Salutación a los rifeños
Es nuestra fe una misma,
fe en la vida inmortal de la conciencia,
esta fe que agoniza
bajo la pesadumbre de la ciencia
entre esos pueblos de avaricia y lujo;
ciencia menguada que es sólo ceniza
del eterno saber. Sobre el diluvio
custodiamos el arca,
el arca del tesoro primitivo
de la infancia del hombre,
y en apretada harca
los pueblos infantiles,
contra los otros viejos, los gentiles,
luchemos por la fe, la del Dios vivo
-Dios cree que el hombre es inmortal, eterno-
y ungidos por la fe en estrecho abrazo,
de Dios en el regazo,
gozaremos la paz, que es la victoria,
pisoteando la escoria
del mundano saber. Alzado el pecho,
¡seamos del Señor brazo derecho!