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Autor
Luis C. Corchón Díaz (Departamento de Economía, Universidad Carlos III Madrid)

Incentivos y excelencia: una visión desde la economía

Lección inaugural del curso 2006-2007 de la Universidad Carlos III de Madrid, a cargo de Luis C. Corchón Díaz.<SMALL><A name=ref1></A><SUP><A href="#nota1">[1]</A></SUP></SMALL>
1. Permítanme comenzar esta Lección Inaugural señalando que, al menos desde Adam Smith, el tema central de los economistas ha sido el estudio de los poderes de la competencia. Nuestra creencia en los efectos generalmente beneficiosos de ésta no se limita a empresas y consumidores en un mercado, sino que alcanza a otras organizaciones como los partidos políticos o las universidades. La importancia de la competencia entre éstas para el logro de la excelencia es un hecho bien documentado históricamente: Así, a la vista del desgraciado estado de la Sorbonne, Francisco I, en vez de intentar reformarla, creó el Collage de France, justo enfrente de la vieja universidad, con efectos beneficiosos permanentes sobre ambas instituciones. Otros ejemplos de rivalidad bien entendida que ha redundado en beneficio de todos son: Oxford y Cambridge, MIT y Harvard, Stanford y Berkeley, etc.

El enfoque de los incentivos estudia las instituciones modelizando cuidadosamente los intereses materiales de los sujetos que las componen. De hecho este enfoque subsume al anterior ya que considera a la competencia como un sistema de incentivos más.

2. Me gustaría ahora darles algunos ejemplos ilustrativos del poder de los incentivos. Para ello nada mejor que recordar el caso de los manuscritos del Mar Muerto que comenzaron a aparecer en Palestina a mediados del siglo pasado. Al principio, los arqueólogos ofrecían a los beduinos una recompensa por cada trozo de manuscrito. ¿El resultado? que aunque muchos manuscritos estaban originalmente de una pieza, los beduinos los troceaban para obtener una recompensa más substanciosa.[2] Gran parte del gigantesco problema de recomponer los manuscritos fue causado por un sistema de incentivos inadecuado.

Los incentivos juegan un papel determinante en el rendimiento de los deportistas. Un pertiguista llamado Sergei Bubka, entre 1988 y 1994, batió el record del mundo en diez ocasiones por un solo centímetro. Pues bien, este hecho puede explicarse sin necesidad de recurrir a la psicología o al azar. Simplemente, Bubka recibía 18.000$ cada vez que batía el record del mundo y, por lo tanto, tenía fuertes incentivos a batirlo por la mínima altura posible. El dotar a las organizaciones de los incentivos necesarios para lograr sus fines es un tema recurrente en la historia. Todos ustedes recuerdan que Hernán Cortés quemó sus naves para incentivar a sus hombres a luchar denodadamente y que el comandante de la nave donde servía el capitán Alonso de Contreras, durante una dura batalla con un navío turco, cerró las escotillas de su barco para imposibilitar el escaqueo de sus hombres.[3]

3. ¿Desde cuando somos conscientes los economistas de los problemas de incentivos? La llamada "controversia sobre el socialismo", que se libró entre diversos economistas a principios del pasado siglo, fue el aldabonazo que nos alertó sobre la necesidad de que los sistemas económicos recompensen a los agentes cuando transmiten su información privada de manera honesta y realizan acciones socialmente beneficiosas. Al primer problema los economistas le llamamos "Selección Adversa" porque a veces las organizaciones seleccionan al personal de manera negativa para sus intereses. Así, un sistema de créditos basado en la mera confianza atraerá a individuos incapaces de equilibrar sus cuentas y por lo tanto poco propensos a repagar sus deudas. Al segundo problema le llamamos "Riesgo Moral" y surge cuando no sabemos si una consecuencia ha sido alcanzada intencionadamente o bien ha sido producto de la casualidad, como la serie de errores del alto mando de la marina estadounidense que propiciaron el bombardeo de Pearl Harbour.

4. Desde un punto de vista analítico, los problemas de incentivos aparecen cuando:
    1: Existe una divergencia entre los objetivos de la organización y los de los individuos que la componen.
    2: La organización no es capaz de detectar sin costes a los que impiden que ésta alcance sus objetivos y castigarlos creíblemente.
Como ejemplos del primer aspecto podríamos citar el de un ejército, cuyo objetivo es ganar una batalla. Los soldados que lo componen también desean la victoria pero no a costa de su propia vida.

