Dulcísimo instrumento
Que siempre me das gusto
Ven a mi mano: ven en buena hora
¡Oh Lira queridísima! pues siento
Que Febo me transporta en modo augusto
Y que cantar me ordena
Un alto asunto nuevo
Y a su región me elevo
Sin poder apagar aunque quisiera
La llama que en mi pecho reverbera
Canta, Rizo amado,
Atiéndeme te pido,
Y oirás lo que Minerva muy gozosa
Ayer hacía, quando yo en el Prado
Me paseaba en sus flores divertido
A tiempo que la hermosa
Aurora refulgente
Mostraba en el Oriente
Su faz amable llena de alegría
Anunciándole a la tierra el nuevo día.
Entonces pues, sentada
La Madre de la Ciencia
Estaba entre sus Genios peregrinos
Leyendo atenta y mui alborozada
La obra misma que tú por complacencia
Con caracteres finos
Me diste a leer ufanos
Y en modo soberano
Ponderando la Diosa sus primores
La volvió a colocar entre las flores
(.)
Tal fue el glorioso asunto
Que ayer el alto Cielo
Presentó a mis potencias en el Prado,
En cuyo bello y célebre conjunto
Conocí que a pesar del fiero anhelo
Del monstruo siempre airado
Contra la ilustre Ciencia
Ya triunfa en la eminencia
Del soberano monte de la Gloria
Del sabio Cavanilles la memoria.
Memoria muy preclara
Será sin duda alguna:
Memoria en todos tiempos deliciosa
Para el Reyno y el Rey que al docto ampara:
Memoria, en fin, a siempre la fortuna
Respetará obsequiosa
Y yo también amante
Con eco resonante
La extenderé del uno al otro polo,
Si protege mi intento el sacro Apolo.
¡Oh Dios con qué alegría
Mi pecho entonces lleno
De tu fuego divino y refulgente
Ha de cantar la gran Sabiduría
Del varón que custodias en tu seno!
Entonces dignamente
Elevaré su nombre
Allá donde se asiente
La traicionera envidia, y entre tanto
Dirige a Cavanilles este Canto.