Dios no quería que el mundo fuera así.
Tenía en la cabeza un diseño casi ideal.
Divino para ser más exactos.
Dios quería un Paraíso.
Pero el Mundo le explotó.
Y con tamaña explosión
no pereció de milagro.
Porque era Dios que si no.
Y viendo lo que se había formado,
que la Creación se le había ido de las manos,
Dios se refugió en el hombre.
Porque ahí fuera no había quien pudiera vivir
con tanta radiación cósmica, rayos ultravioletas,
agujeros negros, vientos solares y choques interestelares.
Se metió en el cerebro bajo forma de palabra,
se ocultó en los circuitos,
se hizo idea neuronal.
Dios quiere que se le piense,
invente y reconozca
porque sino ¿para qué tanto trabajo?
Dios quiere al hombre para ser.
Lo malo es que Satán también.
Y vagan por las creencias,
sentencias y dependencias,
como si fueran Mal y Bien.
El Gran Pum no fue más que un accidente.
Dios no quería que el mundo fuera así.
Le explotó en las manos.
Y si no es por un milagro,
y mueren los dinosaurios,
y llegan monos sagaces
que inventan la inteligencia
pues
¡nos quedamos sin Dios!