Kazuo Ishiguro, premio Nobel de Literatura. / fill (PIXABAY)
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El escritor británico Kazuo Ishiguro, Nobel de Literatura

La Academia sueca le premia por haber "descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo, a través de novelas de gran fuerza emocional".

Kazuo Ishiguro ha sido galardonado con el premio Nobel de Literatura 2017, según ha dado a conocer Sara Danius, secretaria permanente de la Academia sueca en Estocolmo. El escritor británico toma el relevo del anterior galardonado, Bob Dylan. De esta manera, la institución cumple con la tradición de anunciar un jueves el ganador del premio literario. Según la Academia Sueca, Kazuo Ishiguro "ha descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo a través de novelas de gran fuerza emocional".

Ishiguro nació el 8 de noviembre de 1954 en Nagasaki (Japón), pero a los seis años se trasladó a Inglaterra junto con su familia. Su padre, oceanógrafo de profesión, empezó a trabajar en plataformas petrolíferas del Mar del Norte. Desde los 5 a los 12 años estudió piano y se graduó en la Universidad de Kent en 1978, haciendo después un posgrado de Literatura Creativa en la Universidad de East Anglia. Al salir de la universidad, comenzó a escribir guiones para series de televisión y pequeños relatos. En 1982 publicó su primera novela, Páli­da luz en las colinas, a la que seguirían Un artista del mundo flotante (1986), Los restos del día (1898), Los inconsolables (1995), Cuando fuimos huérfanos (2000), Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado (2015), además del libro de relatos Nocturnos (2009).

GENERACIÓN DE LOS 80

Se trata de uno de los más brillantes representantes de la mítica generación británica de los 80, que lanzó a escritores como Salman Rushdie o Martin Amis a la conquista del mundo, literariamente hablando. Maestro en el género de la ciencia ficción, Ishiguro es, además, uno de los autores que mejor ha sobrevivido al paso del tiempo gracias a novelas como las ya mencionadas Un artista del mundo flotante, Los restos del día (la adaptación cinematográfica la dirigió James Ivory en 1993) o la magnífica Nunca me abandones (llevada al cine en 2010 por Mark Romanek). En esta última, su estremecedora fábula futurista se instala en la década de los 90 del siglo XX. El futuro verosímil del que habla, y posiblemente advierte, parece haber sido pacíficamente asumido por todos, sin grandes revueltas y, sobre todo, sin una gran sensación de resistencia ni alboroto.

En la actualidad, su obra, junto con la de Julian Barnes, Ian McEwan o Graham Swift, simboliza un compromiso riguroso con no bajar el listón. Pese al paso del tiempo, y la llegada de las más diversas modas literarias, Ishiguro se ha mantenido firme -y por eso le premia la Academia- en su decisión de no ceder terreno en esos retos estilísitcos y de lenguaje, en esa renovación y replanteamiento contínuo de temas, así como en ese impulso de riesgo. Con las cinco exquisitas y melancólicas historias reunidas en Nocturnos, el escritor británico volvió a demostrar la poco convencional pasta de la que está hecho como escritor. Las rupturas sentimentales, los últimos momentos biográficos de una pareja y unos triángulos improvisados muchas veces por un voyeur son recurrentes en esos cuentos.

TOLKIEN Y JUEGO DE TRONOS

Con El gigante enterrado, publicada hace un par de años, Ishiguro dio su golpe de timón más audaz: una leyenda post-arturiana y tolkienística con ogros, castillos, monjes y barqueros que te cruzan a la isla de los muertos y un espeso manto de niebla exhalada por un dragón de nombre Querig que ha borrado buena parte de las reminiscencias de los habitantes de un aldea inolvidable. Como en sus libros anteriores, nada parece interesar más a Ishiguro que desmitificar a la vez que propone una nueva mitología -el Nobel de este año es uno de esos talentos únicos que, por singulares, siempre imponen sus innegociables condiciones-.

Tanto es así que a Ishiguro se le puede leer como a un J. R. R. Tolkien hastiado de las imposiciones del género fantasy que ayudó a erigir y súbitamente interesado por los tics del western inspirado por lo samurai o como si Samuel Beckett hubiese sido contratado como guionista para Juego de tronos.

Antes de recibir el Nobel de Literatura, el británico ha sido merecedor de numerosos premios, entre ellos el Booker (1989) por Los restos del día. En 1995 fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico y en 1998 Caballero de las Artes y las Letras por el Gobierno francés. Su obra, publicada en castellano por la editorial Anagrama, ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. En la actualidad vive en Londres.

CONTINENTES Y LENGUAS

El japonés Haruki Murakami, el keniano Ngugi Wa Thiong'o, el sirio Adonis y el israelí Amos Oz eran algunos de los nombres que más sonaban en las quinielas de este año. Murakami encabeza desde hace años los pronósticos previos, más por ser un éxito de ventas que por contar con la admiración de la crítica, al contrario que otros supuestos candidatos como los citados, la canadiense Margaret Atwood, el italiano Claudio Magris o los estadounidenses Philip Roth, Don DeLillo y Joyce Carol Oates.

En más de un siglo de existencia del galardón, la Academia sueca ha alternado elecciones cantadas -como pasó con el turco Orhan Pamuk (2006)-, con nombres inesperados -la austríaca Elfriede Jelinek (2004), la alemana Herta Müller (2009)- u otros que se creían olvidados, como Mario Vargas Llosa (2010). Aunque la institución insiste siempre que no premia ni literaturas ni países, sino autores, sus decisiones a veces parecen seguir un criterio de rotación de continentes y de lenguas.

Desde su creación en 1901 el Nobel de Literatura ha distinguido a 114 autores, 14 de ellos mujeres, y en cuatro ocasiones ha sido compartido, la última vez en 1974 (Harry Martinson y Eyvind Johnson). La prosa, con 76 representantes, es el género más reconocido por la Academia, que ha premiado a 28 autores en lengua inglesa, 14 en francés, 13 en alemán y 11 en castellano.

El español José Echegaray abrió en 1904 la lista de autores patrios, que incluye a Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Vicente Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1989). Los chilenos Gabriela Mistral (1945) y Pablo Neruda (1971), el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1967), el colombiano Gabriel García Márquez (1982), el mexicano Octavio Paz (1990) y el peruano Vargas Llosa completan la lista de representantes de la lengua española premiados con el Nobel de Literatura.

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