Tengo una preocupación de Bergenia Crassifolia
en un día desértico,
en noviembre exploto a pleno sol
mis largas hojas planas glaucas de Amaryllis Longifolia
de Clivia Miniata, de Aloe.
Vengo importada de días de cultivo,
de invernaderos, de jardines rocosos orientales;
soy en grupos aislados una Celosia Plumosa
estoy vestida de Lunarias de semisombra,
tirada en cualquier parte en función de Laureola.
Soy el desastre de la flor,
donde germina el fin de lo putrefacto,
donde se destrozan anteras,
donde la función de la clorofila se disuelve en gris,
donde la semilla no se termina de abrir nunca,
donde jamás llega la voz del jardinero,
donde ni silvestre se levantará una sola hoja del suelo.
Soy el lado que no miran nunca los turistas,
Lo que jamás se prohíbe pisar
lo que nunca dolería si se arrancara.
Soy lo grotesco de un par de cardos
y el veneno último de cualquier amapola.