Fecha
Autor
Joaquín Goyache Goñi (Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria <br><A href="http://www.vigilanciasanitaria.es/"TARGET = "_blank">VISAVET</A><br> Universidad Complutense)

Casos humanos por virus Influenza A H1N1: un rápido tránsito desde la "gripe porcina" hasta la "nueva gripe"

La Influenza Porcina (también conocida como "gripe porcina") es una enfermedad respiratoria aguda de los cerdos causada por virus de la Influenza tipo A. La enfermedad se caracteriza por su súbita aparición, con presencia de tos, problemas respiratorios, fiebre y decaimiento, seguida de una rápida recuperación de los animales. La mortalidad, generalmente, es muy baja. La influenza como enfermedad de los cerdos fue reconocida por primera vez durante la pandemia de los años 1918 y 1919, la conocida como "Gripe Española".
A juzgar por los datos obtenidos a lo largo de la historia, las tan temidas pandemias de gripe tienden a producirse, como media, unas tres o cuatro veces cada siglo. Sin embargo, la aparición de una pandemia de gripe es impredecible. En el siglo XX, a la gran pandemia de gripe de 1918-1919, que según se estima causó entre 40 y 50 millones de muertos en todo el mundo, siguieron las pandemias de 1957-1958 y 1968-1969. No obstante, y teniendo en cuenta la relativamente baja fiabilidad de los datos de mortalidad de principios del siglo pasado, se debe situar esa pandemia en el contexto de esos años, en plena Primera Guerra Mundial, con un gran movimiento de tropas a través del océano Atlántico, jóvenes en trincheras, desnutridos, parasitados y estresados y, algo que no se debe olvidar, sin la existencia de antibióticos con los que poder controlar las infecciones bacterianas concomitantes, ni, por supuesto, antivirales. Sin duda, y a pesar de la gravedad de una posible pandemia en los países desarrollados, la mayor cantidad de bajas se produciría en países en vías de desarrollo, donde a la inexistencia de un método de vigilancia o un sistema sanitario solvente y que llegue a toda la población, se sumará la presencia de otras enfermedades (muchas de ellas inmunosupresoras como el SIDA), la desnutrición, etc.

La Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió ayer, día 29 de Abril de 2009, un comunicado en el que indicaba que "tras evaluar todas las informaciones disponibles, y después de realizar varias consultas con expertos, he decidido elevar el nivel de alerta de pandemia de gripe desde la actual fase 4 a la fase 5".

Por lo tanto, a partir de estos momentos, todos los países deberían activar de forma inmediata los procedimientos de preparación para enfrentarse a una pandemia, permaneciendo en alerta ante posibles brotes inusuales de síndromes gripales y de neumonías graves.


Entre otras medidas más o menos estrictas dependiendo del país (en México, y según declaraciones de su Presidente, se van a suspender la mayoría de las actividades no esenciales, y que conlleven una concentración de personas, entre los días 1 y 5 de mayo, festivos en ese país), se debería proceder al incremento de la vigilancia, la detección y el tratamiento precoces. Este paso de la OMS a una fase superior de la alerta es una señal a los gobiernos, al sector farmacéutico, al mundo empresarial y a la sociedad en general, de que se deberían adoptar medidas de forma cada vez más urgente. Por lo tanto se están dando los últimos pasos para declarar el estado de pandemia, ya que el máximo nivel de alerta es 6.

A pesar de la gravedad de una posible pandemia en los países desarrollados, la mayor cantidad de bajas se produciría en países en vías de desarrollo, donde a la inexistencia de un método de vigilancia o un sistema sanitario solvente y que llegue a toda la población, se sumará la presencia de otras enfermedades (como el SIDA), la desnutrición, etc.

Esta medida que puede parecer exagerada (no se puede decir que, en estos momentos, la enfermedad esté fuera de control) y que, sin duda, preocupará a la población mundial, tiene una mera función preventiva. Hay que tener en cuenta que la OMS emite mensajes para todo el mundo, sin distinción de capacidades de preparación y respuesta, y lo que para un país occidental puede parecer excesivo, no lo es para otro con infraestructuras sanitarias menores o inexistentes.

Los virus de la gripe están encuadrados en la familia Orthomyxoviridae y se clasifican en tres tipos antigénicos: A, B y C. Como se ha mencionado anteriormente, los virus de la influenza porcina pertenecen, al igual que los de la famosa influenza aviar, al tipo A, y se dividen en varios subtipos dependiendo de la estructura antigénica de dos importantísimas proteínas de superficie: la Hemaglutinina (H) y la Neuraminidasa (N). Hasta el momento se han descrito 16 subtipos diferentes de Hemaglutinina (H1 hasta H16) y 9 subtipos diferentes de la Neuraminidasa (N1 hasta N9). De la combinación de ambas proteínas obtenemos la denominación de los subtipos de virus (H5N1 ó H1N1, por ejemplo).

Los subtipos del virus que generalmente circulan entre la población porcina mundial son H1N1, H3N2, H1N2 y H1N3. No es infrecuente que los virus porcinos infecten a los seres humanos (se trata de una enfermedad profesional, que afecta, normalmente, a personas con ocupaciones relacionadas con el sector porcino), aunque, hasta el momento, no parece que en los casos surgidos estos días en México y los EE.UU. con la variante H1N1 exista un vínculo epidemiológico que pueda relacionar a los cerdos con la aparición de este proceso.

De hecho, no hay indicios de que haya habido contacto alguno entre los pacientes y el ganado porcino. Tras el análisis genético del virus implicado en estos brotes, se ha determinado que posee segmentos típicos de virus influenza humanos, además de porcinos y aviares norteamericanos.

Además presenta secuencias de virus porcinos euro-asiáticos.

