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Fecha
Fuente
UNIR
Autor
Rafael Puyol

España en crisis demográfica: los nacimientos caen más del 50 % desde el ‘baby boom’

La caída de la natalidad es un proceso generalizado en todas las naciones de nuestro entorno económico y social. En la Unión Europea no hay ningún país capaz de renovar las generaciones

España es un país con cada vez menos niños debido a una natalidad que lleva mucho tiempo en caída libre. En los mejores años del baby boom (de mediados de los años 50 a mediados de los 70) se alumbraban en nuestro país entre 650 000/660 000 vástagos y, según los últimos datos del INE, en 2023 hubo tan solo 322 000 nacimientos, lo cual refleja una caída de más del 50 %.

Una combinación de circunstancias económicas y sociales (cambios en los modelos familiares y en la jerarquía de los valores; la revolución educativa; la incorporación de la mujer al trabajo, etc.) explican la situación de tres indicadores (factores) de influencia decisiva sobre la natalidad: el nivel de la fecundidad, el volumen de mujeres en edad de procrear y la edad a la que se tienen los hijos.

Para medir la fecundidad empleamos habitualmente el indicador “número medio de hijos por mujer en edad de procrear”, que desde un punto de vista estadístico situamos entre los 15 y los 49 años, aunque pueda haber madres más jóvenes o mayores.

Si ese indicador está por encima de 2,1 hijos por mujer (una cifra válida para nuestras sociedades) es posible renovar las generaciones; si está por debajo, no se produce esa circunstancia. Es lo que sucede en España desde los años 80 del siglo pasado.

En 2023 el índice fue de 1,12, con un valor todavía más bajo en el caso de las madres españolas (1,09). Entre las extranjeras, el valor no fue mucho mejor (1,28), lo cual pone de manifiesto la inexactitud de la afirmación de que las madres foráneas tienen un comportamiento “mucho mejor” que las españolas. Su aportación a la natalidad de conjunto no es baladí, ya que suponen más del 20 % de los nacimientos totales, pero su conducta cada día se parece más a la de las madres nativas.

¿Qué ocurre entre los 25 y los 39 años?

La cifra de alumbramientos tiene mucho que ver también con el volumen de mujeres en las edades habituales de ser madres. En España, el 80 % de los nacimientos se concentra en el intervalo de 25 a 39 años, de tal manera que si a esas edades hay muchas mujeres la natalidad es más alta, y si hay pocas resulta más pequeña.

La evolución en lo que va de siglo refleja una perdida de más de 700 000 mujeres entre los 25 y 39 años. Las madres potenciales son cada vez más escasas, lo cual exigiría a las madres efectivas tener más hijos no solo para esa deseable recuperación de la natalidad, sino para evitar que los nacimientos sigan descendiendo. Pero es difícil que las cosas vayan a suceder así, ya que el numero medio de hijos por mujer no cesa de bajar.

El panorama se complica por una tercera circunstancia, que es la edad, cada vez más tardía, a la que se conciben los hijos. En 2023 fue de 32,6 años, una edad que no cesa de crecer paralelamente a la disminución del número de nacimientos. La cifra es todavía más alta en el caso de las madres españolas (33 años) y algo más reducida en el caso de las extranjeras (30,5).

El aumento de las madres mayores de 40

Otro indicador que señala el retraso en la maternidad es el volumen de nacimientos de madres de 40 años y más, que ha crecido un 20 % en los últimos 10 años. En 2013, solo el 7 % de los niños nació de madres de 40 y más años; en 2023, el porcentaje se elevó hasta casi el 11 %.

Hoy no se puede decir que una madre de 40 o más años sea “mayor”. La salud con la que llegan a esa edad es excelente, aunque las condiciones para la maternidad no sean las mismas que a los 25 años. Además, no debemos olvidar que pese a que las mujeres tienen esperanzas de vida al nacer cada vez más elevadas que llegan hoy a los 86 años, la edad límite para ser madres (fecundaciones especiales aparte) sigue estando por debajo de los 50 años.

La caída de la natalidad es un proceso generalizado en todas las naciones de nuestro entorno económico y social. En la Unión Europea no hay ningún país capaz de renovar las generaciones, pero todos están mejor que España, que ostenta el récord de la fecundidad más baja y, junto con Italia, la edad más tardía de alumbrar el primer hijo.

No hay indicios, por el momento, de que las cosas vayan a cambiar por sí solas. Probablemente, pueden empeorar si no se adoptan algunas medidas correctoras, pero de eso hablaré en otra ocasión.The Conversation


Autor: Rafael Puyol, Catedrático de Geografía Humana. Presidente de UNIR, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


Fotografía de portada: Shutterstock.

Comentarios

La fuerte caída de la natalidad es consecuencia de políticas erróneas promovidas desde las distintas Administraciones con ese explicito propósito. La desaparición de la desgravación fiscal a la compra de vivienda, con la carestía artificial y bloqueo de la recalificacion de suelo disponible para vivienda cuando existe territorio abundante, ha impidido activamente la formación de nuevos hogares. La cuasi prohibición de facto o penalización para el sistema financiero desde las normas de Basilea III y IV para financiar la compra y urbanización de suelo urbanizable calificando el sector de “tóxico” desde 2008 ha impedido la construcción de nuevas viviendas. La execrable lentitud administrativa que con múltiples y cambiantes regulaciones con una inseguridad jurídica inasumible económicamente que hace que el desarrollo urbanístico dure varias décadas una actitud anti-social que se esconde tras el espeso manto de un supuesto interés general.
La fuerte reducción del poder adquisitivo de los salarios de los jóvenes y muy baja tasa de empleo y con una medición del IPC en base a ponderación arbitraria y sesgada que refleja la inflación real.
Que la vivienda el primer requisito para la formación de un hogar esté sometida a más de 35 impuestos en cascada cuando se trata un bien de primera necesidad en relación directa con la natalidad. Por la vía de los hechos se muestra que existe una claro interés en castigar económicamente a la creación de hogares y a la natalidad por parte de la Administración pese a la manifestación de lo contrario.

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