Los titulados tendrán acceso prioritario a los cursos de actualización de estudios en su universidad de origen y se reconocerá en el expediente actividades prácticas que enriquecen el paso por el campus
Una encuesta de la Fundación Universidad Empresa afirma que seis de cada 10 universitarios manifiestan no estar preparados profesionalmente al salir de la facultad y un 70% juzga que los contenidos no están adaptados a las necesidades empresariales; especialmente, opinan que no les forman en las competencias que las empresas más valoran en los perfiles de los graduados: pensamiento crítico, trabajo en equipo, creatividad o innovación. Es recíproco en el caso de muchas compañías. Tras reunirse con directivos de grandes empresas, el ministro Joan Subirats, ha comprobado que la otra parte comparte el diagnóstico y el proyecto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) busca salidas a este problema de desajuste que no es solo español y que se incrementa en un mundo cada vez más complejo.
La LOSU dice en su texto que los estudiantes tienen derecho a orientación por parte de su universidad en su “itinerario formativo y su inserción social y laboral”. Además, afirma que el titulado tendrá “acceso prioritario a los cursos de actualización de estudios y formación a lo largo de la vida que su universidad de origen realice”. Y al que aún estudia, se le reconocerá en el expediente la “participación en actividades universitarias de mentoría, de aprendizaje-servicio, ciencia ciudadana, culturales, deportivas, de representación estudiantil, solidarias y de cooperación”, que son una forma de adquirir las competencias requeridas por la empresa. El 81% de los bachilleres, según datos de la Fundación Universidad y Empresa, escogen la carrera por las salidas laborales.
“La Universidad tiene que ser más competencial. Hay experiencias fantásticas de aprendizaje-servicio, de prácticas, de clases invertidas... Haces que el alumno prepare la clase y en el aula discutes, compartes...”, reflexionó el ministro de Universidades Joan Subirats en TV3. Y pocos días después, en un acto de la universidad a distancia UNIR, Subirats, catedrático emérito, insistió: “Los ritmos de la universidad no son los mismos de los de otros agentes. Una gran automovilística que está a punto de inaugurar una fábrica en Sagunto, que no citaré [grupo Volkswagen], me contaba que les costaba encontrar el talento que necesitaban”, contó el ministro. “Hay un contraste entre las necesidades acuciantes que tienen y lo que encuentran en una universidad, porque las estructuras de oferta son muy rígidas. Hay agentes que están entrando con rapidez: los moocs [cursos masivos a distancia], los boot camp [campos de entrenamiento], los cursos de iniciación… que demuestran que hay fórmulas para adaptarse”.
“Hace 40 años el resultado de la encuesta [de la Fundación Universidad Empresa] hubiese sido el mismo: la universidad es una torre de marfil que no forma en lo que pide el mercado”, explicó en ese encuentro de UNIR José Luján, rector de la Universidad de Murcia y catedrático de Derecho del Trabajo. Y se remontó a 1981: “En el primer borrador del decreto que regula las prácticas se habla de las necesidades que tienen las universidades de incrementar la formación práctica. Pero en estos 40 años han pasado bastantes cosas: el avance del conocimiento, la revolución tecnológica y la Inteligencia Artificial han cambiado el mundo completamente. Y dentro del sistema universitario hace un cuarto de hora [Plan Bolonia] hicimos una gran transformación de los títulos con un esfuerzo ingente de las universidades”.
Aunque Luis Miguel Olivas, que dirige Campus 42 ―un proyecto de la Fundación Telefónica para formar a expertos digitales―, echó un cable a los campus en un coloquio reciente de la Fundación CYD: “Quiero reconocer el esfuerzo que están haciendo las universidades para atender a la demanda, muchas veces tan rápida, de nuevos perfiles. El profesional rotundamente sale preparado de la universidad para trabajar, pero necesitamos otros perfiles”. Y puso un ejemplo: “Hace dos años nuestro director de Red en España, con 3.000 ingenieros a su cargo, nos dijo que necesitaba muchos más graduados en FP cualificado. Y ahora hay muchos proyectos, no solo Campus 42, que estamos cualificando en una tecnología concreta para cubrir rápido nuevos perfiles. Y no nacemos para competir con la universidad”.
Luján se cuestiona las consecuencias del cambio, que supuso también pasar de licenciaturas de cinco años a grados de cuatro y másteres de uno (4+1): “Si seguimos igual después de la transformación al Espacio Común Europeo, es que a lo mejor hemos hecho algo mal. A lo mejor hay que replantearse seriamente el 4+1. Queremos que estudiantes de grados de cuatro años tengan competencias no básicas en un año y fracasan”. En fechas recientes, el rector supo de una consultora que busca a miles de expertos en sostenibilidad por el mundo y se dio cuenta de que de la Universidad de Murcia solo podrían reclutar a cuatro estudiantes de un máster de este campo. Los otros 16 matriculados han sido enviados al posgrado por sus empresas.
“Las universidades tenemos mucha capacidad y variedad de disciplinas, lo que nos falta es superar resistencias que tenemos para adaptarnos. En el radar de los profesores, muchas de estas cosas no figuran”, reconoció Subirats en UNIR. En Microsoft España, cuenta Alberto Granados, su presidente, han “llegado a acuerdos con varias universidades para formar al profesorado de Inteligencia Artificial de manera gratuita, para que incluyan lo que han aprendido en las asignaturas de las carreras, pero no solo técnicas, sino de marketing o financieras”. Para el 46% de sus proyectos, Microsoft no encuentra suficiente personal en España y un 80% de estos se retrasarán, explicó Granados en el acto de CYD.
Mientras, UNIR, para adaptar su formación al mercado, ha creado el Observatorio del Conocimiento que estudia el mercado laboral. Mediante el big data, identifican lo que más buscan las empresas analizando ofertas de trabajo en España y Sudamérica. Llevan más de 50 millones desde 2019. Basándose en los resultados, analizan la puesta en marcha de nuevos títulos y evalúan si han quedado caducos los vigentes y hay que actualizarlos. Y alargan la mirada. “Controlamos otros mercados como los de Francia, Australia, Estados Unidos, Alemania...”, cuenta Jorge Torres su director, “países que tienen necesidades similares y a los que también podemos mirar como una proyección de lo que se necesitará aquí más adelante”.