Laboratorio central
Cuando me encuentre en un parque de Rusia
con mi primer extraterrestre
seguramente tendré un poco de miedo de su figura
humana diferente
como frente al poema que empieza a hablarme
después de una mala noche,
como el mudo a quien le han devuelto la palabra,
y seguramente trataré de explicarle que nuestra cabeza es
también un laboratorio central donde se produce una reacción
en cadena de fenómenos eléctricos y fenómenos
químicos
que algunos alimentan con alucinógenos con
alcoholes
(yo más modesto recurro al fatal cigarrillo de la vida)
con levitaciones de una sola vuelta
por el inconsciente estructurado como un lenguaje,
y que es allí en esa pequeña zona donde producen
todas las
tormentas y las fiestas del texto,
esta memoria que sueña con las palabras
del insomnio, pero seguramente el huirá
entre los árboles hacia su nave madre,
dejándome otra vez solitario
en mi escritorio, sobre estos papeles.
Habremos ganado esta batalla antes de comenzar
a navegar por el silencio.