Dicho indicador ayudaría en la predicción de la vulnerabilidad de estas aves ante las altas temperaturas
La defecación de las cigüeñas y otras aves sobre sus patas para reducir su temperatura corporal, comportamiento denominado "urohidrosis", constituye un indicador que puede mejorar la capacidad de predecir de manera más precisa el impacto del cambio climático en la biodiversidad.
Además, dicho indicador, según las líneas de investigación realizadas por el grupo "Biología de la Conservación" de la Universidad de Extremadura (UEx), ayuda en la predicción de la vulnerabilidad de estas aves ante las altas temperaturas.
Estas investigaciones han abordado el impacto de las altas temperaturas sobre la fisiología de las aves y, en este caso, el estudio del comportamiento de disipación del calor en estas especies, y los resultados han sido publicados en la revista "Scientific Reports de Nature".
Las cigüeñas (ciconiidae) excretan con frecuencia sobre sus patas desnudas y muy vascularizadas para evitar el sobrecalentamiento, un fenómeno conocido como urohidrosis, han explicado fuentes de la UEx.
“Las aves carecen de glándulas sudoríparas y utilizan este mecanismo de enfriamiento por evaporación de fluidos corporales considerado análogo al sudor en mamíferos. Son ajustes termorreguladores que ayudan a las aves a mantener una temperatura corporal segura”, ha explicado el autor principal de esta investigación, Julián Cabello.
En esta línea, el equipo ha llevado a cabo una exhaustiva investigación sobre los determinantes del comportamiento de urohidrosis en todas las especies existentes de la familia ciconiidae (cigüeñas).
Estos determinantes son ambientales (temperatura máxima ambiental, velocidad del viento, radiación solar y humedad relativa), geográficos (latitud), ecológicos (hábitat de forrajeo) y morfológicos (masa corporal, longitud del tarso y color del plumaje).
De todos ellos y, de acuerdo con los resultados del estudio, la temperatura, la radiación solar y humedad relativa altas, junto con velocidades del viento bajas, son las condiciones que resultan en temperaturas elevadas que pueden comprometer el balance termal de las cigüeñas.
Los investigadores han calculado la probabilidad de que a cierta temperatura ambiental las cigüeñas utilicen el comportamiento de urohidrosis.
Así, en el caso de la cigüeña blanca, un ave muy popular en España, “hemos comprobado que la mitad de los individuos recurren a la urohidrosis con temperaturas de 27ºC varias veces en cortos intervalos de tiempo, a diferencia de otras especies en África cuyo umbral está por encima de los 33ºC.
Además, deben disponer de agua suficiente para poder rehidratarse frecuentemente”, ha señalado el investigador.
Esto indica que la urohidrosis, a partir de este umbral de temperatura relativamente bajo, puede hacer a las cigüeñas más vulnerables, si no disponen de fuentes de agua cercanas, frente a eventos climáticos extremos como son las olas de calor.
El estudio apoya la correlación de la urohidrosis con el sobrecalentamiento y la ecología de forrajeo de aves y propone su relevancia para predecir la vulnerabilidad al calentamiento climático.
La mayoría de los datos utilizados en la investigación se han obtenido de bases de datos globales digitales de fotografías y vídeos abarcando un periodo de tiempo desde 1980 hasta 2020, complementados con trabajo de campo en el caso de la cigüeña blanca.
Esta información se ha enlazado con datos microclimáticos históricos obtenidos mediante un programa de modelado satelital del clima.