Fecha
Autor
Alfonso Beltrán García-Echániz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

La importancia de la innovación con motivo del Año Europeo de la Creatividad y la Innovación

En una sociedad en la que las nuevas tecnologías y la globalización generan un cambio constante, la innovación supone cambio y, al mismo tiempo, permite adaptarse a él. Si queremos que la innovación se convierta en una práctica habitual, es necesario medir su impacto y analizar la idoneidad de las políticas desarrolladas. Sólo así se podrá seguir innovando y desarrollando estrategias para el futuro.
En este sentido, la política de investigación e innovación ha gozado, en los últimos años, de más protagonismo dentro del conjunto de las políticas prioritarias que han marcado el escenario presupuestario del Estado. Así, en los últimos cuatro años los fondos dedicados en los Presupuestos Generales del Estado al programa de gasto de I+D+I han experimentado un crecimiento notable, lo que supone una clara apuesta por la innovación como instrumento al servicio del bienestar social, de la mejora de la competitividad empresarial en un mundo globalizado.

Esta importante inyección de recursos presupuestarios ha permitido financiar, entre otras, las actuaciones contempladas en el Plan Nacional de I+D+I, especialmente dirigidas a la generación de nuevos conocimientos y su traslado al tejido productivo. La declaración de 2009 como Año Europeo de la Creatividad y la Innovación por la Comisión Europea, no es más que la manifestación pública de la importancia que la innovación tiene en la vida cotidiana de las sociedades modernas. Nuestra rutina diaria está salpicada por pequeños actos en los que intervienen, de manera decisiva, las nuevas tecnologías, derivadas de los nuevos productos o procesos objeto de la innovación.

Europa ha detectado, en la última década con mayor precisión si cabe, la necesidad de impulsar su capacidad de crear e innovar, por motivos que trascienden del ámbito económico a su vertiente social. El Consejo Europeo, de esta forma, ha reconocido en repetidas ocasiones que la innovación es fundamental para mejorar de forma sustancial la capacidad de reacción de Europa ante los desafíos y oportunidades de la globalización, ante las numerosas crisis que nos asaltan en el transcurso del año derivadas de la seguridad alimentaria, de la gestión sostenible de los recursos naturales...

Es necesario, de esta forma, contar con la actitud favorable de los políticos, de los decisores públicos, y como no, de la ciudadanía ante la innovación.


De esta forma seremos capaces de potenciar las aptitudes y competencias del capital humano dedicado a la investigación y favorecer una cultura de la innovación que permita a las personas percibir el cambio como una oportunidad, con una mentalidad abierta a nuevas ideas que promuevan la innovación y la participación activa en una sociedad culturalmente diversa y basada en el conocimiento.

La declaración de 2007 como Año de la Ciencia en España permitió avanzar a la sociedad la importancia de la inversión pública en I+D+I, la rentabilidad social de dicha inversión y la necesidad de seguir apostando por la investigación como única forma de hacer frente a los nuevos retos. Ahora, la declaración de un Año Europeo de la Creatividad y la Innovación se presenta como una forma eficaz de hacer frente a estos desafíos a través de la sensibilización de la opinión pública, la difusión de la información sobre buenas prácticas y la promoción de la investigación y el debate político, especialmente en tiempos difíciles.

Es necesario contar con la actitud favorable de los políticos, de los decisores públicos, y como no, de la ciudadanía ante la innovación

El principal objetivo de esta declaración es dar un claro respaldo a los esfuerzos que los Estados miembros están realizando por promover la creatividad por medio del aprendizaje permanente, como motor de la innovación y como factor clave del desarrollo de las competencias personales, laborales, empresariales y sociales de todos los individuos de la sociedad, así como de su bienestar social.

