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UAH

Las urracas tienen un papel esencial en la regeneración de los bosques

Investigadores de la Universidad de Alcalá han descubierto cómo el comportamiento de estas aves ayuda a la regeneración forestal en paisajes agrícolas y dehesas, ya que siembran semillas por el campo con la intención de guardar provisiones de alimento para el invierno

Algunos animales generan más simpatía que otros. Los delfines por sus caras risueñas o los pandas por su apariencia adorable. Sin embargo, hay otros animales que producen repulsión, asco o miedo y son protagonistas de supersticiones en distintas culturas. Ahí encontramos a las ratas, los murciélagos y también a las urracas, quizás porque a estas últimas siempre se las ha catalogado como aves carroñeras y depredadoras de huevos y pollos.

Pero lo cierto es que estos córvidos son una de las aves más inteligentes, más que la gran mayoría de los animales. Su encéfalo tiene un gran tamaño relativo a su cuerpo y se ha demostrado que pueden reconocerse en un espejo, capacidad que hasta ahora solo se había observado en primates, delfines y elefantes.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Alcalá lleva más de una década estudiando su comportamiento y una síntesis de sus últimas investigaciones ha sido publicada en la revista Quercus. En esta se revela que estas aves utilizan un método eficaz para almacenar y recuperar bellotas en el que la memoria espacial, al contrario de lo que se pensaba, parece tener un papel secundario.

Una investigación de más de 15 años 

A lo largo de estos años de investigación, distintos miembros del Grupo de Investigación de Ecología y Restauración Forestal han participado en cada una de sus fases. Todo comenzó en Guadalajara, donde existen muchos bosques de las especies del género Quercus, al que pertenecen los robles, los alcornoques, los quejigos, los melojos y también las encinas. El fruto de todos ellos es la bellota, muy pesada para ser dispersada por el viento, y que “si cayese por gravedad, quedaría debajo del árbol madre sin posibilidades de prosperar”, afirma Lorenzo Pérez.

De una bellota caída puede crecer una planta, pero se enfrenta a la competencia de su árbol madre con un ciclo de vida de cientos de años, por lo cual, el árbol ha hecho una asociación con ciertos animales, como las urracas y los arrendajos, para que ese pesado fruto sea dispersado.

El mutualismos, una relación 'Win Win'

Las encinas producen tantos frutos que estas aves no son capaces de comérselas y lo que hacen es esconder las bellotas para disponer de frutos más adelante. Las guardan como alimento para la época de escasez, como hacen también los ratones, las ardillas o los perros con los huesos. Y así las dos especies ganan, tanto la especie animal como la vegetal: la urraca se beneficia al prolongar el período de disponibilidad de las bellotas, un alimento abundante pero estacional; y el árbol consigue que una parte de sus semillas sea transportada y ocultada lejos, reduciéndose la competencia y las posibilidades de que las bellotas sean robadas por otros animales. Las bellotas dispersadas que no son recuperadas por olvido o porque el animal muere o es desplazado de su territorio por otro, pueden seguir su ciclo biológico y convertirse en árboles.

Los investigadores han descubierto que cada pareja de urracas es capaz de esconder entre 1.100 y 2.000 bellotas cada otoño gracias al seguimiento de aves anilladas y sexadas. Además, insertaron radiotransmisores en el interior de bellotas colocadas en comederos, los cuales fueron monitorizados con cámaras de fototrampeo con sensores de movimiento. Un 1,5% de esas bellotas escondidas llega a producir una plántula produciendo una densidad media de 200 plántulas por hectárea, similar a las densidades utilizadas en reforestación, pero la urraca lo hace todos los años. Y además, gratis.

¿Cómo encuentran las bellotas escondidas?

Hasta ahora se pensaba que los córvidos tenían un mapa mental con las miles de posiciones exactas donde habían enterrado las bellotas para luego recuperarlas. Cuando los expertos de la UAH iniciaron el experimento, se dieron cuenta de que los arrendajos recuperaban tanto las bellotas que ellas habían escondido, como las que habían enterrado los investigadores a 1 metro de las anteriores. Descubrieron que los córvidos almacenan una alta densidad de bellotas en los sitios que seleccionan, por ejemplo, bajo un arbusto de determinada especie, y luego realizan una búsqueda aleatoria en esos sitios, lo que explica por qué recuperan también las bellotas escondidas por los investigadores. El método de localización de sus bellotas escondidas no se basa fundamentalmente en su memoria espacial, sino en una eficaz estrategia de almacenamiento.

Y es que las urracas son territoriales. Buscan alimentos dentro y fuera de su territorio, pero esconden sus provisiones dentro y, además, en los sitios donde mejor le viene a la encina para desarrollarse, como son las zonas aradas o cortafuegos, donde el suelo está más suelto y la raíz puede crecer mejor con menos competencia por los recursos.

Al ser territoriales, se ha visto que esconden sus bellotas cerca de sus nidos y no de los de otros vecinos. Así solo el 11% de las bellotas escondidas fueron 'robadas' por urracas vecinas y dispersadas hacia sus territorios.

Con esta investigación se prueba que, los prejuicios que los humanos tenemos sobre algunos animales como los murciélagos o las urracas, no coinciden con la labor fundamental que hacen en la regeneración y regulación de los ecosistemas. Este trabajo se hace de especial importancia en el contexto actual de abandono de tierras de cultivo donde favorecen la regeneración natural de dichos espacios. 

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