Hoy he pensado: fin de una jornada,
eso soy yo; el final de un plan inmenso
que no se acaba nunca, yo me acabo
pero el hombre se extiende inmensamente
hacia un proliferar inagotable.
Hombres y estrellas, dije en otro tiempo
sin saber que expresaba lo secreto
del corazón: racimos, dije entonces
de hombres y estrellas lejos y tan cerca
oscuramente unidos estos hombres
y las lejanas luces del espacio
cual si una indicación me revelara
que un mismo melancólico mensaje
late en el pulso humano y en los centros
del mundo sideral una promesa
de no sé qué aventuras espantosas
para las que me siento acobardado
pero en las que entreveo un universo
mágico como feria pueblerina
cuando proyecta un viejo su mirada
sobre la misma vida que le huye.
Oh mi pequeño mundo, oh mis deleites
de intimidad. Escapa a esos confines
donde se han dado cita los valientes
como un día en la Troya milenaria
dioses y hombres juntos se imponían
ser un punto movible entre los siglos
ser recordados siempre como polvo
de luz, insatisfecho, en los espacios
o más humilde un polvo que recoge
basura fiel la tierra en sus entrañas.