COCHES Y CARROZAS COMO ELEMENTOS DE PODER<br>
Reseña realizada por Marcelo Luzzi<br>
Instituto Universitario "La Corte en Europa"<br>Universidad Autónoma de Madrid
La dinámica del poder ha sido un tema central en todas las etapas historiográficas. Hasta los años setenta del siglo pasado, las relaciones de poder eran abordadas como meros elementos supraestructurales o como apéndices de las diversas instituciones en que se concretaba el Estado (entendido como el Estado moderno, es decir, el Estado liberal-burgués que se proyectaba retrospectivamente en las instituciones de las Europa moderna). De esta forma, la corte y Casa real son vistas como otras instituciones del aparato estatal, sin desempeñar ningún papel relevante en la organización del mismo. Sin embrago, desde los pioneros trabajos de Norbert Elias, la corte (y la sociedad cortesana que se conforma) ha sido vista como un espacio de relaciones informales (es decir, no institucionales) en el que el poder "fluye" entre los miembros que la conforman.
Los estudios de la Casa real han superado, de la mano del centro Europa delle Corti, en Italia, y del Instituto Universitario "La Corte en Europa" (Iulce), en España, el paradigma y la metodología decimonónicos, funcionalistas y también estructuralistas (que proyectaban las modernas estructuras del Estado a épocas precedentes al mismo), según los cuales, la Casa real era, simplemente, un apéndice del Estado, en el cual el rey vivía y se desenvolvía diariamente. Así, la nueva metodología impuesta por los mencionados grupos, aboga por entender que la articulación y fundamentación política de las monarquías europeas de la Edad Moderna se basó en las relaciones personales (en detrimento de las institucionales), es decir, en un modelo basado en la economía doméstica aristotélica, por la cual el rey gobernaba como un pater familiae su gran casa que era el Reino (o la monarquía). La corte, y la estructura que la cimenta, es decir, la Casa real, se conforman, de esta manera, en la "forma política" que articulaba los diversos reinos que componían la Monarquía de los Austrias, ya que en ella se entretejían las tupidas y fluidas "redes clientelares" que permitían el gobierno de la misma, al mismo tiempo que se posibilitaba la representación de los reinos.
La obra de Alejandro López Álvarez se introduce en esta nueva línea y metodología de investigación, respondiendo a los nuevos retos interdisciplinares al conjugar diversas fuentes acerca de la articulación del poder (desde una perspectiva cortesana) a partir del estudio de un elemento (los coches y carrozas) de la Casa real, que hasta la fecha sólo había recibido estudios desde el punto de vista ornamental. En esta línea, la obra pretende evitar ser en un análisis de un elemento de ostentación social para convertirse en una prosopografía de la sociedad moderna (y las dinámicas de poder que en ella se ejecutan) a partir de los coches. Así, Alejandro López Álvarez afirma que el "uso de carruajes representativos -coches, carrozas, literas, sillas de mano y trineos-, se extendió en un momento de la historia de Europa [durante el siglo XVI] en el que las monarquías dinásticas necesitaban de nuevos instrumentos para separar a quienes hacían política y conformaban la Corte, de la masa de los gobernados".
Resulta evidente entender que esta obra nos permite adentrarnos en los análisis interdisciplinares (dada la profusa y prolija utilización de fuentes literarias y el análisis de los propios carruajes) para así comprender cómo varía el ceremonial regio, las imágenes del monarca (y de los propios cortesanos), las nuevas manifestaciones de la jerarquización social que se producen (muchas veces a partir del consumo suntuario de los grupos hegemónicos), así como las transformaciones que sufrirán las ciudades para adaptarse a la circulación de los propios coches y carruajes.
En definitiva, citando (como realiza el autor) el Tratado del coche de Antonio de Torres (1796), "El primer bien que produce el coche es la autoridad, porque siempre el que le mantiene goza entre el pueblo de distinción. El segundo es la conveniencia (...). El tercero es librarse de la intemperie (...). El quarto es el ahorro de tiempo (...)". Como se podrá vislumbrar, no se niega la funcionalidad y practicidad del coche, pero destaca, como aspecto primordial, que es un elemento que confiere autoridad, es decir, que proyectará en un microcosmos la jerarquización social, al mismo tiempo que permite mantener la visibilización del poder de dichas jerarquías.