biomasa que se obtiene con fines energéticos precisa de una serie de transformaciones para poder ser utilizada, siendo las más importantes (...)

En unas declaraciones del presidente del INIA afirmaba que "si España explotara el 'petróleo verde' de que potencialmente dispone, podría sustituir el 10% de la energía total que consume, mediante esta fuente alternativa". Moviéndonos en el terreno de la hipótesis, nuestro país podría autoabastecerse del total de la energía que consume si dedicara 15 millones de hectáreas al laboreo de biomasa. Evidentemente esto no es posible, pero sí nos puede dotar de perspectiva suficiente para situar a la biomasa en el lugar que le corresponde dentro de la cadena energética del futuro inmediato.

Actualmente las investigaciones llevadas a cabo en nuestro país se centran en los siguientes tipos de cultivos: (A) Residuos forestales y agrícolas (...); (B) Cultivos vegetales. (C) Género Euphorbia- Estas especies contienen abundante látex, sustancia que acumula carbono en forma de hidrocarburos de peso molecular suficientemente bajo y pueden ser utilizados como combustibles. Presentan la ventaja adicional de que muchas Euphorbias están adaptadas a crecer en regiones áridas y semiáridas; (D) Biomasa forestal".


¿Qué les parece? ¿Se acuerdan de la fábula de la cigarra y la hormiga? Políticos y empresarios solo piensan a corto plazo y en beneficios inmediatos, ya sean euros o votos. ¡30 años después!, con un sabor ligeramente rancio aquellas frases siguen vigentes. De haber persistido en tal empeño, no nos encontraríamos con la crisis actual, ni en lo energético, ni en lo climático. Somos cigarras y así nos va.

Finalmente, tan solo decirles que no se dejen engañar, estamos dañando los intereses de otros pueblos, haciendo pasar más hambre aún a personas que viven en la miseria, cambiando biopetroleo por biodiversidad (deforestación de selvas tropicales húmedas), contaminación, degradación de suelos y soberanía alimentaria de los países del tercer mundo. Y no solo lo decimos unos pocos ambientalistas, sino la propia ONU, investigadores de las Universidades de Cornell y Berkeley, etc., pero claro está nuestra opinión ni vende ni parece ser políticamente correcta, al menos en España.

Mientras las empresas españolas han iniciado un desembarco en los países del tercer mundo, intentando sembrar todos los cultivos de biocombustibles que puedan, en el caso de EE.UU. las multinacionales dedicadas al negocio de la Web 2.0 (es decir Mountain View, el nuevo Silicon Valley) están desembolsando ingentes cantidades de dólares en "capital riesgo", apostando por subvencionar nuevas tecnologías revolucionarias. Obviamente, como siempre, el empresario español busca beneficios inmediatos (pero no innovación y desarrollo tecnológico), mientras que los estadounidenses apuestan por generar riqueza de cara al futuro. ¿No nos quejamos de esta actitud? ¿A que viene entonces tanta algarabía? ¿Se acuerdan de la fábula de la cigarra y la hormiga?

¡Biocombustibles sí!, pero no a costa de la alimentación mundial, ni la degradación ambiental.

Add new comment