En el resumidero universal de los sueños
se acumula todo cuanto el hombre ha soñado,
pero además los otros sueños
que completan la parábola:
los sueños animales, vegetales,
los sueños ciegos de las cosas,
los sueños mudos de los dioses,
los sueños abortados de la nada.
Y si no podemos conjeturar
en qué orden se han ido almacenando,
es probable que no haya tabique divisor
y una secreta ósmosis
los comunique unos con otros
y por lo menos allí se interpenetren,
como los huesos del osario,
el polen en el aire,
las mutaciones que se mezclan en el viento
o las formas de las cosas
cuando terminan su caída.
Y también es probable que el conjunto
llegue alguna vez a pesar tanto
o se vuelva una imagen tan densa
que se convierta al fin en sustancia palpable,
algo así como un incorruptible y tardío modelo
de lo que pudo ser el universo.