25.11.2014
En diversas ocasiones, los premios internacionales han reconocido la labor fundamental de quienes promueven los derechos de la infancia así como el poder de la educación básica en el desarrollo de las personas, de los pueblos y de la paz. En esta ocasión, el Nobel de la Paz ha recaído en dos personas que luchan diariamente en la frontera que separa a los niños y niñas que no tienen acceso a la educación básica de quienes sí la tienen: la joven paquistaní Malala Yousafzai y el veterano activista indio Kailash Satyarthi. Ellos, junto a miles de educadores y activistas en todo el mundo, reivindican y trabajan por el derecho de que todos los niños y niñas puedan acceder a la educación. Son todavía demasiados los que no pueden: 58 millones, entre seis y once años, según la UNESCO; algunos por prejuicios o interpretaciones extremistas de la religión, otros porque son explotados laboralmente y no pueden acudir a la escuela.