La energía
El razonamiento puro -puro como el diamante
asaltado por un golpe de sol-
nos permite formamos
una imagen sublime de este mundo;
tal escribió Max Planck, un genio ingenuo.
¿Hay razón sin afecto, pureza sin capricho,
imagen sin temblores?
Lo curioso es que el físico, en su libro,
la primera palabra que pronuncia
no es evidencia, ley, ni hecho:
es entusiasmo.
(Cuando digo tu cuerpo no es la vasta
urdimbre de tejidos, de músculos en arco,
de sangre revoltosa o de nervios veloces
lo que nombro, aunque también lo sea
como sin duda hay química en el modo
que frecuentas de hablarme en voz menuda...
La energía del nombre se transmite
a cada movimiento, gana peso el espacio,
el tacto se duplica y aumenta lo probable.)
Y a ti, Max Planck, que amabas la entropía:
¿qué misterioso impulso de poleas
te empujó a trocar cartas con el señor A. Sommerfeld
a intercambiar poemas como aquel de la flor
que corona tu ensayo sobre ciencia?