Los principales destinatarios de las actividades que tendrán lugar son la administración, en todos sus niveles (local, autonómico y estatal), el sistema educativo, desde las primeras etapas hasta la educación universitarias, sin olvidarse del aprendizaje permanente, las grandes, pequeñas y medianas empresas y las instituciones que las representan, así como la sociedad en su conjunto, sociedad que debe participar de forma activa en la celebración de este Año Europeo de la Creatividad.

Este gran evento anual supone una nueva oportunidad para transmitir la verdadera dimensión de la innovación como instrumento al servicio de la sociedad, como herramienta para sobreponerse a las dificultades económicas surgidas en los últimos tiempos, a las crisis sociales derivadas, por ejemplo, de los procesos migratorios, o a las amenazas de pandemias provocadas por virus hasta ahora desconocidos.

España, a través del Ministerio de Ciencia e Innovación y con la coordinación de la FECYT se suma a esta celebración europea apoyando y coordinando una serie de iniciativas dirigidas a todos los públicos objetivos del Año Europeo de la Creatividad y la innovación.

Han pasado seis meses y la innovación empieza a formar parte de los discursos oficiales y de las tribunas de los periódicos. Como nos recuerdan a menudo, un nuevo producto, un servicio distinto, un procedimiento interno mejorado, otro modelo de negocio, cambios en una estructura... todo ello es innovación.

Es necesario crear un clima de opinión proclive a la innovación, concienciar a los diversos agentes de que la innovación está -o puede estar- en todas partes

Impulsar un Año europeo de la Creatividad y la Innovación es una manera fomentar la celebración de conferencias, seminarios, eventos de distinto formato y con temáticas diversas (desde economía a diseño y desde periodismo a medioambiente) que tengan impacto mediático, hagan reflexionar y generen debate en la sociedad. Es necesario crear un clima de opinión proclive a la innovación, concienciar a los diversos agentes de que la innovación está -o puede estar- en todas partes.

Pero esta concienciación no tendría sentido si los poderes públicos no ponen en marcha políticas que favorezcan la innovación. La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, ha repetido en distintos foros que la innovación es necesaria para el cambio social. Como ha dicho recientemente: "La educación, la investigación y la innovación empresarial deben ocupar un lugar preferente porque el conocimiento científico y tecnológico es la base de la prosperidad de toda la sociedad".

Es por tanto urgente el apoyo explícito y la apuesta decidida de todas las instituciones públicas por la innovación, alejado de los vaivenes políticos derivados de los cambios en los gobiernos, pero tanto o más urgente es el apoyo social a este tipo de actuaciones. Y este apoyo debe trasladarse en forma de demanda de información, de participación en el debate social sobre sus implicaciones en distintos campos, de formación en todas las disciplinas del saber.

Es imprescindible fortalecer y reavivar las vocaciones científicas en edades tempranas si queremos incorporarnos de pleno a la sociedad del conocimiento. Y apoyar la carrera profesional de nuestros científicos mediante la dotación de los suficientes recursos económicos, humanos y físicos (instalaciones de calidad) para asegurar la capacidad competitiva de nuestros centros y organismos de investigación, de las universidades, de las instituciones encargadas de la transferencia de conocimiento y de tecnología al tejido productivo.

Los programas de ayudas diseñados por las distintas administraciones y financiados con dinero público dirigidos a la innovación deben estar basados en la revisión y evaluación objetiva de las experiencias existentes, en el análisis exhaustivo de las necesidades y demandas de los agentes que operan en el sistema español de ciencia y tecnología, como única forma de asegurar la eficiencia del gasto público y una mayor transparencia de cara a la sociedad.

Solo así, a través de una mejor y mayor financiación, gestión, evaluación, formación e información, se podrá construir un sistema de innovación sólido, estable, capaz de reaccionar de forma rápida y precisa a las dificultades generadas por coyunturas socioeconómicas adversas.

Solo a través de la innovación seremos capaces de alcanzar niveles de bienestar económico y social que permitan a las generaciones venideras asegurar su viabilidad en un entorno sostenible.

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