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“Entender nuestra historia evolutiva nos ayuda a entendernos a nosotros mismos como especie”

Manuel Alcaraz Castaño, profesor del departamento de Historia y Filosofía de la Universidad de Alcalá, prehistoriador especializado en la Arqueología del Paleolítico
 

Preséntenos su investigación

Soy un prehistoriador especializado en la Arqueología del Paleolítico. Es decir, que estudio las formas de vida de las sociedades humanas del pasado más remoto. En concreto me centro en los Homo (sapiens) neanderthalensis, más conocidos como neandertales, y los primeros integrantes de nuestra propia especie, Homo (sapiens) sapiens, también llamados humanos anatómicamente modernos. Las dinámicas de poblamiento y comportamientos culturales de estos grupos humanos y su relación con la variabilidad ecológica de la última glaciación, son las líneas fundamentales que han guiado mi investigación en los últimos años. Además, dicha investigación ha tenido y tiene como escenario principal las tierras del interior de la península ibérica, donde históricamente la investigación ha sido más escasa que en otras zonas peninsulares, especialmente las cercanas a las costas.

Dentro de este marco de investigación, me interesa cómo los grupos de neandertales y humanos modernos organizaron sus sociedades desde tres ámbitos fundamentales: 1) tecnológico, por ejemplo qué estrategias de talla de la piedra desarrollaron;  2) económico, cuáles fueron sus estrategias de caza, de movilidad o de aprovisionamiento de materias primas;  y 3) simbólico, de qué manera expresaron sus inquietudes y necesidades comunicativas a través de símbolos como el ‘arte’ rupestre o la decoración corporal. Dado que en todo momento hablamos de sociedades con una economía basada en la caza y la recolección, que vivían en cabañas en los valles de los ríos y las entradas de las cuevas y abrigos rocosos, el entender todos estos aspectos en relación con el medio y clima cambiantes de la última glaciación, es un aspecto fundamental. Y es que estas sociedades paleolíticas vivieron durante el Pleistoceno superior, una época geológica que se desarrolla entre hace 1260000 y 11700 años, dominada por la alternancia de periodos glaciares e interglaciares, en la que dominaron los primeros. Es decir que, tanto neandertales como humanos modernos, tuvieron que afrontaron momentos de gran rigurosidad climática y ambiental, que habría determinado una ecología muy distinta a la actual, y en última instancia condicionaron sus formas de vida y comportamiento. Por este motivo, la investigación que desarrollamos los paleolitistas tiene un carácter fuertemente interdisciplinar, dado que no solo estudiamos el comportamiento humano a través de restos arqueológicos, sino que necesitamos hacerlo en su marco paleoecológico y paleoantropológico, dado que no solo la ecología era distinta a la actual, sino que la anatomía y la genética de las poblaciones pleistocenas era también diferentes a la del ser humano actual.

¿De qué manera contribuye su investigación a afrontar los desafíos de la sociedad?

Aunque mi investigación se sitúa en lo que podemos considerar ciencia básica, y por tanto su aplicabilidad directa a los desafíos y necesidades de la sociedad actual no es inmediata, existen dos ámbitos que considero fundamentales para cuestiones tan relevantes cómo entender nuestra propia naturaleza en términos evolutivos y reflexionar sobre nuestra relación con el medioambiente. Entender nuestra historia evolutiva, y en concreto nuestras relaciones filogenéticas y culturales con otros grupos humanos con formas anatómicas distintas, como los neandertales o los denisovanos, nos ayuda a entendernos a nosotros mismos como especie. Por ejemplo, hoy sabemos que, en contra de lo que se pensaba hace poco más de una década, en la mayoría de los humanos actuales se conservan genes neandertales. Ello nos permite reflexionar y tomar conciencia de nuestra especificidad como especie biológica, así como de nuestra historia evolutiva, marcada no solo por la competencia y la supervivencia, sino también por la cooperación y el mestizaje. Por otro lado, nuestro conocimiento cada vez mayor de la variabilidad ecológica durante el Pleistoceno, y su relación con los desarrollos culturales de los grupos humanos paleolíticos, nos informa sobre nuestra necesidad evolutiva de adaptarnos al medioambiente, y en última instancia sobre nuestra dependencia de unas condiciones ecológicas favorables, que no deberíamos seguir deteriorando si queremos mantener unas condiciones de habitabilidad adecuadas en el planeta tierra.

¿Cómo hacer llegar a la sociedad en trabajo de los científicos y las científicas?