Y si los soldados son "prudentes", vencer es complicado. O también el de un Cártel que quiere mantener altos los precios de los productos que vende. Sin embargo cada miembro del cártel desea vender muchas unidades a ese precio, lo cual redundaría en una bajada del mismo.

Pero la divergencia de objetivos no es suficiente. Aquellos de ustedes que sean aficionados a la ciencia ficción recordaran varios episodios de la serie Star Treck: Nuevas Generaciones en el que aparece un pueblo llamado "Borg". En realidad tal pueblo se compone de un gran número de mentes conectadas a una mente central que es capaz de leer la mente de los otros Borgs, controlar todas sus acciones y sancionar cualquier desviación con penas que son creíbles, tienen coste cero y son disuasorias. En esas circunstancias, la divergencia de objetivos es irrelevante. Todos los individuos actúan como si fueran uno solo y tuviesen un objetivo común.[4]

Finalmente, la credibilidad del castigo es importante: En Catalunya en la Edad Media la fuga de un esclavo se castigaba con la muerte de éste. Pero si el esclavo era encontrado, el propietario tenía incentivos para suplicar clemencia o incluso pretender que se había "extraviado" de manera inocente.[5] Pero si los esclavos eran perdonados, su incentivo a fugarse se veía robustecido.

5. ¿Qué ocurre cuando la organización no puede imponer a los agentes sus objetivos y deja que estos contribuyan a aquel sobre bases voluntarias? Los economistas sabemos cual es la respuesta, pero, de nuevo, consideremos algunos ejemplos históricos. Monumentos tan impresionantes como Hagia Sophia tardaron menos de seis años en construirse mientras que muchas catedrales tardaron siglos en terminarse.[6] Las grandes pirámides de Egipto se construyeron en unos 20 años mientras que La Sagrada Familia, comenzada en 1883 está aún inacabada. La clave que explica tal divergencia no es la mayor o menor diligencia de sus constructores sino el sistema de financiación. Hagia Sophia y las grandes pirámides fueron construidas por encargo de unos soberanos que tenían grandes incentivos a invertir fuertemente en su construcción, mientras que las catedrales fueron financiadas a través de contribuciones voluntarias de miles de individuos que, aunque estuvieran descontentos con el estado de las obras, poco podían hacer para remediarlo. A este tipo de situaciones los economistas le llamamos "El Problema del Viaje Gratuito".[7] Cuando usted quiere mucha cantidad y calidad de educación y sanidad públicas, pero a la vez no quiere pagar muchos impuestos, se enfrenta a un problema parecido. Y por esto estas actividades se financian no a través de contribuciones voluntarias sino a través de impuestos, contribuciones forzadas como la magnífica palabra castellana indica.[8] Si nos preguntaran si desearíamos hacer una contribución adicional para financiar la educación o la sanidad responderíamos que no, porque tal contribución no repercutiría apreciablemente sobre la cantidad de aquellos y sí lo haría en nuestro bolsillo. ¿Y si apelasen a nuestra responsabilidad social? Seguramente pretenderíamos que tal cosa, en nuestro caso, no existe.

6. La última consideración nos invita a pensar que quizá exista alguna manera de incentivar a los individuos a transmitir honestamente su información privada. Consideremos el caso del crítico de arte Bernard Berenson (1865-1959) uno de los máximos especialistas en pintura renacentista. Ocurrió que, preguntado por la autenticidad de ciertos cuadros, Berenson dio a veces respuestas que se correspondían muy bien con sus intereses monetarios y que, en varios casos muy sonados, no se correspondían con las atribuciones verdaderas.[9] ¿Habría alguna manera de incentivar a un hipotético Berenson a revelar su información correctamente? Desgraciadamente la respuesta es que no existe ningún sistema económico que incentive a decir siempre la verdad y que alcance decisiones socialmente óptimas que no sean discriminatorias.[10]

Este resultado ha sido probado en diferentes contextos y es una de las conclusiones más robustas de la economía de los incentivos.[11] Nos ha forzado a reescribir partes importantes de nuestra disciplina como la teoría del óptimo económico, en la que junto a las restricciones de factibilidad física, ahora introducimos las restricciones de incentivos, en las que se tiene en cuenta que los agentes deben de encontrar en su beneficio transmitir la información que la organización necesita para funcionar adecuadamente.

