Antonio no es travieso, es ingeniero.
Sabe que, por detrás de la bombilla,
hay un tesoro, un pájaro que brilla
y un tren que silba desde el agujero.
Hay que encontrarlos. ¿Cómo? Y lo primero
que piensa, mientras baja de la silla,
es buscarle la feria de Sevilla
a tanto farolillo farolero.
Debe ser por aquí, se dice. Busca
un enchufe -al igual que hacemos todos-
y un alambre.., ¡Ahí voy, locomotora!
Pero, ay dolor, los dedos se chamusca.
Y el calambre le llega hasta los codos
mientras, a oscuras, media casa llora.