Esta cuádruple combinación genética es la primera vez que se describe en el mundo.

Lo que sí se ha podido demostrar es la relación espacial y temporal entre los casos de México y los EE.UU.


En cualquier caso, estos hechos son ciertamente inusuales, por lo que es lógico establecer las medidas de vigilancia adecuadas, no sólo en los países afectados, sino, también, globalmente. Debido a la más que probable transmisión persona-persona de este virus (ya se ha descrito por primera vez fuera del continente americano, concretamente en España, donde una persona que viajó al país azteca ha transmitido a otra que no lo hizo el virus H1N1), y a la rapidez con la que se viaja en estos días, la introducción del virus en países muy distantes a los mencionados puede producirse en cuestión de horas.

La OMS emite mensajes para todo el mundo, sin distinción de capacidades de preparación y respuesta, y lo que para un país occidental puede parecer excesivo, no lo es para otro con infraestructuras sanitarias menores o inexistentes

Las medidas adoptadas a raíz de la experiencia adquirida tras la aparición del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo y Severo) en noviembre de 2002 y su rápida difusión, y de la Influenza Aviar por el subtipo H5N1 en los años 1997 y 2003 y siguientes, ha permitido reaccionar de forma rápida y eficaz a las autoridades sanitarias nacionales e internacionales. Ahora sólo queda adaptarlas a las necesidades actuales.

No se ha demostrado que este virus se transmita por vía alimentaria y, por lo tanto, el consumo de productos derivados del cerdo sigue siendo tan seguro como siempre. Además, si en algún momento este virus fuera transmitido desde algún paciente humano a los cerdos, y se llegara a extender desde ese hipotético momento entre nuestra cabaña porcina, los mecanismos sanitarios de control de enfermedades animales establecidos en España (y en el marco de la Unión Europea) impedirían que ningún producto derivado de un animal infectado pasara a la cadena de consumo. Al mismo tiempo, este virus es muy lábil al calor, por lo que un cocinado normal lo inactivaría rápidamente.

No parece que en los casos surgidos estos días en México y los EE.UU. con la variante H1N1 exista un vínculo epidemiológico que pueda relacionar a los cerdos con la aparición de este proceso

Por lo tanto, el hecho de que denominemos al proceso descrito estos días en México y los EE.UU. como "gripe del cerdo" es debido, simplemente, la historia de la evolución de este virus, además de que se ha detectado que esta variante H1N1 incorpora, entre otros, elementos de virus que, tradicionalmente, se han aislado del cerdo. Además, el hecho de que no se sepa cómo ha aparecido este tipo de virus en los seres humanos, y que no exista una vinculación entre los enfermos y el ganado porcino, hace que desde el punto de vista epidemiológico nos debamos referir a este agente exclusivamente como un virus Influenza A H1N1, sin mencionar el término "gripe porcina". De hecho existe una nomenclatura estándar (internacionalmente aceptada) para los virus influenza, donde se especifica el tipo viral (en el caso que nos ocupa sería el A), la localización geográfica en la que se aisló por primera vez, el número secuencial de la cepa, el año de aislamiento de la misma (dos últimos dígitos) y los subtipos de hemoaglutinina y neuraminidasa entre paréntesis (es decir, H1N1 para el virus en cuestión).

En el caso de aislamientos realizados en animales, se debe incluir, además, la especie de origen en inglés. Ejemplos de denominaciones siguiendo este criterio serían A/Moscow/10/99 (H3N2) y A/swine/Iowa/15/30 (H1N1).

Desde luego se trata de una nomenclatura ciertamente farragosa para ser utilizada por los medios de comunicación, por lo que es comprensible la aplicación de una denominación más sencilla que permita identificar rápidamente el problema.

No obstante se debe mantener una cierta concordancia de la denominación con la realidad del proceso.


Si bien en el caso de la situación de alarma aparecida con los numerosos casos de influenza aviar en seres humanos a partir del año 2003 existía una razón objetiva para que se hablara de la "gripe aviar", "aviaria" o, menos afortunadamente, del "pollo" ya que el origen de las infecciones en el hombre eran las aves, ahora se debería, tal y como se ha mencionado anteriormente, eliminar cualquier referencia al ganado porcino para evitar daños innecesarios a un sector productivo tan importante en España y en muchos otros países.

No se ha demostrado que este virus se transmita por vía alimentaria y, por lo tanto, el consumo de productos derivados del cerdo sigue siendo tan seguro como siempre

En cuanto a la sugerencia de la Comisión Europea de denominar al proceso que nos preocupa estos días como "gripe nueva" (novel flu) o hablar de un "nuevo virus influenza" (novel influenza virus), parece poco acertada; en primer lugar porque no se puede denominar como "nuevo" a cada uno de los virus influenza (en definitiva variantes antigénicas) que surgen cada cierto periodo de tiempo, por muy diferentes que sean, y, segundo, porque denominar a este proceso gripal como "nuevo" causaría confusión cuando (y es seguro que esto va a ocurrir) aparecieran brotes, epidemias o pandemias con otros tipos víricos que serían igual de "nuevos" que este. También parece comprensible que en un momento donde los nombres aplicados a las enfermedades pueden tener consecuencias graves en la imagen y, en definitiva, en la confianza que se tiene en un país, se trate de no añadir el nombre de un país (México) o de una zona que pueda ser extrapolada a un país (Norteamérica, pese a que haría referencia a esa zona del continente y no a los EE.UU.) a una enfermedad que está ocasionando una importante alarma social. Este problema de denominación popular es difícil de solventar y, en cualquier caso, una vez ha calado en la sociedad, es prácticamente imposible de arreglar. Las autoridades y los medios deben evitar el empleo del término "gripe porcina" salvo que se demostrara que, finalmente, el origen de la infección fuera esta especie.

Add new comment