7. Los casos en los que una organización o bien no tiene problemas de incentivos o bien la información es privada son muy extremos. Existen otros casos, en los que si bien la información no puede ponerse en un contrato, es conocida por todos los agentes. Así los profesores de una universidad pueden conocer las preferencias de su rector y viceversa.[12]

El punto clave es que, a pesar de que la información está disponible, no puede ser usada en los contratos ya que los tribunales de justicia no serían capaces de sancionar su incumplimiento. En estas condiciones, las restricciones de incentivos desaparecen ya que los agentes se vigilan unos a otros.[13] Ya en la antigüedad clásica, los griegos usaban un procedimiento llamado liturgia basado en esta premisa para financiar los coros de ciertas producciones teatrales (choregia), el mantenimiento de los caballos (hippotrophia) o ciertos banquetes (hestiasis).[14,15]

8. ¿Qué ocurre cuando la organización no puede forzar a los agentes a realizar las acciones que desean? Consideremos el caso de un equipo de fútbol. Un contrato típico de un futbolista tiene por una parte un fijo -que en los contratos de la Bundesliga alemana es, en promedio, un 50% de la remuneración total- una parte que depende de los puntos que consiga el equipo y, finalmente, una parte que depende del tiempo que ha jugado. Las dos últimas partes incentivan que el esfuerzo individual redunde en la clasificación del equipo. La razón que explica la existencia de un fijo es que los futbolistas están sujetos a riesgos -pueden lesionarse, enfermar, etc.- y un contrato que pague sólo en función de los resultados o de la participación es demasiado arriesgado.

Pero si el contrato les cubriera totalmente contra el riesgo, entonces no tendrían incentivos a esforzarse. Por lo tanto los contratos óptimos incentivan el esfuerzo y cubren a los agentes contra el riesgo. Y de nuevo, junto a las otras restricciones, aparecen restricciones de incentivos que representan la necesidad de que el esfuerzo sea remunerado. La conclusión general de esta literatura es que los problemas de incentivos no se arreglan con dinero sino con esquemas de remuneración adecuados. Cualquiera que haya seguido la trayectoria de países como China y Vietnam sabe la importancia que ha tenido en su éxito económico reciente el incentivar a la población a esforzarse y a no esconder sus capacidades productivas.[16]

9. Podría parecer que una vez que una organización ha tomado en cuenta los problemas de incentivos ha de alcanzar la excelencia si se lo propone. Desgraciadamente, las organizaciones están sujetas a otro tipo de problemas internos.[17] Supongamos que una organización acumula una gran cantidad de beneficios. Puede ser que sea una empresa que vende un producto de éxito, o una universidad que consigue mucho dinero de sus patrocinadores o de sus alumnos. Inmediatamente aparecerán individuos que, con las excusas más variopintas, intentarán apropiarse de esas rentas. Naturalmente todos sabemos de la existencia de grupos que presionan a los gobiernos para que estos tomen decisiones que les favorezcan. Lo que la moderna teoría de la Búsqueda de Rentas ha hecho es generalizar esta observación a todas las organizaciones.

La búsqueda de rentas tiene consecuencias muy nocivas: Puede conducir al subdesarrollo porque los mejores talentos de una sociedad se dedican a actividades individualmente lucrativas pero socialmente improductivas.[18]

O producir injusticias como que los agentes menos capaces y trabajadores obtengan ganancias más altas que los más capaces y trabajadores debido a su mayor capacidad relativa para crear "Lobbies". [19] Finalmente, puede corromper a las instituciones que otorgan premios porque estos pueden no reflejar el mérito de los ganadores sino el poder del grupo a la que pertenecen.

10. Permítame ahora recordarles que los resultados que les he expuesto son generales, en el sentido de que pueden aplicarse a cualquier institución, y en concreto a la universidad. Y que así como los beduinos rompían los papiros, así se rompe una universidad que tiene los incentivos equivocados.

Creo que no me será difícil convencerles de que la universidad pública tiene un amplio campo de acción en las economías de mercado.

