Un estudio muestra que las sequías extremas podrían volverse cada vez más frecuentes, pero controlar las emisiones contaminantes reducirá la probabilidad de que ocurran en la mayoría de las regiones mundiales
La ola de calor que se registró en prácticamente toda España a mediados de junio no fue más que la antesala de un verano más seco y caluroso de lo normal, según ha informado la Agencia Estatal de Meteorología. Es más, un nuevo estudio muestra que la sequía puede haber llegado para quedarse: ante las condiciones climáticas que se esperan para el futuro, las sequías extremas podrían volverse cada vez más frecuentes. El estudio resalta que lo que ahora consideramos extremo, porque excede de los rangos observados históricamente, podría volverse la nueva norma.
El trabajo pone de relieve que los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero merecen la pena. Se han considerado diversos escenarios de concentración de estos gases en la atmósfera y las previsiones varían apreciablemente de unos a otros. Por ejemplo, si se cumplen los objetivos estipulados en el Acuerdo de París, se logrará reducir la probabilidad de las sequías extremas al nivel “poco probable” en la mayoría de las regiones mundiales.
La sequía, amenaza segura para el sur de Europa
Con todo, el impacto del calentamiento global variará notablemente entre unas regiones y otras, tanto en intensidad como en evolución temporal. Para mitad de siglo, se espera que las sequías se vuelvan más frecuentes en un 25 % de la superficie terrestre, en el escenario de emisiones más bajo, o un 28 %, en el escenario más alto. Algunas regiones alcanzan una frecuencia de más del doble de la actual. Además, según las previsiones hay tres regiones particularmente afectadas independientemente de las emisiones. Son el suroeste de América del Sur, la Europa meridional y el norte de África. Se espera que, en los próximos 30 años, estas tres regiones experimenten condiciones nunca vistas con alta probabilidad, incluso en los escenarios climáticos más favorables.
El equipo investigador destaca que casi todos los estudios anteriores consideraban solo los escenarios de altas emisiones para evaluar los impactos del cambio climático. Tener previsiones también para los escenarios más favorables es un aliciente para mantener las emisiones bajo control y así mitigar, en la medida de lo posible, la sequía. Cuanto más bajas son las emisiones, más tarde ocurren las sequías y, además, mayor es la confianza de la previsión.
Este tipo de fenómenos meteorológicos extremos, además, se han ligado inequívocamente al calentamiento global. Es lo que muestra otro estudio que también se publica esta semana, y que encuentra que la relación entre algunos fenómenos como las olas de calor y el cambio climático está fuera de toda duda. Además, el estudio alerta de que tanto las aseguradoras como los gobiernos y los análisis económicos infravaloran el impacto que puedan tener estos fenómenos.
Los caudales de los ríos, en el punto de mira
Volviendo al estudio principal, las predicciones para unos y otros escenarios de emisiones muestran la necesidad urgente de tomar medidas que permitan contrarrestar los efectos de la sequía. Además, el estudio se centra en los caudales de los ríos, que el equipo investigador considera esencial para elegir a tiempo las estrategias de mitigación más apropiadas a largo plazo. A diferencia de otros estudios, que analizaban el impacto del cambio climático sobre las precipitaciones y la temperatura, este es el primero que estima cuándo aparecerán las primeras sequías sin precedentes en cuanto a los caudales de los ríos.
Así, este trabajo toma como referencia las sequías registradas en el periodo desde 1865 hasta 2005. Las previsiones se extienden hasta finales del siglo XXI y estiman cuándo será la primera vez que ocurra una sequía más severa que las registradas en el periodo de referencia y que dure al menos cinco años. El estudio efectúa una simulación de los caudales de los ríos a partir de cinco modelos hidrológicos y cuatro proyecciones climáticas a nivel global. Así es como concluye que, incluso si se aplican los protocolos más estrictos de limitación de emisiones, 11 de las 59 regiones mundiales estudiadas llegarían a tener sequías extremas de cinco años o más de duración durante el siglo XXI. Con emisiones más elevadas, la previsión se aplicaría a 18 regiones.
Efectos potencialmente devastadores
Los efectos de sequías tan severas como prevén estos modelos podrían ser devastadores. Según destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la sequía puede provocar hambrunas y migraciones masivas, degradación de los recursos naturales y debilitación de la economía. Además, es una amenaza para el sustento de 1 300 millones de personas (el 40 % de la población mundial), que cuentan con la agricultura como principal fuente de ingresos.
Las infraestructuras hidrológicas, agrarias e industriales actuales se basan en los datos históricos de disponibilidad del agua. Sin embargo, este nuevo estudio muestra que, con alta probabilidad, serán insuficientes en algunas regiones. Por eso urge prever cuándo las sequías que hasta ahora no tenían precedentes serán algo normal. Solo así será posible diseñar planes apropiados y factibles que permitan sobrellevar las condiciones de sequía extrema, y ponerlos en práctica a tiempo para que surtan efecto.
Que no te la cuelen:
La sequía tiene varios tipos. Cuando la Agencia Estatal de Meteorología habla de un verano más seco de lo normal, explicita que se refiere a la sequía meteorológica, es decir, escasez continuada de precipitaciones. Sin embargo, el estudio analiza la sequía hidrológica, que es la relacionada con los caudales de los ríos y los volúmenes embalsados. También se puede producir la sequía agrícola cuando existe un déficit de humedad que afecta a los cultivos, o la sequía socioeconómica cuando no hay agua suficiente para abastecer a las personas y a la actividad económica. Todos estos tipos de sequía están relacionados, pero distinguir unos de otros ayuda a concretar el análisis como se hace en este estudio.
Referencia bibliográfica (MLA):