• Mi primer poema informático

    ¿he elegido el camino que conduce a la muerte?
    ¿acabará esta máquina conmigo
    cuando ni la priva ni las mujeres ni la pobreza
    lo han conseguido?

    ¿se ríe Whitman de mí desde su tumba?
    ¿le importa a Creely?

    ¿está esto espaciado como es debido?
    ¿lo estoy yo?

    ¿aullará Ginsberg?

    ¡cálmame!
    ¡dame suerte!

    ¡hazme bueno!

    ¡ponme en marcha!
    vuelvo a ser virgen.

    virgen con 70 años.

    No me fastidies máquina
    Fastídiame

    ¿a quién le importa?
    ¡háblame, máquina!

    podemos beber juntos.

  • Constelación de aries

    Recorremos así, hechos una masa
    nebulosa, flotante en el espacio
    sideral, con el Cosmos arropándonos,
    la espalda acariciando, las rodillas
    hincándose en el Magma que compone
    de Hidrógeno y de Níquel tal sustancia,
    y entre el Flúor y el Hierro de la lluvia
    tan ácida que cae a cuentagotas
    - ¡qué sabor exquisito, qué dorada
    delicia tan brillante, que rebosa! -
    allí nos encontramos y resulta
    que el tiempo se ha parado por nosotros,
    que las Nubes, los Ángeles y el Viento
    se unen por nosotros y conforman
    una víscera nueva que recorre

  • El cero y el infinito

    [Ante las ruinas del muro de Berlín
    y la cancillería del Reich]

    En la circunferencia no hay azar.
    Siempre llega a su meta
    esa línea que anhela redondearse,
    juntar sus fuerzas con quien le tiende los brazos.

    Dos semicírculos
    se unen en la igualdad sin tacha,
    se funden
    en un todo que las trasciende.

    Felices en su abrazo van dando vueltas,
    rueda que rueda hasta el gran cero absoluto.

  • Atravesar como un meteoro

    Atravesar como un meteoro
    el infinito de los dioses
    e internarse en los otros infinitos,
    los infinitos desnudos, allí donde las rosas
    florecen sin porqué
    y un ala sirve también para pensar.

  • El binomio de newton es tan bello como la venus de milo

    El binomio de Newton es tan bello como la Venus de Milo.
    Lo que hay es poca gente que se dé cuenta de ello.

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    (El viento, afuera.)

  • Información

    Universo,
    eres un diálogo coral
    entre lo ínfimo
    y lo macroscópico,
    un océano de mensajes
    que corren veloces
    de una parte a otra
    Desde los meteoritos
    hasta el fuego cegador
    de la supernova,
    desde las regiones solitarias
    a las acribilladas de galaxias,
    desde los agujeros negros
    a la más miserable palabra,
    todo repercute en tus confines
    y queda escrito para la eternidad.

  • De mineralogía

    La turquesa
    de sus etapas, del brillo larvario
    nacía apenas para las alhajas
    del sol sacerdotal, dormía el cobre
    en sus sulfúricas estratas;
    y el antimonio iba de capa en capa
    a la profundidad de nuestra estrella.
    La hulla brillaba de resplandores negros
    como el total reverso de la nieve,
    negro hielo enquistado en la secreta
    tormenta inmóvil de la tierra,
    cuando un fulgor de pájaro amarillo
    enterró las corrientes del azufre
    al pie de las glaciales cordilleras.
    El vanadio se vestía de lluvia
    para entrar a la cámara del oro

  • Alfa 4

    Y a fin de cuentas, ¿qué? Esa explosión, ese instante,
    ese raudal de luz que anula, arrastra: Un momento
    que todo lo aniquila salvo su centro provisional.

  • Canción de los artríticos

    Somos la flor y nata
    de los artríticos,
    somos la quinta esencia
    de los nefríticos;
    tenemos casi siempre
    hipertensión
    y una vaga hipertrofia
    del corazón.

    Nuestra elegancia es cosa
    bien manifiesta,
    nuestra presencia nunca
    es muy molesta.
    Somos unos Petronios
    de alta tensión,
    más fervientes del plato
    que de Platón.

    No pueden compararse
    con los artríticos
    los gafos ulcerosos
    o sifilíticos.
    Somos productos natos
    de selección,
    que marchan por la vida
    con distinción.

    Nos lleva suavemente
    nuestro organismo

  • Antimatemática

    Dicen que los poetas...
    Yo no sé nada ni es menester hablar
    nada de mi alarido oculto que hace años,
    escondido en cuadernos colegiales,
    formaba parte amarga de este ser que me crece.
    Pero, caramba, esta calle impronunciable
    donde el Danubio toca mis ansias extranjeras,
    me da ese no sé qué que me agobiaba
    cuando el padre Esnaola,
    vasco y jesuita él, cejudo bondadoso,
    se echaba sobre mí con sus cosenos,
    sus ángulos rectángulos horrísonos
    y su álgebra sotánica
    con que me fecundaba el pavor.

    (Estoy con mi cerveza