Daniel García González, investigador del Departamento de Mecánica de Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la Universidad Carlos III de Madrid y Starting Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC)
¿Nos puedes explicar en qué consiste tu proyecto de investigación 4-D-BIOMAP que ha merecido el apoyo del Consejo Europeo de Investigación (ERC) con la concesión de una ayuda Starting Grant?
Antes de explicar mi proyecto, conviene contextualizarlo. Las células son sistemas vivos que podríamos asemejar a personas pequeñitas. Como nosotros, se ven muy influenciadas por su entorno mecánico. Pongamos un símil. Imagina que queremos estudiar o escribir sobre un papel. Entonces nos imaginamos un escritorio perfecto, muy estable, en el que podemos realizar estas actividades. Ahora, ¿qué ocurre si la mesa está coja y no es estable? Ocurre que, al final, el desarrollo de nuestras actividades se va a ver muy dificultado. Lo que nosotros pretendemos es entender cómo todo este entorno mecánico y alteraciones en el mismo son capaces de generar un ambiente más amigable para que las células desarrollen sus actividades de una manera óptima.
La idea de este proyecto es conseguir controlar y actuar sobre este entorno de forma remota, de una manera en la que no tengamos que estar tocando las células, que no las molestemos. Esto lo conseguimos con materiales inteligentes. Lo que estamos desarrollando son polímeros, materiales muy blanditos en los que incluimos partículas magnéticas para que, de forma remota, podamos controlar estos cambios, estas deformaciones. La analogía con el ejemplo anterior sería introducir un pequeño cambio en esa mesa que cojea para que encuentre estabilidad. Queremos entender, en primer lugar, cómo afecta todo esto a las células y, en segundo lugar, desarrollar nuevas metodologías que nos permitan actuar sobre ellas. Esa es un poco la idea del proyecto, combinar estos dos ámbitos y ser capaces de aportar esta nueva metodología.
¿Cuál es elmobjetivo, concretamente, que metodología pretendes desarrollar?
A diferencia de otros proyectos, no nos estamos centrando en una aplicación súper específica. Mi visión de este proyecto es un poco más amplia. Lo que realmente me gustaría es desarrollar una nueva metodología que permita nuevas posibilidades de estudio a muchos investigadores que trabajan en el campo de la mecanobiología. Por ejemplo, estudiar procesos cancerosos y cómo influye todo este entorno celular en el hecho de que un tumor crezca o que se produzcan metástasis. O, en una cicatrización de heridas, que las células proliferen y que migren más cómodamente. La idea detrás del proyecto es proporcionar una metodología que permita en distintos laboratorios estudiar todo esto de manera controlada y entender qué se puede generar. Más que un objetivo muy específico, lo que buscamos es abrir nuevos horizontes.
¿Se podría calificar de proyecto multidisciplinar? ¿Qué otras disciplinas está involucradas?
Si tuviese que definir el proyecto con un adjetivo diría que es altamente multidisciplinar. Por ejemplo, Marisa, una doctora del proyecto, es ingeniera química y aporta conocimiento para la sintetización de estos nuevos materiales. También contamos con expertos en análisis de imagen para procesar imágenes de microscopía. O como yo, del ámbito de la ingeniería industrial o mecánica, gente teórica para desarrollar modelos computacionales e incluso biólogos. Hoy en día en ciencia es muy difícil hacer algo disruptivo en un área en concreto y creo que las grandes posibilidades de aportar algo nuevo se encuentran en la frontera del conocimiento entre disciplinas. Hay que ser capaz de crear estos entornos, estos grupos multidisciplinares para encontrar sinergias en la combinación de todas estas disciplinas.
¿Qué resultados se pueden obtener a medio y largo plazo?
Aqui me gustaría destacar un artículo que publicamos la semana pasada, en la revista Applied Materials Today en el que presentamos el desarrollo de nuestra nueva metodología y un primer prototipo que permite avanzar en el análisis de procesos biológicos. A corto plazo, nuestra idea es optimizar estos sistemas e implantarlos en centros de investigación punteros. De hecho, ya contamos con peticiones desde laboratorios regionales en la Comunidad de Madrid, del Instituto Cajal, o el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Incluso, a nivel internacional, desde la Universidad de Berkeley o desde el Instituto Pasteur. A medio plazo, lo ideal sería llegar a una comercialización del sistema. También estamos trabajando en ello. Y, ya más a largo plazo, poder abarcar procesos reales, obtener un retorno social y que tenga un impacto sobre la comprensión y el desarrollo de nuevas terapias.
¿En qué consiste la red de colaboración que llevas a cabo con instituciones tanto de investigación como industriales?
