INFORMÁTICA Y ENSEÑANZA<br>
¿Para qué sirven las nuevas tecnologías en términos de aprendizaje? Este estudio experimental muestra que pueden ser beneficiosas y favorecen especialmente a los alumnos con menos conocimientos e interés por la materia.
Reseña realizada por Augusto Ibáñez<br>
Coordinador de TIC aplicadas a la educación<br>Ediciones SM
Es indudable que existe un alejamiento creciente entre la forma en que se enseña y el modo en que las nuevas generaciones se acercan a la información y al conocimiento. Se entiende así la preocupación por aprovechar el gancho del ordenador como herramienta para el aprendizaje, pero el ordenador no es sinónimo de calidad educativa ni mucho menos garantía de aprendizaje. La clave no está en la tecnología, sino en las complejas interacciones entre el profesor, el aprendiz y el contenido. El problema es que hay muy pocos estudios experimentales que aborden objetivamente el impacto de las TIC en el aula; faltan investigaciones que traten de responder sin sesgos oportunistas a las preguntas que todos nos hacemos: ¿Mejoran los ordenadores la calidad de la educación? ¿Sirven para aprender? ¿Cómo deben ser utilizados? ¿Son verdaderamente útiles?
De ahí la oportunidad de la investigación "Tecnología y Aprendizaje", La finalidad principal del estudio era comparar el rendimiento académico de los alumnos en dos entornos de enseñanza bastante homogéneos, que diferían tan solo en el material pedagógico utilizado -ordenador o libro de texto-, respetando la forma de trabajo habitual de los profesores y el normal funcionamiento de los centros. Participaron en el experimento más de 1500 alumnos de 3º de ESO en 16 centros de la Comunidad de Madrid (públicos, privados y concertados) durante el pasado curso escolar. Un mismo profesor trabajaba con un grupo de alumnos en el aula de informática, solo con materiales digitales, y con otro de control en el aula tradicional, solo con libro de texto (todos los alumnos usaban los mismos libros de texto). Se seleccionaron para el experimento dos unidades didácticas de Matemáticas y otras dos de Sociales. Los criterios de evaluación para el grupo experimental y el de control eran los mismos, y todos los alumnos realizaron las mismas pruebas de evaluación: inicial, final y de recuerdo.
Finalizada la experiencia, se pidió a los profesores que expresaran su opinión comparando la enseñanza con ordenador y la enseñanza tradicional. Consideraron que hay varios aspectos en que la enseñanza con ordenador es superior a la tradicional.
Y sin embargo, los profesores consideraban que en el aula tradicional, donde no se dan estas condiciones, se aprende más que en el aula de ordenadores. ¿Cómo es posible que en un entorno en el que hay menos motivación, menos disciplina, menos atención, peor ambiente de trabajo y peores relaciones con los alumnos se pueda aprender más? Los resultados de los exámenes realizados contradicen esta percepción del profesorado: los alumnos aprenden lo mismo. Las notas obtenidas por los alumnos de los grupos experimental y de control son prácticamente iguales; Incluso se apreció una ligera mejora en resultados obtenidos por los alumnos de Matemáticas del grupo experimental, aunque no era significativa.
Más sorprendentes aún son los resultados obtenidos tras el trabajo con el ordenador por los alumnos con peor conocimiento inicial y menor motivación. Las notas de los exámenes de estos alumnos menos atraídos por la asignatura de Matemáticas mejoran comparativamente, lo que sugiere que los alumnos menos motivados y con peor conocimiento se ven beneficiados frente al resto cuando su aprendizaje se realiza por medio de materiales digitales.
¿Cómo interpretar este desajuste entre lo percibido por profesores y alumnos y los resultados de los exámenes realizados? Probablemente se deba al tipo de evaluación, centrada en pruebas concretas sobre los contenidos aprendidos y sin considerar aspectos tales como las capacidades generales que potencialmente pueden mejorar con el uso del ordenador. Desde esta concepción de la enseñanza y de su evaluación, no es extraño que los propios alumnos se hayan sentido inseguros y que hayan demandado una mayor precisión de qué debían aprender y de cómo se les iba a evaluar. Por ello, no sorprende que profesores y alumnos hayan echado en falta las ventajas del libro de texto para facilitar el aprendizaje y su posterior evaluación. La existencia de libros de texto y de material informático con una estrecha conexión entre ambos parece ser el modelo que la mayoría de los profesores viven como posible y deseable.
Podemos concluir que el problema principal no es un asunto técnico -tener o no tener ordenador- sino educativo: para qué, cómo y en función de qué concepción de la enseñanza se utilizan. Conseguir este objetivo no depende solo de incorporar más ordenadores en los centros. Hace falta reflexionar sobre los objetivos, sobre la organización de los centros, sobre las relaciones entre profesores y alumnos, sobre el modelo de formación de los profesores, sobre la cooperación entre ellos, sobre el tiempo de los docentes, sobre, en suma, la calidad de la enseñanza. Los datos recogidos en este limitado experimento apuntan a que la enseñanza con ordenador puede contribuir a transformar la enseñanza en el aula, a mejorar el funcionamiento de los centros y a crear una cultura más favorable al cambio educativo.