Así, pues, estas constelaciones, siempre
en el mismo espacio, cubren el cielo,
formando con sus fuegos un artesonado de
variadas figuras. Por encima de ellas no
hay nada; ellas son la cima del universo.
La casa común de la naturaleza, que abarca el mar y las tierras
planas, se encuentra encerrada dentro de estos límites. Todos
los astros salen y se ponen con un movimiento sIempre concorde,
por donde de pronto se ocultó el cielo y por donde,
habiéndose dado la vuelta, resurge. Hay otras estrellas, que