El mundo exclama: <<¡Cosas de españoles!>>…
Contemplamos a Goya de hinojos y rezando ante un espejo,
a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
tuvo un sudor de nube el paso llano
o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
o a Cajal devorado por su pequeño infinito…