Estarán de acuerdo en que cualquier persona con talento pero sin los medios para comprar una buena educación privada tiene derecho a realizar su potencial intelectual. ¿Estarían también de acuerdo en que la movilidad social es deseable y que debe estar regida por la valía y el esfuerzo personal y no por el azar o la pertenencia a ciertos grupos de amigos? Entonces estarán también de acuerdo en que una universidad pública que persiga la excelencia es la mejor garantía de una movilidad social justa. Pero en el caso de nuestra nación, España, hay otra razón que es sumamente importante. España ha conquistado un lugar entre las naciones más desarrolladas, entre otras cosas, exportando bienes de calidad aceptable a buenos precios.[20]

Esta función va a ser tomada, está siendo ya tomada, por países como China, India o Vietnam, por lo que, por ejemplo, no deberíamos esperar que dentro de diez años España siga siendo el séptimo productor mundial de coches. ¿Qué vamos a producir entonces? Si deseamos seguir siendo un país rico, solo podremos producir bienes muy intensos en tecnología, y para esto la única preparación posible es la obtenida en una universidad de calidad comparable a la que tienen los países más desarrollados.[21]

11. Llegados a este punto debemos reflexionar sobre el estado de la universidad española. Como esta es una tarea demasiado ambiciosa, me limitaré al campo que mejor conozco, la economía.[22]

Como ustedes saben, desde hace unos años, existen muchos rankings de universidades europeas, prácticamente todos ellos basados en la producción investigadora, principal nutriente legítimo de la mente del académico.[23]

Cuando era estudiante de doctorado, leí con gran deleite los trabajos de Jacques Drèze, un destacadísimo economista belga que ha obtenido prácticamente todos los honores posibles en nuestra profesión. Ahora, ya retirado, y desde su privilegiada situación, Drèze escribe sobre la universidad europea y su reforma.[24] Basándose parcialmente en estudios anteriores, Drèze (en colaboración con Fernanda Estevan) presenta un ranking de las mejores universidades de Europa en Economía que reproduzco en la Tabla 1:[25]


Tabla 1: Las Mejores Universidades de Europa en Economía
Tilburg
London School of Economics
University College Londres
Cambridge
Oxford
Toulouse
Autónoma Barcelona
Amsterdam
Carlos III
Pompeu Fabra

Essex
Católica de Lovaina
Erasmus Rotterdam
INSEE (París)
Escuela de Estocolmo
Viena
Warwick
Bonn
Copenhague
York
Estocolmo
Southampton
Libre de Bruselas
Paris 1
Bolonia
Vrije de Amsterdam
Maastricht
Bristol
Alicante
Exeter
Ecole Nationale des Ponts et Chaussées
Oslo
Edinburgo
Bocconi


Obsérvese que hay cuatro universidades españolas entre las mejores 34 de Europa en los puestos 7, 9, 10 y 29. Estas son, buenas noticias, que a uno le gustaría que fueran conocidas por la sociedad española que en su mayoría ignora tanto la posición que ocupamos en Europa como el tremendo esfuerzo que hacemos para alcanzarlo.[26] Un hecho curioso es la débil correlación entre la afiliación de los agraciados con algún premio nacional de economía y los departamentos antes mencionados. Es como si muchos de los vencedores del premio al mejor futbolista europeo no perteneciesen a los mejores clubes de Europa.

12. ¿Cómo se han conseguido estas clasificaciones tan meritorias? Una mirada sucinta al funcionamiento de esas cuatro instituciones nos dice que todas ellas tienen rasgos organizativos en común:

    1) Los programas doctorales se imparten en inglés y están abiertos a estudiantes de todo el mundo.
    2) Los egresados de estos programas nunca se colocan en sus departamentos de origen.
    3) Acuden todos los años a diversos mercados de trabajo -español, americano, británico- para reclutar a sus fichajes y colocar a sus estudiantes de doctorado.
    4) Tienen sistemas de incentivos -reducciones docentes y premios monetarios- que remuneran la investigación de calidad.
Todos estos procedimientos son muy baratos, aunque el ponerlos en práctica conlleve una buena dosis de coraje, por lo que hemos podido alcanzar posiciones envidiables sin necesidad de grandes inversiones monetarias. Pero esta situación va a cambiar. El gobierno francés, consciente de la debilidad de su sistema universitario (sólo hay tres centros franceses en el ranking de Dréze, en los puestos 6, 14 y 24) ha promovido la Paris Graduate School con una inversión millonaria en euros. Y en un movimiento que recuerda al antes citado de Francisco I, L'Ecole Polytechnique de París ha comenzado a planear su propio doctorado, ofreciendo contratos millonarios a académicos franceses residentes en USA. A este respecto es útil recordar que el programa Consolider-Ingenio, el mayor y mejor esfuerzo realizado por el estado español en materia de investigación, prevé unos gastos por proyecto que escasamente podrían financiar la contratación de cinco académicos de nivel alto-medio de universidades USA y eso sólo durante cinco años.[27] Este programa constituye un magnífico primer impulso en la dirección correcta, pero no debería llevarnos a pensar que la tarea está hecha.

