Estoy en un punto esquivo del mapamundi.
La oscuridad despunta por el perfil de la Sierra
como el codo de un ogro adormecido
mientras lentos crecían musgos y raíces.
No hay geometría alguna. Espero un tren
bajo el rodal de luz del andén desierto
y un pavo real gluglutea en la casa vieja.
Ha pasado un hombre con bicicleta.
¡Oh cartógrafos!, si hacéis el planisferio
de la añoranza marcad para siempre
todas estas ausencias sin nombre.
Aquí no se encanallará la vida
ni caducará la soledad: se harán
forma o alma, como el cenit de la noche.
Hay un montón de traviesas pudriéndose
(triste arquitectura ferroviaria
de pueblo sin estatuas ni imperio).
Se encienden luces, ahora suena la alarma:
ya baja el paso a nivel automático.