Este sistema de distribución de los sarmientos permite adaptar el viñedo a las condiciones más extremas del cambio climático, sin necesidad de variar el material vegetal o la localización del cultivo
El Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) , la Universidad de Valencia y la Generalitat Valenciana, ha desarrollado un trabajo en el que demuestra que una orientación de la vegetación del viñedo hacia el oeste, mediante una innovadora adaptación de la tradicional espaldera vertical, mejora la composición de la uva y del vino. El estudio, publicado recientemente en acceso abierto en la revista OENO One, señala a este sistema como una vía de adaptación al aumento de las temperaturas por el cambio climático.
La investigación expone que, en un viñedo conducido en espaldera con una orientación de las filas norte-sur, la más habitual en el cultivo de la viña en nuestro país, se puede mejorar la composición de la uva y del vino inclinando los sarmientos hacia el oeste. Es posible incrementar el color del vino y la madurez fenólica de la uva al optimizar la exposición de las hojas y las uvas a la radiación solar, protegiéndolas de la excesiva exposición al sol durante las horas más calurosas del día. Cabe señalar que el contenido fenólico de la uva hace referencia a los compuestos químicos que influyen, de forma directa, en el sabor, color y frescura en boca de los vinos.
Aplicaciones
Tal y como explica Diego Intrigliolo Molina , investigador del CSIC adscrito al CIDE y coordinador del trabajo, “la principal aplicación de este sistema de distribución y orientación de los sarmientos recae en la producción de vinos de alta gama y calidad, ya que puede servir para a mejorar la composición de la uva y permitir una crianza más larga de los vinos. A partir de uvas con mayor carga fenólica, se puede llevar a cabo una crianza de mayor duración”.
Otra aplicación puede ser la mitigación de los efectos negativos del estrés hídrico, pues mediante el nuevo sistema de conducción puede reducirse la radiación interceptada por las cepas durante las horas del día en las que la demanda evaporativa es mayor.
El ensayo se realizó durante dos campañas consecutivas en un viñedo bajo riego deficitario de Vitis vinifera L. cv. Bobal situado en Requena (Valencia), bajo un clima templado-cálido. Bobal es, después de la Tempranillo, la segunda variedad de uva tinta cultivada en España.
Estrategias de adaptación
En los últimos años, científicos y viticultores han explorado estrategias de campo para afrontar los efectos adversos del cambio climático en la composición de la uva. Las posibles estrategias de adaptación pueden incluir la cosecha temprana, aunque esto puede no ser viable ya que no permitiría que las uvas consigan la madurez fenólica adecuada, la reubicación de viñedos en lugares más frescos y la modificación del material genético empleado, como variedades, clones y portainjertos de vid.
Otras estrategias de adaptación implican cambios en las técnicas de manejo del campo, incluido el riego, retrasar la fenología del viñedo con podas de invierno tardías, modular la intercepción de la luz, ajustes en la arquitectura del viñedo, manejo del dosel, etc.
El estudio llevado a cabo por el equipo del CIDE se centra en los beneficios del manejo del dosel al inclinar 30° el sistema tradicional de posicionamiento de los brotes verticales hacia el oeste. El sistema vertical es el más utilizado en uva que se dedicarán a la elaboración de vinos, puesto que permite la recolección mecánica y un manejo efectivo de la vegetación para conseguir más brotes, mejorando así el rendimiento y ofreciendo como resultado caldos con características sensoriales superiores.
El análisis aromático de los viñedos orientados al oeste reveló que los vinos resultantes tenían mayores concentraciones de ésteres (aromas fermentativos) y alcoholes superiores que las otras estrategias de manejo. Estos resultados demuestran que la inclinación del dosel vegetal del viñedo puede ser una técnica útil para adaptar la composición del mosto y la calidad del vino al cambio climático mediante el aumento de la intercepción de la radiación solar por la mañana y la disminución del calentamiento de las uvas por la tarde.
Las conclusiones del trabajo apuntan a una línea de investigación sobre el potencial existente en las prácticas de manejo del dosel para regular la carga de radiación en distintos cultivos y condiciones ambientales. También proporciona información sobre las bases fisiológicas de sus efectos sobre el estado hídrico del viñedo y el microclima del ramo.
En la investigación, desarrollada por el equipo del CIDE, también ha participado personal científico del Instituto Universitario de Ingeniería de Alimentos (FoodUPV) de la Universidad Politécnica de Valencia y del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA - Generalidad Valenciana).
Referencia bibliográfica: Raúl Ferrer-Gallego, Ignacio Buesa, María J. García-Esparza, Inmaculada Alvarez, Diego S. Intrigliolo, Juan Miguel Ramírez-Cuesta, Victoria Lizama. Effects of grapevine canopy leaning on grape composition and wine quality of 'Bobal'. Vuelo. 58 No. 3 (2024): OENO One. DOI: https://doi.org/10.20870/oeno-one.2024.58.3.8014