El corazón del mundo sufre. / Geralt (PIXABAY)
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El corazón del mundo sufre

La salud cardiaca del planeta está empeorando, está relacionada con un tercio de las muertes. España está entre los países que menos fallecidos por patologías coronarias padece.

"El mundo de la medicina cardiovascular se enfrenta a una curiosa paradoja. Por un lado, podemos disfrutar de un grado de desarrollo inédito en la especialidad. Por otro, la principal causa de muerte en el mundo sigue siendo el corazón". Son palabras del eminente cardiólogo español Valentín Fuster con motivo de la publicación del último gran informe sobre la salud cardiaca del planeta publicado en la revista Journal of American College of Cardiology, que él dirige. El informe es alarmante. Precisamente una de las áreas de investigación médica en la que más hemos avanzado durante las últimas décadas sigue viendo cómo las estadísticas de mortalidad y morbilidad por enfermedad cardiovascular superan a las del resto de males. De hecho, una tercera parte de todas las muertes que se producen en el mundo se deben a ella.

El informe, que ha analizado la salud cardiaca de todos los países del globo durante los últimos 25 años, confirma que las regiones con mayor incidencia del problema (infartos, insuficiencias cardiacas, trombos, ictus...) son Europa del Este, Asia Central, Oriente Medio y Suramérica.

En regiones como Europa Occidental, Estados Unidos, Australia y Japón, los datos parecían haber mejorado hace 20 años, pero en el último lustro han vuelto a estabilizarse, cuando no a repuntar.

¿Qué le está pasando a la salud del corazón del planeta? ¿es que nos hemos olvidado de la enfermedad cardiaca?

El principal autor de la investigación, el doctor Gregory Roth, de la Universidad de Washington, es taxativo: "El resultado es alarmante, una preocupante amenaza para la salud global. La mortalidad por enfermedad cardiovascular ha dejado de decrecer en los países ricos y no ha dejado de crecer en los más pobres".

En el año 2015 había más de 400 millones de personas afectadas por enfermedades cardiacas y casi 18 millones de muertes anuales. Desde 1990 hasta 2010, la mortalidad por estas causas cayó globalmente. Sin duda, las mejoras en la atención sanitaria en los países ricos y el cambio en algunos hábitos como el de fumar impulsaron una ligera mejora en la situación. Pero en los últimos cinco años el progreso se ha detenido. En 1990, morían 339 personas de cada 100.000 por algún problema de corazón. En 2010, lo hacían 307. En los próximos cinco años se espera un mantenimiento de este dato o, a lo sumo, una ligera caída.

El estudio ha analizado los datos disponibles a nivel mundial sobre la incidencia de aterosclerosis, fibrilación atrial, infarto, ictus, deficiencia de vascularización periférica y otros males comunes relacionados con nuestro aparato circulatorio.

El África subsahariana es el lugar del mundo con peores datos al respecto. Las comunidades más ricas de Singapur, Japón y Corea del Norte son las que mejores resultados obtienen. También destacan por positivas las estadísticas de Chile y Argentina.

En cuanto a la mortalidad, los países donde estos males generan más muertos son los de Asia Central y Europa del Este. Los países con menor mortalidad son Japón, Andorra, Perú, Francia, Israel y España.

Parece demostrado que existe una relación directa entre la evolución económica de un país y la salud coronaria de sus habitantes. Los índices sociodemográficos que relacionan educación, tasas de natalidad y renta familiar muestran que cuando un país mejora en esos ratios, su salud cardiaca se beneficia, pero sólo hasta un cierto umbral en el que la mejora del corazón parece estancarse.

De entre todas las posibles complicaciones, la enfermedad isquémica es la causa más importante de pérdida de la salud en todo el planeta, excepto en África subsahariana. En 2015 hubo 110 millones de personas afectadas por ella.

El ictus es la segunda causa de enfermedad. Nueve millones de personas sufrieron un ictus primario (es decir, por primera vez) en 2015. Le sigue en la funesta lista el infarto, con más de 7 millones de casos.

Según los autores del estudio, que los datos globales de enfermedad cardiaca pudieran bajar desde 1990 hasta 2010 demuestran que el mal es combatible. Pero el repunte en el último lustro hace saltar la voz de alarma. Quizá la atención a otras enfermedades también globales como la diabetes y el cáncer nos hayan hecho bajar la guardia ante el mayor asesino de nuestro tiempo: el mal del corazón.

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