En 1836, la reina Isabel II trasladó a Madrid el campus de la Complutense, ubicado en Alcalá de Henares. Ante la necesidad de modernizar y concentrar las diversas facultades y escuelas que existían por entonces, el rey Alfonso XIII constituye en 1927 la Junta de la Ciudad Universitaria. Para el emplazamiento de la Ciudad Universitaria se seleccionó la finca de La Moncloa, dada la calidad de su suelo y su pertenencia a la Corona. El plan inicial de la Ciudad Universitaria incluía las Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología en una misma plaza, junto a un hospital universitario en el cerro que se alzaba en las inmediaciones.
El proyecto urbanístico de la Ciudad Universitaria quedó trazado en 1929 y su ejecución estuvo dirigida por Modesto López Otero, quien concibió la Ciudad Universitaria como un todo unitario, estructurado orgánicamente sobre la base de las distintas disciplinas que la definían. Al igual que la ideología del proyecto original, los materiales de construcción otorgan una importante unidad al conjunto de los edificios originariamente proyectados (conjunto médico y las facultades de ciencias así como de filosofía y letras).
El diseño de la Facultad de Medicina fue proyectado por Miguel de los Santos Nicolás y las obras se efectuaron entre 1930 y 1935. Se trató de un proyecto de gran envergadura y complejidad, influido por la arquitectura de las universidades americanas. El edificio resultó seriamente dañado en la Guerra Civil Española (1936-1939), siendo reconstruido entre 1941 y 1945. Hacia el año 1956 las azoteas fueron reconstruidas y en 1977 el inmueble fue declarado Bien de Interés Cultural.
El diseño de las fachadas se caracteriza por su marcado carácter racionalista. Presenta un importante desarrollo en la vertical, alternándose de forma simétrica los lienzos o paños con los vanos, y estructurándose la construcción en tres cuerpos principales: zócalo elevado, cuerpo principal y azotea con terraza. La azotea presenta en su parte superior un parapeto, limitado inferiormente por una imposta en voladizo y rematado por un delgado elemento de cubrición que actúa a modo de sellado. Este elemento presenta un mínimo volado y carece de la ranura inferior -goterón- que minimiza el lavado de las superficies inferiores por el agua de lluvia.
El carácter sistemático de la construcción se traslada igualmente a la selección de los materiales empleados. La estructura del edificio es de hormigón armado y el zócalo así como la escalinata y columnas del cuerpo de entrada están construidos en granito. Las líneas de imposta y molduras de los vanos del cuerpo principal están configuradas con una calcarenita y los cerramientos de las fachadas son de ladrillo visto.