• Elementos de filosofía

    El camino que baja
    y el camino que sube
    son uno y el mismo
    dice Heráclito

    Pero el hombre que sube
    por esa escalera
    y el hombre que baja
    con la mirada perdida
    no son uno y el mismo

    Los caminos de la vida
    y los caminos de la metafísica
    no siempre conducen
    a la misma parte

  • Número imaginario

    Lector que estás leyéndome en algún interino
    declive de la noche, ¿qué sabes tú de mí?
    ¿En qué despeñadero de qué historia
    podemos encontramos?

                        Quienquiera que tú seas
    te exhorto a que me oigas, a que acudas
    hasta estos rudimentos del recuerdo
    donde me he convocado a duras penas
    para poder al fin reconocerme.
    Ven tú también si me oyes hasta aquí.

  • La botánica

    Paracelso llevaba una flor en cada mano:
    una, amarga y concreta, le enseñó
    la mezcla de lo exacto que embellece
    la ciencia en los manuales.
    Improbable, la otra
    le tentaba la sien más distraída
    dibujándole pozos sin final
    allí donde las brújulas se pierden.
    Su sabor, imagino, era más dulce.
    Botánica secreta,
    igual que a Paracelso
    permíteme espiarte las raíces,
    que tu tallo al hervir se transparente
    aunque sea un instante y luego sigas
    creciendo por la tierra alborotada,
    impregnando la atmósf

  • Epílogo [darwin]

    Pero queda todavía una chance:
    que se acabe este funesto big bang,
    que el universo empiece a contraerse
    y a enfriarse, camino del gran crunch:
    acabarían entonces los adioses,
    los alejamientos, las separaciones:
    se invertiría la flecha del tiempo,
    moriríamos antes de nacer,
    la gigantesca nuez del coco
    iría a parar a la basura
    aún antes de que partiéramos el dicho
    coco, o más bien, uniéramos sus partes:
    primero el vagabundeo de Ulises,
    después la guerra de Troya, y recién
    a lo último, el juicio de Paris: le saca
    a Helena la manzana, piensa qué hacer,<

  • Homenaje a raimundo lulio

    Cualquier estupidez sostenida concuerda.
    Cualquier sistema es bello; cualquier belleza, cierta.
    Cualquier orden provoca disparates y estrellas;
    cualquier rueda, si rueda, se destruye a sí misma.

    Quizá Raimundo Lulio con su Ars Magna de niño
    y las combinaciones de sus falsos prodigios,
    lograba, y era ciencia, cierto misterio vivo,
    y quizá en lo tonto de su juego, estallidos.

  • Gamma-2

    Cuanto más sabemos y más ancho vemos, más
    comprendemos que dependemos de cosas minúsculas.
    ¿Cuántos ángeles pueden posarse simultáneamente en la
    punta de una aguja?, preguntaba un Magíster de la
    Universidad de la Sorbona, allá por el siglo XIII.

    ¿Y por qué tan neutral, tan seguro de sí mismo
    Don Neutrón?
    Uno anda dando vueltas con sus eléctricas cargas
    y él, estable, ni se entera
    de que uno, aunque chiquito, podría como una broma
    armarle la de no-Dios,
    la desintegración.
    Basta un salto, quanto o tanto,
    ¡y se acabó, señorón!

  • La gracia de tu rama verdecida

    Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
    te erguiste en desnudez y desaliento,
    sobre una gran alfombra de hojarasca
    que removía indiferente el viento...

    Hoy he visto en tus ramas la primera
    hoja verde, mojada de rocío,
    como un regalo de la primavera,
    buen árbol del estío.

    Y en esa verde punta
    que está brotando en ti de no sé dónde,
    hay algo que en silencio me pregunta
    o silenciosamente me responde.

  • Astronomía

    Así, pues, es posible que la naturaleza de la tierra,
    ofreciendo los principios al alado fuego, haya engendrado los cometas;
    también es posible que la naturaleza, de forma misteriosa,
    haya creado esas antorchas como estrellas que brillan con tenue llama
    en el cielo; pero el Titán -con su violento ardor atrae hacia sí a los brillantes
    cometas, los absorbe en su propio fuego y enseguida los abandona,
    como hacen el Cilenio y Venus (cuando este planeta trae la noche,
    una vez encendido su lucero vespertino), que se ocultan con frecuencia,

  • El fonendoscopio

    El fonendoscopio es el único instrumento capaz
    de situar la subterránea tristeza del corazón.

    Plantaciones de margaritas, cubiteras de hielo,
    obuses rojos, se descubren con increíble asombro
    al.

  • Oda a la crítica

    Toqué mi libro:
    era
    compacto,
    firme,
    arqueado
    como una nave blanca,
    entreabierto
    como una nueva rosa,
    era
    para mis ojos
    un molino,
    de cada hoja
    la flor del pan crecía
    sobre mi libro:
    me cegué con mis rayos,
    me sentí demasiado
    satisfecho,
    perdí tierra,
    comencé a caminar
    envuelto en nubes
    y entonces,
    camarada,
    me bajaste
    a la vida,
    una sola palabra
    me mostró de repente
    cuanto dejé de hacer
    y cuanto pude
    avanzar con mi fuerza y mi ternura,
    navegar con la nave de mi canto.


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