Afortunadamente, vivimos un momento en el que, desde hace ya algunos años, la mayoría de científicos y científicas hemos tomado conciencia de que la ciencia que hacemos en nuestros laboratorios y trabajos de campo debe llegar al gran público por todos los medios posibles. En nuestro caso, dado el gran componente de arqueología de campo que tiene nuestra investigación, trabajamos en constante contacto con Administraciones locales y regionales, grupos culturales, museos y otras instituciones, que hacen que la divulgación de nuestro trabajo se produzca de manera casi natural. Son habituales las jornadas de puertas abiertas en los yacimientos, las charlas organizadas por organismos locales y regionales, así como otros eventos que surgen del contacto directo con los distintos agentes que se ven implicados en los trabajos arqueológicos de campo.

Por otro, desde distintas instituciones, tanto a nivel regional como nacional y europeo, la organización de eventos y plataformas divulgativas se ha convertido en práctica habitual. Eventos como la Semana de la Ciencia y la Innovación organizada anualmente por la Fundación para el Conocimiento madri+d, el Pint of Science, organizado por investigadores y divulgadores a nivel mundial, o la Noche Europea de los Investigadores, desarrollada en el marco del Horizonte Europa de la Unión Europea, son algunos de los ejemplos más destacados de divulgación científica en los que participa una parte importante de la comunidad investigadora. Nuestro grupo de investigación ha participado en varias ediciones de todos ellos, además de en otros como los OpenDay de la Universidad de Alcalá, y en ciclos de conferencias organizados por el Museo Arqueológico Nacional, entre otros. En todos ellos la acogida y el interés del gran público por nuestro trabajo ha sido muy elevado, por lo que el futuro de la divulgación científica creo que seguirá siendo ilusionante.

¿Qué retos se plantea con su investigación en un futuro?

La Arqueología prehistórica es aún una ciencia joven que, aunque consolidada científicamente al menos desde los años 1970, trabaja con un registro arqueológico, paleontológico, geológico y paleoecológico muy fragmentario y escaso, debido principalmente a la difícil conservación de restos que tienen decenas de miles de años. En este sentido, nuestra ciencia es una ciencia muy viva, en la que nuevos desarrollos técnicos, nuevos descubrimientos, y también nuevos marcos teóricos, introducen nuevas evidencias y teorías, a la vez que cuestionan hipótesis e interpretaciones que parecían más o menos asentadas. En este sentido, nuestro grupo de investigación centra su trabajo de campo en el interior de la península ibérica, que es una región, definida por la llamada Meseta central, en la que se conocen bastantes menos yacimientos del Paleolítico medio y superior que en las regiones peninsulares más próximas a las costas. Una vez que nuestro grupo, y también otros, ha comenzado a desarrollar proyectos de investigación dirigidos a paliar esta situación, los resultados comienzan a dibujar una imagen muy distinta de cómo los grupos de neandertales y primeros humanos modernos se asentaron en los territorios del interior de la península ibérica, dibujando así interesantes perspectivas para el futuro.

Explíquenos su caso de éxito

El éxito fue la suerte de poder desarrollar mi investigación, a través de la obtención de un proyecto de investigación Starting Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC) , orientada con identificar la necesidad o reto que se le presentaba a la comunidad científica en lo que se refiere al conocimiento de los últimos neandertales y primeros humanos modernos en el interior de la península ibérica. Tradicionalmente se había pensado que las tierras altas de la Meseta castellana habían sido evitadas tanto por neandertales como, especialmente, por los humanos modernos del Paleolítico superior, debido a la rigurosidad ecológica que impone su clima continentalizado y su elevada altitud. Dicha rigurosidad sería aún más acusada durante los momentos más fríos de la última glaciación, para los que se asumía que todo el interior peninsular habría sido un ‘desierto’ poblacional. Sin embargo, a partir de algunos indicios previos, la mayoría de los cuales habían sido obtenidos en varios yacimientos de Guadalajara y Madrid por nuestro propio equipo del Área de Prehistoria de la Universidad de Alcalá, decidí plantar un proyecto a gran escala para poner a prueba el modelo clásico. Así, me lancé a presentar una propuesta de investigación en las convocatorias anuales del Consejo Europeo de Investigación, las cuales suponen actualmente los procesos selectivos más competitivos a nivel europeo, pues permiten obtener una financiación muy por encima de lo habitual. El proyecto que planteé, denominado MULTIPALEOIBERIA, presentaba una base netamente interdisciplinar y colaborativa, y su objetivo fundamental era poner a prueba la hipótesis de que el poblamiento de los últimos neandertales y los primeros humanos modernos en el interior de la península ibérica fue más abundante y complejo de lo que se había creído tradicionalmente. Para ello solicité la participación de varios grupos de investigación que también trabajan en distintas regiones del interior peninsular, así como de numerosos especialistas internacionales en diferentes ramas de la Arqueología del Paleolítico, la Paleocología y la Geología del Cuaternario. El propósito de este equipo debía ser aportar resultados con el objetivo común de conocer, en primer lugar, si es cierto que la Meseta estuvo despoblada durante buena parte de la última glaciación y, en segundo lugar, entender las dinámicas de poblamiento y adaptaciones al medio cambiante de las últimas sociedades de neandertales y primeras de humanos modernos en el interior peninsular.


