Te vi sobre el rasante de la amplia carretera,
como una diosa antigua, bajo los vientos sola,
junto a tu coche negro, que en su reposo era
acharolado y fino, como un piano de cola.
Iba yo a cien por hora, lanzado en torbellino
sobre el galope fácil de mi carburador.
El cromo de los faros, pantalla del camino.
Mi pie, duro martillo del acelerador.
Con una mano izada me lanzaste tu 'S.O.S'.
Descendí, y, obsequioso, frente a frente los dos,
y frené con un suave posar de freno hidráulico.
Mi capote de ruta se hizo un capote áulico.
Nunca, nunca jamás olvidaré aquel modo
con que me recibiste. Plasmada en el alcor,
y en tu mano, hacia el cielo, una llave de codo
con destellos de antorcha y apariencias de flor.
Incluida en Pere Gimferrer, Antología de poesía modernista. Ediciones Península, 1980