Fecha
Autor
José Luis Abellán

Un secreto del Ateneo: su relieve científico

La actividad científica del Ateneo es un secreto bien guardado, pues está dirigida básicamente a sus socios a través de las Secciones correspondientes. El hecho de ser una sociedad privada, fundada bajo el modelo del "club" inglés, ha hecho que esa actividad no sea conocida como debiera.
A quienes no lo frecuentan el Ateneo de Madrid les suele resultar conocido como lugar de actividades culturales: conferencias, congresos, presentaciones de libros, recitales de poesía, conciertos, representaciones dramáticas. Son muchos también los que valoran y se aprovechan de su magnífica biblioteca, pero pocas personas advierten que se trata también de un centro científico, aunque esto en muy diversos sentidos, según la época.

Es cierto que en su titulación -Ateneo Científico, Literario y Artístico- lleva el apellido "científico" en primer lugar y la figura de Alfonso X el Sabio aparece en la fachada -junto a la de Cervantes y Velázquez- como seña de identidad. Son muchos los que piensan que esto puede tener algo que ver con el pasado y que resulta una aspiración incumplida en el presente; hasta cierto punto, es lógico, pues el carácter "artístico" se percibe con los ojos a quien entra en sus salas o visita la Galería de Exposiciones, lo mismo que su índole "literaria" resulta accesible a quien asiste a sus actos culturales. El hecho es que lo "científico" no se ve, ni se percibe a primera vista.

Pero la realidad es que la Ciencia ha ocupado siempre un lugar privilegiado en el Ateneo. En primer lugar, porque los liberales que lo fundaron en 1835 traían de su exilio inglés la idea de que la ciencia debería ocupar un lugar de primer orden en el progreso de la sociedad y de que una "sociedad ilustrada" -como la que ellos pretendían- llevaba en si la necesidad de incentivar el cultivo de la ciencia. Al ser ésta escasa en aquellos comienzos, se consideró que una plataforma de libertad intelectual podía servir de puerta de entrada a las novedades científicas europeas, y así el Ateneo se convirtió en cauce para movimientos como el krausismo, el positivismo, el librecambismo, el modernismo, la teosofía, el republicanismo...

Una vez consolidada esa plataforma, se pensó en el Ateneo como espacio adecuado para la exposición y difusión del quehacer científico por los propios científicos españoles, y así se fundó la Escuela de Estudios Superiores (1896-1907), que dentro del Ateneo se convirtió en tribuna de los científicos más avanzados del momento: Ramón y Cajal, Rodríguez Carracido, Bonilla y San Martín, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Menéndez Pidal... En este ambiente tendrá lugar la encuesta del Ateneo hecha por Joaquín Costa y que dará lugar a su famosa investigación: Oligarquía y caciquismo como forma de gobierno en España (1902).

En esta línea de investigación científica, la dictadura del General Franco fue nefasta y el Ateneo sufrió un retroceso de muchas décadas, que se ha pretendido ir superando en los años posteriores al establecimiento de la democracia, aunque el proceso ha sido más lento de lo deseable. Hoy tenemos la satisfacción de poder afirmar que el Ateneo vuelve a gozar de buena salud en el ámbito científico. De las 23 Secciones que a la fecha funcionan oficialmente en el Ateneo, diez pueden adscribirse sin vacilación al mundo científico. He aquí sus denominaciones: Ciencia y Tecnología; Ciencias Económicas; Ciencias de la Educación; Ciencias Históricas, Ciencias Jurídicas y Políticas; Ciencias de la Salud; Ciencias Sociales; Información y Comunicación; Medio Ambiente; Psicología. Es obvio que el funcionamiento de unas y otras resulta muy distinto, y, en parte fundamental, depende de sus Presidentes y Vicepresidentes, así como de la programación que cada una de ellas haya establecido.

Una pregunta muy oportuna sería la de por qué razón no se conoce esto públicamente y de manera suficiente. La respuesta es que el Ateneo es una sociedad privada y funciona básicamente para sus socios; tengamos en cuenta que el modelo fundacional fue el "club" inglés y sus fallos estructurales -si es que los tiene- pueden provenir de ese origen. De hecho, tenemos una extraordinaria programación cultural que se desarrolla mensualmente y se anuncia directamente a los socios mediante un "boletín mensual"; muchas actividades no trascienden, pues al público ni a los medios de comunicación, quedando por tanto, su conocimiento cerrado al mundo interno del Ateneo.

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