Los resultados comienzan a dibujar una imagen muy distinta de cómo los grupos de neandertales y primeros humanos modernos se asentaron en los territorios del interior de la península ibérica, dibujando así interesantes perspectivas para el futuro

Desde mi punto de vista, las claves del éxito de la propuesta, que se materializó en un proyecto de cinco años, recientemente extendido a seis, hasta diciembre de 2024, dotado con casi 1,4 millones de euros, fueron dos. En primer lugar, la identificación de un ‘hueco’ en nuestro conocimiento científico cuya resolución presentaría un gran impacto no solo a nivel de la península ibérica sino de todo el suroeste europeo, y además en un tema de gran relevancia científica y social, como es la desaparición de los neandertales y la llegada a Europa de los primeros humanos modernos. Y, en segundo lugar, la configuración de un equipo de investigadores e investigadoras muy amplio y diversificado, que vendrían a generar una investigación no solo fuertemente interdisciplinar, sino inserta en un marco de investigación con objetivos comunes bien definidos. Los detalles de nuestro proyecto, así como los primeros resultados ya publicados, pueden consultarse en nuestra página web: https://multipaleoiberia.com/

¿Qué papel ha desempeñado la OTRI de la Universidad de Alcalá en el desarrollo de su caso de éxito?

La Universidad de Alcalá me apoyó enormemente desde que comencé a escribir mi propuesta de investigación, tanto a través de la OTRI como de la Oficina de Proyectos Europeos. Este apoyo ha sido tanto formativo como administrativo y científico, por lo que el papel de la institución en general y en especial del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia y del de Planificación Académica y Profesorado, ha sido sin duda crucial no solo en que pudiera conseguir que el ERC financiara mi proyecto, sino en que este se esté desarrollando favorablemente. En esto último, y especialmente en la difusión de nuestra investigación, desde luego la OTRI de la UAH está jugando un papel fundamental, pues siempre nos ayuda a divulgar nuestros resultados a través de notas de prensa y eventos divulgativos.

Ya sé que me dirá, como buen investigador, que la ciencia no tiene fronteras, ni nacionalidad… pero no por ello deja de ser cierto que la ciencia la hacen personas concretas en lugares determinados. Muchos de ustedes han recibido fondos públicos, becas, presupuestos para desarrollar su carrera. Permítanme hacer la pregunta: ¿Cómo avanza Madrid cuando avanza la ciencia en Madrid?

La pregunta es pertinente, pues precisamente cuando concurrí a la convocatoria del ERC en 2018 mi contrato en la Universidad de Alcalá estaba financiado por una Ayuda para la Atracción de Talento Investigador (Modalidad 2) otorgada por la Comunidad de Madrid. Fue la primera convocatoria de estas ayudas, en 2016, por lo que puede decirse que si la Comunidad de Madrid no hubiera ofertado estas ayudas ese año, en el que yo estaba terminando un contrato Marie Curie en Alemania, y corría el riesgo de quedarme sin empleo, quizá mi trayectoria profesional hubiera sido otra y no habría conseguido el proyecto ERC. En ese sentido, el hecho de que Madrid decidiera invertir en investigación a través de la creación de un programa de ayudas postdoctorales, en este caso, ha servido para que un investigador haya podido conseguir para una universidad madrileña un proyecto de una de las convocatorias más competitivas y mejor financiadas del ámbito internacional, y sé que no fui el único caso ese año. Es indudable que esto no solo nos beneficia a los investigadores, que conseguimos estos proyectos, sino que beneficia también, en este caso, a la Universidad de Alcalá y a la Comunidad de Madrid. Y desde luego las hace avanzar.

 

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