Debo así terminar esta Lección con una nota de preocupación: Una universidad competitiva a nivel europeo necesita mucho dinero (aunque desde luego menos que un club de fútbol que quiera ser competitivo a nivel europeo) y sobre todo, como he argüido a través de esta Lección, unos esquemas de incentivos adecuados que enumeren la excelencia medida de manera objetiva por órganos independientes. A partir de ahora, si queremos seguir jugando la Champions de la ciencia, el dinero se tendrá que repartir de manera muy distinta a la que se ha hecho tradicionalmente en la universidad Española, y si no... "que inventen ellos".

Muchas gracias





Referencias

Amorós, P., L. Corchón y B. Moreno (2002): The Scholarship Assignment Problem. Games and Economic Behavior, 38, 1.
Bagüés, M. (2005): ¿Qué determina el éxito en unas Oposiciones? FEDEA, Documento de Trabajo 2005-01.
Becker, G. (1983): A Theory of Competition Among Pressure Groups for Political Influence. Quarterly Journal of Economics, 98.
Cabrales, A., G. Charness y L. Corchón (2003): An Experiment on Nash Implementation. Journal of Economic Behavior and Organization, 51, 2.
Chakravorty, B., L. Corchón y S. Wilkie: Credible Implementation. Próxima publicación en Games and Economic Behavior.
Contreras, A.: Vida, Nacimiento y Crianza del Capitán Alonso de Contreras. http://es.geocities.com/capitancontreras/contreras.pdf.
Drèze, J. y F. Estevan (2006): Research and higher education in economics: can we deliver the Lisbon objectives?. CORE Discussion Papers 2006/51, Marzo.
Gell-Mann, M. (1988): El quark y el jaguar : aventuras de lo simple y lo complejo. Tusquet.
Gibbard, A. (1973): Manipulation of voting schemes: A general result. Econometrica, 41.
Hurwicz, L. (1972): On informationally decentralized systems, in Decision and Organization, McGuire and Radner, eds., North-Holland.
Krueger, A. (1974): The Political Economy of the Rent-Seeking Society. American Economic Review, 64.
Moore, J. y R. Repullo (1988): Subgame perfect implementation. Econometrica, 56, 1220.
Maskin, E. (1999): Nash equilibrium and welfare optimality. Review of Economic Studies, 66.