A nivel institucional tenemos colaboraciones con el departamento de ingeniería biomédica. Dentro de la Comunidad de Madrid, hay una interacción con el Instituto Cajal para el desarrollo de sistemas neuronales. Esto es esencial para el proyecto ya que nos aportan el conocimiento de muchos años de trabajo sobre células neuronales y astrocitos. Y a nivel nacional tenemos una fuerte interacción con distintos centros de investigación.
Más que un objetivo muy específico, lo que buscamos es abrir nuevos horizontes
En el Reino Unido colaboramos con la Universidad de Oxford y la Universidad de Swansea, principalmente. En Alemania, con la Universidad FAU Erlangen-Nürnberg. En París, tenemos muchas colaboraciones con el École Polytechnique y el Instituto Pasteur. E incluso en Estados Unidos, con la Universidad de Austin, la Johns Hopkins University y otras.
Usted desarrolla como Fellow del Programa de Atracción de Talento de la Comunidad de Madrid la investigación de modelos constitutivos multifísicos para materiales biomédicos basados en polímeros. ¿Nos puedes explicar qué ha supuesto para ti este programa?
Si me lo permitís, me gustaría empezar a responder esta pregunta hablando sobre este programa de atracción de talento de la Comunidad de Madrid. De verdad creo que es una iniciativa que es muy necesaria. Ahora mismo hay un problema, al menos a nivel nacional y es que la mayor parte del profesorado permanente está próximo a retirarse. El sistema necesita una renovación progresiva.
Yo me había educado aquí en Madrid, estuve dos años en Oxford y también en Estados Unidos. Estas iniciativas me permitieron volver a Madrid. Con esto, no solo estamos rescatando talento que viaja fuera, sino que también estamos absorbiendo capacidades y conocimiento. Creo que este esfuerzo es fundamental y debería incrementarse.
En mi caso me ha dado además independencia para generar todas estas nuevas líneas de investigación en Madrid, retornando de esta forma la inversión que la ciudad realizó conmigo. Estos programas te permiten financiar tu sueldo y tener cierta libertad dentro de la institución. En mi caso, no tenía los recursos para crear el laboratorio y hacer la parte experimental. Sin embargo, me permitió empezar con una parte teórica que dio lugar a los resultados preliminares que me ayudaron a enmarcar todo el proyecto y conseguir financiación de Europa.
¿Cómo avanza Madrid cuando avanza la ciencia en Madrid?
En primer lugar, me gustaría destacar que, desde mi punto de vista, todo lo que sea inversión en ciencia, en investigación, va a merecer la pena. Y es algo que no está bien implantado en nuestro país porque a lo mejor hay que pensar más a medio o largo plazo. Por ejemplo, un impacto directo de nuestros proyectos es la generación de puestos de trabajo. Ahora mismo tenemos más de diez personas trabajando. Por otra parte, estamos formando a personas que, a su vez, tienen potencial para generar nuevo conocimiento y para revertir todo esto al sistema.
En segundo lugar, se crean infraestructuras. Ahora mismo este laboratorio, objetivamente, es un laboratorio singular y creo que va a ser bastante reconocido tanto a nivel nacional como internacional. También se crean todo tipo de colaboraciones y sinergias con las empresas. De alguna manera, toda esta parte del sistema académico se acerca al tejido empresarial para que todo lo que se genere revierta en resultados tangibles.
Y, por otro lado, siempre me gusta poner el ejemplo de algo que creo que necesitamos. Ciudades como Oxford o Cambridge las conocemos principalmente por sus universidades y su investigación. Además, hay grandes investigadores españoles que han emigrado a este tipo de universidades y son una gran referencia en ellas. Por lo tanto, creo que tenemos todo ese potencial para intentar hacer algo similar con Madrid. De alguna manera ya lo tenemos. CNIC y CNIO son referencia internacional, tanto en cardiología como en oncología. Al final conseguiremos visibilidad de lo que hacemos para poner el nombre de Madrid y España en el mundo académico.
Y por último, ¿qué ha supuesto para usted y su trabajo la concesión de la ayuda del Consejo Europeo de Investigación (ERC)?
Realmente obtener un proyecto ERC te abre millones de oportunidades tanto a nivel de colaboraciones como a nivel de recursos científicos. Me gustaría concluir esta entrevista destacando que, a pesar de ser un proyecto que se concede a nivel individual, este trabajo no es mío, sino de un grupo genial del que sinceramente me siento muy afortunado, de estos compañeros de viaje que he tenido y de todo el apoyo que recibo por parte de la Comunidad de Madrid, de la universidad, de su servicio de investigación, así como del departamento y de todos estos colaboradores. Creo que gran parte de este mérito y de estos resultados son suyos y no míos, aunque hoy pueda ser yo la cara visible.