Un equipo liderado desde la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha observado cómo el abuso de alcohol en jóvenes está asociado con dificultades de regulación emocional y ciertos déficits cognitivos, así como con cambios en la actividad cerebral, especialmente, estos últimos, en chicos
El consumo de alcohol es un problema frecuente en la adolescencia y juventud. Los últimos informes publicados en nuestro país revelan que se trata de la droga más prevalente entre la población juvenil, y la primera, junto al tabaco, que comienza a consumirse en torno a los 16 años.
Un equipo liderado desde la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha encontrado que el abuso de alcohol en estas edades, sin llegar a ser todavía una adicción, va ligado a una serie de cambios emocionales, cognitivos y cerebrales que pueden hacer a estos jóvenes más vulnerables a una adicción futura al alcohol.
Aunque es necesario realizar más estudios en este campo, los resultados obtenidos pueden ser de gran utilidad práctica en los servicios sociales y sanitarios involucrados en la prevención y tratamiento del consumo de alcohol, así como un avance en la detección precoz de jóvenes en riesgo.
“Además, nuestros resultados muestran cómo los cambios a nivel cerebral son superiores en los chicos con consumo de riesgo en comparación con las chicas, destacando una posible mayor vulnerabilidad”, aseguran los autores.
Pruebas neuropsicológicas y de actividad cerebral
El trabajo, publicado en la revista Progress in Neuropsychopharmacology and Biological Psychiatry, analizó las puntuaciones, el rendimiento en diferentes pruebas neuropsicológicas y la actividad cerebral eléctrica en reposo de 82 jóvenes con una media de 18 años.
Para ello, los investigadores utilizaron una serie de cuestionarios centrados en aspectos de regulación emocional e impulsividad, y llevaron a cabo una extensa evaluación neuropsicológica en la que se analizó su rendimiento en pruebas atencionales, de memoria, y de funciones relacionadas con la planificación, la flexibilidad mental o la toma de decisiones.
En cuanto al análisis de la actividad cerebral se utilizó un electroencefalograma (EEG) que, de forma no invasiva, y mediante electrodos situados en el cuero cabelludo, permite conocer la actividad eléctrica del cerebro en zonas corticales. “Mediante esta técnica analizamos la ratio entre dos patrones de onda cerebral (theta/beta) que varios trabajos han relacionado con impulsividad y bajo control cognitivo”, concluyen los autores.
El trabajo fue llevado a cabo por miembros del Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Facultad de Psicología de la UAM en colaboración con investigadores de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).
Referencia bibliográfica:
Sampedro-Piquero, P.; Buades-Sitjar, F.; Capilla, A.; Zancada-Menéndez, C.; González-Baeza, A.; Moreno-Fernández, R.D. (2024). Risky alcohol use during youth: Impact on emotion, cognitive networks, and resting-state EEG activity. Progress in Neuropsychopharmacology and Biological Psychiatry, 132, 110994. doi.org/10.1016/j.pnpbp.2024.110994