LA RECUPERACIÓN DE UN NATURALISTA DE EXCEPCIÓN, MARTÍNEZ DE LA ESCALERA<br>
Reseña realizada por Santiago Aragón Albillos<br>
Profesor de Zoología<br>Universidad Pierre et Marie Curie (París, Francia)
En la última de sus publicaciones, aparecida en la Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid en 1944, Manuel Martínez de la Escalera comenta lo fácil que fue para él, después de haber recorrido España de cabo a rabo entre los dieciocho y los treinta y dos años de vida, asomarse en edad madura a la otra orilla del Mediterráneo para descubrir y describir la fauna que allí existía. Y es que el que nos ocupa fue, sin duda, uno de los principales científicos exploradores del periodo de entre siglos en nuestro país, un naturalista sólidamente formado en el campo y en el laboratorio, estrechamente ligado al Museo Nacional de Ciencias Naturales, al que ahora se le rinde un más que merecido homenaje gracias a las aportaciones de 38 autores magníficamente coordinadas y editadas por Carolina Martín Albaladejo e Isabel Izquierdo Moya, investigadoras en la referida institución.
Componer una semblanza y desmenuzar el legado intelectual de cualquier personaje siempre es tarea difícil, pero resulta todavía mucho más compleja cuando en el biografiado se combinan dos factores: haber disfrutado de una larga vida inquieta, como fue el caso de Martínez de la Escalera, y haber sabido emplearla en una intensa actividad profesional en la que el juicio preciso del especialista se combina y enriquece con la mirada curiosa del generalista. Dar cabida a tanta información, y hacerlo de manera tan completa, exigía un esfuerzo organizativo propio de la meticulosidad y la precisión de un entomólogo, ocupación compartida tanto por el protagonista del libro como por las responsables de su edición.
Sobra con decir que la obra se presenta en dos soportes complementarios. Por un lado, un completo volumen estructurado en treinta capítulos y con una abundante galería de imágenes, además de un estudio grafopsicológico acertadamente incluido en anexo debido a su especial naturaleza. Por otro, un cuidado DVD interactivo en el que la información del libro se despliega hasta el más mínimo detalle y en el que se incluyen, entre otras cosas, copias de las 156 publicaciones firmadas por Martínez de la Escalera e información detallada, contrastada y actualizada de los 862 taxones de coleópteros descritos por el autor.
Uno de los mayores aciertos de este encuentro con el naturalista ha sido el no dejar de lado ninguna manifestación que pudiera aportar matices sobre el personaje. Tanto es así, que el ámbito de la investigación ha incluido a otros dos personajes fundamentales en la vida de Manuel, los dos llamados Fernando: su hermano, con el que anduvo por Oriente Próximo, y su hijo, que continuó su obra en Marruecos. Además, se han diversificado las fuentes historiográficas. Junto a los clásicos documentos manuscritos o editados, sobre todo las publicaciones científicas, se han tenido muy en cuenta el precioso archivo material de sus colecciones y el no menos valioso archivo de la palabra, de la memoria lúcida de aquellos que conocieron o supieron de los personajes de primera mano, caso de Manuel y de Gonzalo Martínez de la Escalera, respectivamente nieto y biznieto del protagonista de la obra.
El resultado final se estructura en cinco apartados. El primero, titulado “El hombre y su vida”, incluye las informaciones biográficas y las referencias familiares. El segundo engloba el análisis de la “Actividad Científica”, con artículos de marcado corte entomológico, como los dedicados a las cantáridas y aceiteras o a la fauna cavernícola, y otros de análisis que pasan revista a su labor científica. El tercer apartado se centra en otros intereses del autor, como la zoología marina, especialmente sus estudios sobre las pesquerías del noroeste de África, la apicultura, una de sus pasiones, y su hasta ahora poco conocida contribución como divulgador. El cuarto da cuenta de la génesis y el desarrollo de los numerosos viajes de exploración que, además de por toda la Península Ibérica, le llevaron desde Guinea Ecuatorial hasta Irán, pasando por Canarias, Marruecos o Turquía. Fruto de esos periplos fueron las riquísimas colecciones de material biológico y etnográfico de todo tipo que, posteriormente, sirvieron para la descripción de nuevos taxones faunísticos y de los usos y costumbres de otras sociedades, objetos que actualmente se conservan en distintos museos españoles y extranjeros y que conforman una abundante herencia de la que se da noticia en el último de los apartados.
La revisión y recuperación del personaje de Manuel Martínez de la Escalera, y por extensión de su hermano y de su hijo, es una prueba más de que la ciencia española siempre ha contado con estudiosos volcados con sus progresos. Pese a su lejanía en el tiempo, sus legados continúan desvelándonos valiosas informaciones. Algunos de los autores que firman capítulos en esta obra colectiva, los más jóvenes, han elaborado a partir de esos mismos materiales sus Proyectos de Fin de Carrera, prueba indiscutible de su vigente actualidad. Por eso, los que nos dedicamos al cultivo de la historia de la ciencia en España tenemos que esforzarnos porque toda esa información oculta sea conocida, sin complejos ni temores. Nuestra tradición es la que es y lo que sería imperdonable es que nunca se llegase a saber cómo fue. Sin duda, Carolina Martín Albaladejo e Isabel Izquierdo Moya han abierto camino en esta labor de rehabilitación de un personaje hasta ahora poco o nada conocido para los no especialistas. Espero que en un futuro seamos muchos los que transitemos por esa misma ruta.
Nota: Este libro se presentará hoy en la sede del Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC c/ José Gutiérrez Abascal, 2 a las 18.30 de la tarde.