[1] Esta lección está dedicada a mis tíos, a mis compañeros de colegio y de departamento y a mis coautores por lo mucho que he aprendido de ellos. Agradezco a Alberto Alonso, Carmen Beviá, Philippe Gaignepain y Mar López su ayuda en la preparación de este trabajo.
[2] Afortunadamente los arqueólogos se dieron cuenta y empezaron a pagar solamente cuando el manuscrito estaba entero. Véase Gell-Mann, p 341.
[3] Más tarde, el comandante arengó a los tripulantes con la frase: "Señores, a cenar con Cristo o a Constantinopla", pp. 12-3.
[4] Naturalmente esto no reza para el intrépido capitán Piccard que convertido a la fuerza en un Borgh se rebela contra ellos, con gran éxito.
[5] Agradezco a Joaquim Silvestre este ejemplo. He tratado los problemas que conlleva la credibilidad de los sistemas de incentivos en un trabajo conjunto con Bhaskar Chakravorty y Simon Wilkie.
[6] Una lista parcial incluiría las siguientes catedrales españolas (fechas de construcción entre paréntesis): Barcelona (1298-1902), Burgos (1221-1260), León (1205-1361), Salamanca (1512-1733), Segovia (1525-1630), Sevilla (1401-1520) y Toledo (1224-1493). Por el contrario la Mezquita Azul, otro gran monumento de Estambul construido por encargo directo del sultán, fue terminada en menos de 9 años.
[7] Traducción, sin duda poco afortunada, del original anglosajón, "Free Riding Problem".
[8] La palabra anglosajona para impuesto, tax, no tiene la connotación de ser coercitiva.
[9] La controversia de si Berenson mintió a propósito o si simplemente se equivocó de buena fe continúa hasta nuestros días, ver el apéndice del libro de Secrest, p. 399 y ss..
[10] La necesidad de la última condición se comprende considerando un sistema en el que todos los cuadros se asignan a Berenson. Este sistema le daría a incentivos a no mentir, pero sería poco satisfactorio.
[11] Véanse los trabajos de Alan Gibbard, Mark Satterthwaite, Leo Hurwicz y Roger Myerson.
[12] El sistema de oposiciones incorpora información que los miembros del tribunal tienen y que el legislador no posee. Pero cuando los agentes tienen opiniones sesgadas, el diseño del sistema óptimo de oposiciones dista de ser trivial como se prueba en mi artículo con Pablo Amorós y Bernardo Moreno. No es de extrañar pues que el sistema actual de oposiciones contenga tantos elementos indeseables, véase el trabajo de Manuel Bagüés.
[13] Este enfoque fue propuesto por Eric Maskin en 1977 (pero publicado en 1999) a la vez que ofreció una conjetura de las condiciones teóricas en las que podría funcionar. Sin embargo, su prueba matemática estaba equivocada. La primera prueba matemática correcta de su resultado se debe a Rafael Repullo y la primera prueba experimental la realizamos en un trabajo conjunto con Antonio Cabrales y Gary Charness.
[14] Ver http://www.fhw.gr/chronos/05/en/economy/500liturgies_intro.html.  
[15] Posteriormente Rafael Repullo y John Moore ampliaron este enfoque considerando sistemas que operan secuencialmente.
[16] Uno espera que muchas organizaciones de ayuda al desarrollo tomen nota y dejen de analizar el problema del subdesarrollo con categorías como "comercio justo" y "el egoísmo de los países ricos" que ni desde el punto de vista del análisis económico ni desde el sentido común tienen relevancia alguna.
[17] Tal y como nos han alertado Gordon Tullock, Anne Krueger y Gary Becker.
[18] Ver Murphy, Shleifer y Vishny.
[19] Ver Scharsftein y Stein.
[20] Es enormemente sorprendente que en un país como España, que se ha encaramado al club de las naciones desarrolladas gracias al comercio exterior y a la inversión extranjera, proliferen las ideologías "anti-globalización" cuando sin esta, estaríamos sumidos en el subdesarrollo.
[21] Es muy curioso que todo el mundo entienda que un escuela de cine, o de fútbol, mediocre debería cerrarse, pero que la idea de que una universidad mediocre debería tener una financiación pública, al menos, restringida, levante tantas suspicacias.
[22] La situación de otras disciplinas no debe ser muy distinta, o al menos eso es lo que se desprende de los rankings publicados por el ISI Essential Science Indicator. Según éste, en los últimos 10 años España ocupa en el ranking por número de citas el octavo puesto en química, el noveno en matemáticas y microbiología, el décimo en física, el undécimo en ingeniería, el duodécimo en economía, biología, neurociencias y farmacología y el decimotercero en medicina clínica y biología molecular.
[23] Desde hace muchos años, los rankings son usados por los estudiantes en USA para seleccionar universidad. Puede decirse sin exageración que forman parte de la cultura académica de ese país.
[24] Esta reforma es el paso siguiente a los llamados criterios de Bolonia, que han servidopara preparar un marco común en donde las universidades de países diferentes pudieran ser comparadas, esto es, puestas en un ranking.
[25] A veces se argumenta contra los rankings que hay muchos y que los resultados que ofrecen difieren entre sí. Pero estas diferencias son, en la mayor parte de los casos, menores. Los rankings son pues muy informativos, y, al igual que la clasificación de la Liga de fútbol, dan una visión mucha más objetiva de la situación de la entidad que la que se sacaría oyendo a los hinchas o al presidente del club.
[26] Drèze hace notar los grandes progresos realizados por España, ver p. 6 de su informe.
[27] Un catedrático de economía de una universidad top de USA puede ganar al año hasta 450.000 Euros. La contratación de tres de esos profesores excedería la totalidad de los fondos conseguidos en el programa Consolider-Ingenio por el grupo de economía del que forman parte las cuatro universidades antes citadas junto con otras instituciones.

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