Límite
Esfera ceñida de esferas que no pueden
escapar de la esfera única.
Manos esféricas ciñéndose a unas piernas
que se abrazan redondas, perfectísimas.
Si esta esfera que soy ya, que fui yo siempre,
desgajara de sí un anillo y lo arrojara,
se caería
cogido por un extremo, prolongándose
hasta pisar el polvo.
Ondularía siglos, y su música
subiría por temblores a la esfera
que le retiene siempre jamás, tan suyo.
Sería vertical, hasta que un siglo
la curva reclamara ser redonda
desde un albor sin ritmo.
Subiría otra vez a ser anillo,
anegándose por amor de querencia inmarchitable,
en la esfera total.
Yo he sido anillo,
tembloroso al caer, y erguida
me dejaba correr desde los tiempos...
Mas la esfera sintió que al fin mi esencia
debía descansar en lo redondo.