Tras el Big Bang, que es la "explosión" con la que nació el universo hace aproximadamente 13.800 millones de años, el cosmos se expandió y enfrió lo suficiente como para que se formaran átomos de hidrógeno
Hasta el nacimiento de las primeras estrellas y las primeras galaxias (conjuntos grandes de estrellas y de otros astros), el universo estaba esencialmente a oscuras. A aquel periodo se le llama era oscura cósmica. La aparición de las primeras estrellas y galaxias, unos cientos de millones de años más tarde, bañó el universo de luz ultravioleta energética que comenzó a “quemar”, o ionizar, la niebla de hidrógeno. Esto, a su vez, permitió que los demás fotones viajaran por el espacio, haciendo que el universo se volviera transparente y la luz se propagase por él.
Saber cómo eran aquellas primeras galaxias que hicieron posible esa época, denominada Época de la Reionización, es un objetivo importante de la astronomía actual, pero hasta la entrada en servicio del telescopio espacial Webb, no había ningún instrumento que fuera lo bastante sensible en la banda infrarroja como para estudiar la primera generación de galaxias.
El equipo internacional de Guido Roberts-Borsani, de la Universidad de California en Los Ángeles, Estados Unidos, ha confirmado la existencia de una de aquellas galaxias arcaicas.
El hallazgo ayudará a conocer mejor cómo terminó la era oscura del universo.
Esa galaxia, llamada JD1, es una de las más distantes identificadas hasta la fecha, y sus características concuerdan con las que cabe esperar de las galaxias que enviaron su luz a través de la niebla de átomos de hidrógeno que quedó del Big Bang, haciendo posible que brillase la luz a través del universo.
JD1 es tan tenue y está tan lejos que resulta difícil estudiarla sin un telescopio potente y sin la ayuda de la naturaleza… JD1 se encuentra detrás de un gran cúmulo de galaxias cercanas, llamado Abell 2744, cuya fuerza gravitatoria combinada curva y amplifica la luz de JD1, haciéndola parecer más grande y 13 veces más brillante de lo que sería de otro modo. El efecto, conocido como lente gravitatoria, es similar a la forma en que una lupa distorsiona y amplifica la luz dentro de su campo de visión. Sin la lente gravitatoria, JD1 probablemente habría pasado desapercibida.
Dado que la luz tarda en llegar a la Tierra tantos años como años-luz nos separan de la fuente de esa luz, vemos cada objeto astronómico no como es ahora sino como era cuando emitió esa luz que ahora recibimos. En el caso de JD1, a esta galaxia ahora la vemos tal como era hace aproximadamente 13.300 millones de años, cuando el universo tenía solo un 4% de su edad actual.
El estudio se titula “The nature of an ultra-faint galaxy in the cosmic dark ages seen with JWST”. Y se ha publicado en la revista académica Nature.